El bebe de mi jefe -
Capitulo 93
Capitulo 93:
“Pero yo no soy la madre de Asher”, dije con una sonrisa triste, pues aunque amaba cuidar de aquel pequeño, yo tenía claro mi lugar, y sabía que nunca podría llenar el lugar de Madison.
“Y yo estoy seguro que él te ve como su madre”, me contradijo con una sonrisa.
“Además, Madison estaría feliz de ver que su hijo quedó en las mejores manos, pues por lo mismo me lo entregó a mí, aunque sabemos que no de una manera tan tradicional, pero lo hizo con la esperanza de que yo pudiera darle a Asher una buena vida”
“¿Crees que ya somos una familia?”, pregunté con una sonrisa cargada de emoción y Athom asintió con la cabeza de inmediato.
“Claro que sí, y que sepas que muero por agrandarla aún más”
Alzó las cejas con picardía y yo me reí con algo de nerviosismo, pues aunque era lo que yo también quería, no podía dejar de temerle al futuro.
Sin quererlo, recordé aquel momento en que le dije a Andi lo mismo, pero su reacción había sido por completo distinta a lo que ahora Athom me estaba mostrando, por lo que agradecí a la vida haberme sacado de aquella relación en la que no tenía un futuro, y supe que ahora estaba en el lugar indicado, con un hombre que me amaba y que quería lo mismo que yo.
Las personas tenían razón cuando decían que siempre llegaba algo mejor a nuestras vidas y que no era cuestión de tiempo, sino de la intensidad, pues Athom y yo llevábamos juntos menos de un mes, y en este tiempo, ambos podíamos darnos cuenta de que lo que sentíamos era real y que sería duradero.
“¡No se pongan a hacer bebés, debemos cenar!”
Escuchamos el grito de Alexander, y ambos nos reímos antes de bajar las escaleras para unirnos a nuestras familias.
Nos sentamos en la mesa y disfrutamos de la deliciosa cena que Aurora y yo habíamos preparado, entre risas y anécdotas.
Me sorprendió ver que mis padres se sentían cómodos con la familia de Athom y que Amalia y Alexander no dejaban de poner en vergüenza a mi novio, recordando momentos de sus infancias.
Era la primera Navidad que cenaba fuera de casa, pero se sentía bien, pues estaba rodeada de las personas más importantes en mi vida, y eso era lo importante para mí, poder disfrutar tiempo de calidad con ellos.
…
Cuatro años después…
“¿¡Dónde vamos, mamá!?”, preguntó Asher, quien iba sentado a mi lado en el asiento del copiloto mientras conducía.
Sonreí hacia él y le guiñé un ojo en respuesta.
“Iremos a comprar lo necesario para celebrar tu cumpleaños, mi amor”, le expliqué, y él aplaudió muy emocionado, sonriendo como si le hubiera dado la mejor noticia del mundo.
Asher cumpliría cinco años dentro de pocos días, por lo que Athom y yo habíamos decidido hacer una enorme fiesta para celebrarlo, pues había sido un alumno destacado en la escuela e incluso había ganado un premio al mejor estudiante de su salón.
En estos años, Asher se había convertido en un niño muy inteligente, creativo y amable con los demás, por lo que yo me sentía muy orgullosa de él.
“¿Podemos comprar una piñata de Spiderman?”, preguntó ilusionado.
“Claro, podemos comprar todo de Spiderman si tú lo quieres, hijo”, respondí, haciendo que él gritara de emoción.
“Gracias, mami. Eres la mejor mamá del mundo”, dijo con seguridad.
Diablos, me sentía tan afortunada de que aquel niño me llamara ‘mamá’, pues aunque él tenía claro que su madre biológica había fallecido hace años a causa del cáncer, también tenía claro que yo había llegado a su vida como novia de su padre justo en aquel tiempo en que él solo era un bebé.
Aún recordaba la primera vez que me llamó ‘mami’, y yo había llorado a mares frente a la emoción de que aquel niño me reconociera como tal.
