El bebe de mi jefe -
Capitulo 84
Capitulo 84:
Tomó su lápiz y la agenda que nos habían entregado en la entrada del auditorio e hizo como si estuviera registrando lo que aquel hombre decía, cuando lo cierto es que tenía una hoja completa de corazones y patrones extraños.
“Si te falta lápiz, te presto el mío”, bromee.
Ella no aguantó más y se rió bajito, a la vez que miraba a nuestro alrededor si es que alguien nos estaba escuchando, pero lo cierto es que todos estaban o en sus celulares o conversando entre sí mismos.
“Eres un desobediente”
Reprochó con diversión y yo rodeé sus hombros con uno de mis brazos, para después acercarme a su oído con cautela.
“¿A qué hora me dará mi castigo, Señorita Smith?”, pregunté con picardía y noté cómo su cuerpo se tensó de inmediato.
Volteó su rostro para mirarme directo a los ojos, con sus labios a escasos milímetros de los míos.
“Tendremos un receso de veinte minutos, para que puedan disfrutar de la cortesía que ha dispuesto la empresa Brown”
Anunció el hombre que estaba dando la conferencia y miré hacia el frente, notando cómo aparecían varias personas con bandejas de comida y bebidas, que pasaban por cada puesto, ofreciendo diferentes cosas.
Miré a Ruby con complicidad y ella arrugó las cejas de inmediato, entendiendo lo que mi mente estaba maquinando.
“No, Athom…”
Advirtió, pero fuera de hacerle caso, me levanté y luego extendí mi mano hacia ella.
“Vamos, amor”, dije sonriente.
“Tengo una mejor idea”
Ruby suspiró y luego se puso de pie, tomando la mano que le estaba ofreciendo.
Sonreí con diversión y la arrastré hasta un costado del escenario, donde se encontraba el Señor Brown bebiendo una copa de champagne.
“¡Hola, Athom!”
Saludó con un abrazo efusivo al verme y yo le correspondí, pues no había tenido oportunidad para saludarlo como correspondía.
“Buenas tardes, señorita”, dijo a Ruby, quien le sonrió con amabilidad.
“Buenas tardes, Señor Brown”, saludó la pelirroja a mi lado.
“Veníamos a disculparnos con usted, pues mi novia está muy enferma del estómago, ya sabe, el cambio de alimentación y de agua”, dije fingiendo tristeza y el hombre frente a mí observó a Ruby, quien de pronto había comenzado a hacer muecas extrañas, como si realmente le doliera el estómago.
Incluso llevó una mano hasta su barriga y la movió como si necesitara calmar un fuerte dolor.
La miré fingiendo preocupación y entonces el hombre frente a mí asintió con la cabeza, comprendiendo la situación.
“No te preocupes, Athom”, dijo finalmente.
“Vayan a descansar al hotel y luego podremos conversar más sobre el proyecto que queremos lanzar aquí”
“Me parece genial, Señor Brown”, respondí con alivio, pues si me quedaba un minuto más en aquella conferencia, terminaría trepando por las paredes.
“Espero que se mejore, señorita…”, dijo con amabilidad mi nuevo inversionista.
“Smith”, respondió Ruby con una sonrisa cordial.
“Un gusto conocerla, Señorita Smith. Espero que haya disfrutado del viaje, a pesar de su malestar”
“Gracias a usted por la invitación y lamento tener que retirarnos antes de que acabe la conferencia”, se disculpó ella algo avergonzada.
“No se preocupen”, respondió el hombre frente a nosotros y luego nos despedimos de él, agradeciéndole todas las atenciones que había tenido con ambos.
Después de eso, salimos rápidamente del hotel donde se estaba dando la conferencia.
“Eres un mentiroso, Athom”
Reprochó Ruby entre risas.
Jalé de ella hacia mi pecho y planté un intenso beso sobre sus labios, el cual solo logró llevarme a las nubes, como siempre.
Principio del formulario“¿De verdad querías quedarte tres horas más escuchando estupideces?», le pregunté, mirándola con diversión y ella negó con la cabeza.
“¿Cuál es el plan, entonces?», preguntó y yo me alejé un poco para tomarla de la mano y caminar con una loca idea en la cabeza.
“Adivina”, le guiñé un ojo.
“¿Es una sorpresa?», preguntó con fastidio.
“Qué inteligente eres, mi amor. Nunca había sido fan de la navidad, pues me parecía que era una celebración netamente comercial, en la cual valían más los regalos materiales que otra cosa, pero ahora, al ver el rostro iluminado de Ruby al ver el enorme árbol de navidad en medio de la calle, estaba comenzando a pensar en que tal vez, mi espíritu navideño había aparecido”.
“¡No puedo creerlo!»
Chilló tomando su celular a la vez que comenzaba a tomar fotos por doquier.
“Ven, debemos tomarnos una selfie”, dijo al jalarme a su lado.
Me puse tras ella y la abracé, pegándola a mi pecho y puse mi mejor sonrisa, mientras ella nos enfocaba junto al árbol navideño para capturar el momento.
Nos tomamos un par de fotografías más, haciendo muecas divertidas, y una finalmente dándonos un beso, como un par de adolescentes enamorados, pues en definitiva, no me importaba si todo el mundo nos veía de aquel modo, ya que estaba seguro de querer besar aquellos labios por el resto de mis días.
“Te quiero, mi amor”, dijo ella contra mis labios, mientras deslizaba sus manos hasta llegar a mi cuello.
“Yo también te quiero, mi amor”, respondí sintiendo que aquel momento había llegado.
“¿Sabes? No me quiero ir de aquí sin antes…”, dije con evidente nerviosismo.
“Sin pedirte que seas mi novia, Ruby”
Ella abrió sus ojos con asombro y mordió su labio inferior, el cual comenzó a temblar.
Aquellos hermosos ojos verdes se cristalizaron y entonces sonrió ampliamente, calmando los nervios que sentía.
“Entonces debes hacer la pregunta del millón”, dijo.
“¿Quieres ser mi novia, Ruby?» pregunté.
“Claro que quiero, Athom»
Asintió con la cabeza y entonces nos besamos una vez más para sellar aquel juramento.
«¿Entonces ya son novios?», preguntó mamá con evidente emoción.
La observé cubrir su rostro con ambas manos y gritar, tal como si le hubieran dado la mejor noticia del mundo.
“Sí, mamá»
Asentí con la cabeza y ella volvió a gritar para después rodearme con sus brazos.
“¡Esta es la mejor noticia!», dijo mientras continuaba abrazándome.
“Ruby es una mujer genial, hijo. Estoy segura de que ambos se merecen”
“Lo sé”, dije con una sonrisa torcida.
“Jamás pensé que llegaría a enamorarme de este modo», confesé.
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