El bebe de mi jefe -
Capitulo 96
Capitulo 96:
Caminó hasta detenerse frente a mí y rodeó mi cuello con sus brazos, dejando un suave beso sobre mis labios.
El cumpleaños de Asher había resultado un éxito, pues él se había divertido con sus amigos y además, Ruby había aceptado ser mi esposa, pero a pesar de eso, nos encontrábamos agotados por el movimiento del día y todos los preparativos que habíamos tenido que hacer para recibir a todos quienes habían llegado.
Deslicé mis manos lentamente por su abdomen y pegué su cuerpo al mío mientras una sonrisa traviesa se dibujaba en mis labios.
“Quiero casarme en la playa, y que todos nuestros invitados se vistan de blanco…”, soltó con aire soñador.
Asentí con la cabeza y sonreí de medio lado, pues sin duda, estaba dispuesto a dedicar mi vida a cumplir todo lo que ella quisiera.
Estaba completamente enamorado de aquella mujer, y sabía que ella tenía los mismos sentimientos hacia mí.
“Haremos lo que tú quieras, mi amor», respondí haciéndola sonreír ampliamente.
La tomé por las nalgas y la alcé en el aire, para cargarla como koala, Ruby rodeó mi cintura con sus piernas y yo le robé un beso atrevido, dejándome enredar por la lujuria que ella me despertaba.
Esa noche me dediqué a amarla, a acariciarla y a hacerla mía una vez más, pero ahora con la certeza de que pronto proclamaríamos nuestro amor ante Dios, y que este sería para siempre.
…
POV Ruby…
Un año después del final…
“¡Maldita sea, Athom!», grité al sentir como me desgarraba por dentro. Sentía un dolor intenso en mi vientre y aquel hombre que tanto amaba no hacía más que negar con la cabeza, sin poder creer lo que estaba ocurriendo.
“¡Deja de mirarme así y haz algo!», ordené.
Athom se movió de un lado a otro y entonces Asher entró a nuestra habitación mirándonos con confusión.
“¿Qué pasa, mami?», cuestionó.
Traía puesto su pijama de ositos favorito y tenía los ojos medio cerrados a causa del sueño.
“¡Hijo, llama a tía Amelia y dile que estoy por traer a sus sobrinos al mundo!», grité.
Asher abrió sus ojos de par en par y entonces corrió fuera de la habitación, por lo que me relajé un poco, pues sabía que mi niño era muy inteligente y que podría hacer aquel llamado sin problemas.
“Diablos, ya se viene…”, dijo Athom volviendo en sí.
Giré los ojos con fastidio a la vez que gritaba con desesperación, pues me sentía horrible con las contracciones.
“¡Athom, mueve tu culo!»
Él asintió con la cabeza y entonces comenzó a buscar los bolsos que hace días teníamos preparados con la ropa que le pondríamos a nuestros hijos.
“¡Mami, tía Amalia dice que viene en cinco minutos!», dijo Asher al acercarse a mí y observarme con preocupación
“Hay que ponerse zapatos, Asher»
Indicó Athom llevando ambas manos a su cabeza.
“Ya los tengo puestos, papi», respondió el pequeño levantando sus pies hacia Athom.
Asher se recostó a mi lado y con sus pequeñas manos comenzó a hacerme masajes en mi abultado vientre, los cuales no me estaban ayudando en nada, pero aún así, me reconfortaba el saber que mi pequeño se preocupaba por mi bienestar y también por sus dos hermanitos que estaban por nacer.
“Perdón, perdón, mi amor…”
Susurró Athom llegando hasta mí, tomando mis manos entre las suyas.
“Ven, vamos a esperar afuera”
Hice una mueca en mis labios y asentí con la cabeza, mientras permitía que Athom me tomara en brazos para llevarme hasta la entrada de nuestra casa, donde Amalia ya estaba esperando por nosotros, vestida únicamente con una polera que le cubría hasta las rodillas y unas botas de cuero negras.
Sonreí de medio lado al ver el desastre en que estaba convertida y supe que el llamado la había tomado por sorpresa.
“¡Ya vienen los gemelos!», gritó ella con emoción, haciendo reír a Athom, quien me llevaba en sus brazos.
Luego de diez horas en labor de parto, oficialmente mis hermosos niños habían nacido sanos y salvos. Abraham y Antony eran unos bebés adorables, y aunque aún sus ojitos estaban cerrados, mi intuición gritaba que ellos tendrían los mismos ojos de toda la familia Patel Williams.
Sus pequeñas narices eran igual de respingadas que la mía, y aún no se les notaba nada de cabello, pero rogaba a que fuera de mi color.
“¿Mami?», miré a Asher, quien estaba de pie a un lado de mi cama.
Athom se encontraba durmiendo en el sillón del costado y Amalia junto a Alex y Max se habían retirado hace un momento, para permitirnos descansar, pues habían sido las diez horas más agotadoras de mi vida, y además, las enfermeras se habían llevado a los bebés a la sala de recién nacidos para poder revisarlos.
“¿Qué pasa, mi amor?», pregunté a Asher.
Él bajó la mirada hacia sus pies en señal de vergüenza y yo le hice una seña para que subiera a mi cama y se acomodara a mi costado.
Aunque solo quería dormir y descansar, no podía negarle atención a mi primer hijo, quien ahora se había convertido en hermano mayor.
“Hice esto para ti», dijo en un tono de voz bajo.
Me extendió una tarjeta y la tomé, pero al darla vuelta noté que se trataba de una fotografía en que salíamos él y yo a la orilla de la playa el día en que Athom y yo nos habíamos casado, hace apenas 10 meses.
Noté que en la parte de atrás de aquella fotografía él había escrito un:
[¿Quieres ser mi mamá?]
Y yo miré a Asher con confusión, al no entender a qué se refería con aquella pregunta.
“Mis hermanos se llamarán Patel Smith», dijo mientras jugaba con sus dedos de manera nerviosa.
«Y yo no quiero ser Patel Taylor, quiero tener tu apellido, quiero que me adoptes»
Abrí la boca con asombro y sin poderlo evitar comencé a llorar, llevando mis manos hasta mi rostro.
No sabía qué había hecho bien en la vida como para merecer a un niño como Asher, quien me amaba con tanta intensidad.
“¿Qué ocurre?», preguntó Athom medio atolondrado al despertar.
“Mami, si no quieres no importa», dijo Asher jalando de mi brazo.
Despejé mi rostro y de inmediato me recompuse, pues no quería hacerlo sentir mal.
“Para mí sería un honor adoptarte, hijo», respondí aún sorbiendo mocos por mi nariz.
Asher me abrazó, con cuidado de no hacerme daño, y entonces Athom carraspeó llamando nuestra atención.
“¿De qué me he perdido?», preguntó.
“Mamá va a regalarme su apellido», respondió Asher con una sonrisa en los labios mientras yo secaba las lágrimas que salían de mis ojos.
Athom nos miró con ternura y luego se acercó para besar la coronilla de nuestro hijo.
“Los amo», murmuró Athom y yo sonreí con amplitud, pues sentía que este era el mejor día de mi vida.
Luego de tantas cosas que habían ocurrido en mi vida, finalmente me sentía feliz.
Tenía un esposo al cual amaba, tres hijos hermosos y un trabajo que me hacía sentir realizada. No podía pedir más que esto, pues tenía todo lo que en algún momento había soñado.
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