Cuando llegamos a la tienda de artículos de cumpleaños, me estacioné con cuidado para no chocar, pues apenas llevaba manejando dos meses.
Aunque Athom había insistido en comprarme un automóvil hace mucho tiempo, yo no se lo había aceptado porque quería comprarlo por mí misma, y ahora que mi guardería: ‘Happy Kids’ estaba bien posicionada, me lo había podido permitir.
Una vez bajamos del automóvil, tomé la mano de Asher y antes de entrar le pedí que nos tomáramos una fotografía para poder enviarla a Athom.
“¡Sonríe!”, dije, dibujando una sonrisa en mis labios, al igual que Asher, quien se mostraba adorable frente a la cámara.
Tomé la selfie y se la envié de inmediato a Athom, quien debería estar con Alexander haciendo algún trámite.
“Te ves muy linda, mami”, dijo tomando mi mano, y yo logré derretirme ante sus palabras, pues aquel niño era un amor, tal cual su padre.
Entramos en aquella tienda y de inmediato Asher miró todo con ilusión, por lo que lo animé a pedirle lo que quisiera a la vendedora que se había acercado a nosotros.
Miré al pequeño con una sonrisa en los labios y suspiré con ilusión, pues llevaba años anhelando poder convertirme en madre, pero esta vez, quería vivir el proceso desde el inicio, cargando la criatura en mi vientre y sintiendo todo lo lindo de la maternidad, ya que con Asher las cosas habían resultado ser muy diferentes a lo común.
Athom también quería volver a convertirse en padre, pero simplemente habíamos llegado a un acuerdo, y antes de tener niños, ambos queríamos que mi empresa surgiera, para así luego poder tomarme mi descanso por maternidad de manera adecuada y que mi proyecto no se fuera por el drenaje, pues habían sido largos años de arduo trabajo.
“¡Qué más necesitan?”, preguntó la chica con amabilidad. Miré lo que ella llevaba en la canasta y entonces revisé la lista que yo traía impresa, pues aunque Asher había pedido muchas cosas, aún quedaban otras pendientes.
“Necesitamos cubiertos, platos, vasos, todo desechable, por favor”, le indiqué a la chica, quien asintió con la cabeza y nos dejó a solas mientras buscaba lo que le había pedido.
“Mami, te amo”, dijo Asher de pronto, abrazando mi pierna y sonriéndome hacia arriba, con aquellos hermosos ojos azules, iguales a los de su padre.
“Yo también te amo, mi niño”, respondí sin dudarlo, pues aunque Asher no llevaba mi sangre y no lo había cargado en mi vientre por nueve meses, yo lo consideraba como mi hijo.
POV Athom…
“¿Dónde estás?”, pregunté apenas Alexander cogió la llamada.
“¿Dónde están tus modales, primito?”, respondió con diversión.
“¡Hola, primo! ¿Cómo estás? ¿Cómo van las cosas en el canal?”, preguntó imitando mi voz.
Me reí y negué con la cabeza.
“Tengo una emergencia, idiota”, expliqué.
“Estoy en el canal”, respondió entonces.
“¿Qué necesitas?”
“Necesito que vengas a la Gran Avenida…” dije con algo de misterio, pues no quería darle los detalles por celular.
“Estoy en quince minutos ahí”, respondió de inmediato y luego finalizó la llamada.
Sonreí con satisfacción y luego caminé hasta un carrito de café para comprar dos vasos de café americano y además, una bolsa con panecillos de jamón, pues hoy por la mañana había salido muy temprano de casa y no me había dado el tiempo a desayunar.
Miré en mi celular los mensajes pendientes que tenía y sonreí al ver que Ruby me había compartido una fotografía de ella y Asher fuera de una tienda de artículos de cumpleaños.
Nuestro hijo pronto cumpliría cinco años y Ruby había sido la primera en plantearme hacerle una enorme fiesta para festejarlo, por lo que yo había aceptado, pues Asher era un niño maravilloso que se merecía eso y mucho más.
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