El bebe del millonario -
Capítulo 13
Capítulo 13:
Su hija lo despertó alrededor de un par de horas después. La levantó y juntos fueron a la cocina para prepararle su fórmula, se aseguró de conversar con ella para mantenerla distraída y trató de trabajar lo más rápido posible. Después de alimentarla y cambiarle el pañal, la recostó en la cama. Todavía no estaba listo para dejarle pasar una noche completa lejos de él.
A la mañana siguiente, se despertó, por segunda vez, sin Alba a su lado.
“Se te está haciendo costumbre robarme a mi hija”, comentó entrando a la cocina aun con su ropa de dormir.
Nerea se dio la vuelta y le sonrió.
Buscó en su expresión algún indicio sobre lo que había pasado la noche anterior, pero ella no parecía recordarlo.
“¿La has visto? Es un encanto y no puedo resistirme a ella”.
“Es mi hija, por supuesto que es un encanto”
Nerea sacudió la cabeza.
“Presumido”.
“Por cierto, no puedo creer que te quedaras dormida”.
Todavía no hubo ninguna reacción por parte de ella ante la mención de la noche anterior. Era un hecho, ella no recordaba el beso que habían compartido.
“Podemos verla la próxima vez que tengamos noche de película”, dijo ella con simpleza.
“Ni hablar, no volveré a verla”.
“Como tú digas”.
Nerea sonaba demasiado confiada.
Su hija hizo unos ruidos y él se acercó a ella.
“¿Cómo está la bebé más hermosa del mundo?”, preguntó al ver con los ojos bien abiertos.
Se inclinó y le dio un beso en la frente.
El sonido del timbre llamó su atención.
“¿Esperas a alguien?”, preguntó Nerea.
“No. Iré a ver de quién se trata”
Ver a su madre en la pantalla del intercomunicador le tomó por sorpresa. No había hablado con ella desde que se fue de viaje. No le había contado de su hija. Siendo precisos, ni siquiera le había dicho que estaba en la ciudad. En su defensa, había estado demasiado ocupado.
“Hola, madre”, saludó al abrir la puerta.
“¿Hola? ¿Eso es todo lo que tienes que decir?”
Ella se abrió paso por su costado sin molestarse en esperar a que la invitara a pasar.
“De no ser por Anna, jamás me habría enterado que mi hijo estaba de regreso en la ciudad”.
Debió suponer que su visita no era una casualidad.
“Eso fue bastante rápido. ¿Te llamó ayer u hoy antes del amanecer?”
“¿Eso es lo que tienes que decir?”
“¿Sabes que pudiste llamar? No era necesario que te molestaras en venir”.
“No lo habría hecho, si me hubieras llamado”.
“Además, esta es la única manera de verte. Te la pasas de viaje y siempre soy la última en enterarme cuando regresas”.
Piero escuchó a su madre en silencio. Ella era muy afín a los dramas y cuando empezaba era mejor dejarla terminar.
No entendía por qué siempre parecía empeñada en parecer la madre del siglo… Ya era un poco tarde para eso.
Hubo un tiempo, cuando aún era muy joven para entender las cosas, que había pensado en su madre como su heroína, pasando por alto todas las veces que ella le fallaba. Ava nunca había dejado de repetirle que su madre lo amaba.
El tiempo había transcurrido y ya no pudo fingir que no se daba cuenta que a su madre le importaba más su vida social que sus hijos. Se había llenado de resentimiento y se volvió un adolescente rebelde.
Había sido la peor etapa de su vida. La última vez que hizo una de sus estupideces, terminó detenido por conducir más allá del límite de velocidad y bajo efectos del alcohol. Su padre se había negado a pagar la fianza y le había dejado claro que no vería su auto hasta que fuera capaz de actuar con responsabilidad.
Era lo mejor que pudo haber hecho su padre.
Todavía era difícil pensar en lo diferente que podría haber resultado esa noche de haber perdido el control. Él o alguien más habría resultado herido.
“Sé que estás molesto con él, pero no dudes que lo hace porque te ama. Los dos lo hacemos”, había dicho Ava al día siguiente cuando.
Piero había soltado un suspiro.
“Lo sé”.
“Esto no te llevará a ningún lado, solo destruirás tu vida. No quiero imaginarme si algo llegara a pasarte”.
“¿Cómo lo haces?”
“¿Qué cosa?”
“Seguir a mi lado, aun después de cada error que he cometido”.
Ava lo había abrazado.
“Eres mi hijo y sin importar qué estaré siempre junto a ti”.
“Prometo no volver a hacer algo parecido”.
“Sé que no lo harás, pero tampoco te librarás de prestar servicio a la comunidad”.
“No lo esperé ni por un segundo”
Ava le había dado un beso en la mejilla.
Se había vuelto aún más unido a ella, si acaso eso era posible, después de aquello. También había cumplido su promesa. Se había mantenido fuera de líos.
Incluso después de tantos años no sabía cómo sentirse respecto a su madre. Había superado el rencor, pero el dolor había dejado su huella.
El llanto de su hija lo sacó de su ensimismamiento y prácticamente corrió hacia la cocina para averiguar lo que había pasado con Alba, olvidándose de su madre. Al llegar encontró a su hija en brazos de Nerea.
“¿Qué sucede?”
Ella lo miró divertida.
“Jamás me acostumbraré a verte tan fuera de ti”.
“Descuida, solo necesita un cambio de pañal”.
“Me encargaré”.
“Estoy muy segura que no es el hijo de tu hermano”.
La voz de su madre venía de detrás de él.
Piero no había escuchado a su madre acercarse.
“Los dejaré a solas para que hablen”.
Nerea se dirigió hacia la salida mientras él se daba la vuelta para seguirla con la mirada. Su amiga pasó por el costado de su madre mientras ella también las observaba.
No había una manera adecuada de decirle que la bebé era suya, así que fue directo al grano.
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