El bebe de mi jefe -
Capitulo 89
Capitulo 89:
“¡Papá!»
Chillé divertida y luego simplemente me acerqué a él para besar su mejilla a modo de saludo.
“No seas malvado con mi novio, por favor”.
“Malvado»
Repitió Asher luego de mí, haciendo que mamá lo observara con ojos soñadores.
“¿Puedo cargarlo?», preguntó finalmente.
“Claro que sí», respondió Athom acercándose a mi madre para entregarle a Asher, quien de inmediato se acomodó en los brazos de mamá.
“Lo lamento, señor Smith, es un gusto conocerlo»
Extendió su mano hacia mi padre, quien la estrechó con algo de fuerza extra.
“Créame que es la primera vez que me presento ante un suegro, por lo que de seguro estoy actuando como un idiota”.
Papá lo miró como si fuera un extraterrestre y luego soltó una risita traviesa.
“Ven, hombre, que no muerdo», dijo, para después acercarse a Athom y rodearlo en un abrazo en el cual golpeó la espalda de mi novio como si se tratara de un íntimo amigo.
Mi madre y yo intercambiamos una mirada cómplice y luego me hizo una seña discreta para que vayamos hasta la cocina, por lo que la seguí en silencio, mientras escuchaba a Athom reírse junto a papá.
“Las fotos no le hacen justicia a tu novio, hija», dijo mamá mirándome con diversión.
Sonreí de medio lado y me crucé de brazos a la altura de mi pecho.
“¿De dónde sacaste fotos de Athom?», pregunté con curiosidad.
Mamá se sonrojó un poco y luego soltó una risita nerviosa.
“¡Pues de internet!», respondió como si nada, haciéndome reír.
“¿Sabes?», pregunté, llamando su atención.
“He estado pensando en hacer algo diferente con mi vida…”
Susurré con algo de incertidumbre, pues aunque anoche me había desvelado pensando en ello, esta sería la primera vez que lo diría en voz alta.
“Quiero crear una guardería infantil”
Mamá me observó en completo silencio y luego simplemente sonrió de medio lado.
“Hija, ten por seguro que lo que quieras hacer, lo harás bien»
Asintió con la cabeza.
“Y si quieres montar una guardería, tienes todo mi apoyo, en lo que necesites, ahí estaré para ti”
Sentí mis ojos humedecerse ante sus palabras, pues no lo ponía en duda.
Por el contrario, estaba segura de que mi madre hablaba con sinceridad, ya que toda mi vida había estado dispuesta a ayudarme y apoyarme en mis decisiones.
“Gracias, mamá”, dije con verdadera gratitud, y luego simplemente me acerqué a ella para rodearla con mis brazos.
“Ma… má”, repitió Asher en medio de nosotras y aquella palabra logró romperme un poco el corazón, pues yo sabía muy bien que tristemente Asher nunca más volvería a ver a su madre.
“Ay, mi pequeño…”, musité al acariciar su cabello.
“Mejor vamos a comer”, dijo mamá, desviando el tema y caminando de vuelta al comedor junto a Asher.
Lo seguí de cerca y cuando volvimos a donde papá y Athom se encontraban, sonreí al ver que ahora ambos se encontraban más relajados y hablaban con naturalidad.
“Vengan a comer a la mesa, por favor”, dijo mamá haciéndole una seña a papá, quien de inmediato se puso de pie y luego se sentó en la mesa.
Mi madre sentó a Asher en sus piernas y yo sonreí con ternura al ver cómo ella poco a poco se dejaba caer en el encanto del pequeño Asher Patel, quien la miraba con aquellos lindos ojos azules que tenía, al igual que su padre.
Athom se sentó a mi lado y una vez que mamá terminó de servir la comida, comenzamos a conversar sobre cualquier cosa.
El ambiente se sentía ligero entre todos, y me daba gusto que mis padres parecieran aceptar mi relación con Athom, por lo que tomé valentía para contarles sobre mi reciente mudanza, pues además quería que mis padres vieran que lo nuestro iba en serio.
“Bueno, yo quisiera darles una noticia”, dije, llamando la atención de mis padres.
Papá alzó una ceja hacia mí y me miró con interés, mientras mamá ladeaba su rostro hacia mí, esperando a que dijera algo.
“Me he mudado con Athom y Asher”, solté.
Mi padre abrió la boca con sorpresa y por largos segundos se quedó en silencio, al igual que mi madre, quien casi no estaba parpadeando.
Athom notó la sorpresa en sus rostros y entonces tomó mi mano por sobre la mesa.
“Es cierto”, dijo con seguridad al mirar a mis padres.
“Yo le he propuesto a Ruby irse a vivir conmigo y mi hijo, lo que me hace muy feliz, pues nos llevamos bien en la convivencia, y además, así Ruby se ahorra el pagar un arriendo sola”
“Wow…”
Susurró papá al mirar nuestras manos entrelazadas sobre la mesa.
“Supongo que deba felicitarlos, pues me parece un gran paso”
“Gracias, papá”, dije torciendo una sonrisa.
Observé a mi madre, quien continuaba en silencio, hasta que finalmente solo se encogió de hombros.
“Les deseo lo mejor en este nuevo proceso”, musitó.
Una lágrima bajó por su mejilla y la secó rápidamente.
“Estoy feliz de que mi niña por fin esté con un buen hombre”, soltó.
Mordí mi labio inferior al reprimir el llanto, pues si comenzaba, sabía muy bien que no terminaría.
Athom carraspeó a mi lado y pude ver una linda sonrisa aparecer en sus labios.
“Me siento muy halagado de saber que piensan eso de mí, que soy un buen hombre”, dijo.
“Les agradezco la confianza, y además, me gustaría que conozcan nuestra casa, pues está demás decir que serán bienvenidos cuando quieran”
“Gracias, Athom”, respondió mamá con una sonrisa genuina.
“Estoy segura de que pronto iremos a visitarlos”
“Podrían ir para la cena de navidad»
Sugirió Athom con tanta naturalidad que me hizo pensar que ya lo tenía todo planeado.
“Mi familia irá a casa ese día, y me gustaría que ustedes también estén presentes, pues ahora también son parte de mi familia, por lo que corresponde que estemos todos juntos»
Me miró de reojo y un cosquilleo se instaló en mi estómago al escucharlo hablar con tanta seguridad, como si se proyectara por siempre junto a mí, en esta relación.
«Ahí estaremos, hijo”, respondió papá con los ojos brillantes, sin poder dejar de sonreír, y en ese punto supe que Athom Patel ya se había ganado el corazón de mis padres.
“Papá”, espetó Asher.
Todos guardamos silencio y yo no pude evitar chillar de emoción y jalar el brazo de mi novio, quien tenía la boca muy abierta, al igual que sus ojos.
“Papá”, dije yo en voz alta hacia Asher, quien simplemente sonrió entre los brazos de mi madre.
“Papá”, volvió a decir.
“¡Hay que grabarlo!»
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