El bebe de mi jefe
Capitulo 82

Capitulo 82:

Me metí en la ducha con cautela y me pegué a su espalda, logrando sobresaltarlo al sentir mi toque sobre su piel.

“Buenos días, mi amor”, musité divertida.

“Ahora sí que serán verdaderamente buenos”

Se dio media vuelta y me sonrió con picardía. Sus ojos escanearon mi cuerpo desnudo con cautela, y una sonrisa maliciosa se formó en sus labios poco a poco al observar cómo mis pezones se alzaban para saludarlo.

“¿Vas a besarme? ¿O solo te me quedarás mirando?”.

Cuestioné alzando una ceja de manera provocativa.

Diablos, no sabía dónde había quedado aquella versión mía que era tan tímida y recatada, pues al estar con Athom me sentía completamente diferente, como si él me hubiese dejado ver que también podía ser una chica se%y y provocativa si así lo quería, y es que a su lado me sentía capaz de todo.

Athom finalmente acercó su boca a la mía y devoró mis labios de una manera tan intensa que logró robarme el aliento.

Subí mis manos por su abdomen, deleitándome con aquel tonificado cuerpo que él se cargaba, y liberé un grito cuando me alzó por la cintura para afirmarme contra la fría pared de cerámica. Envolví mis piernas en sus caderas y sin más, Athom entró en mí, llenándome por completo y haciéndome g$mir su nombre.

“Me encantas, mi amor”

Susurró cerca de mi oído y mis latidos comenzaron a elevarse debido a la emoción y excitación que corría por mis venas al sentirlo dentro de mí.

“Te quiero”.

Susurré de vuelta y entonces Athom comenzó a penetrarme una y otra vez con entereza, y de una manera salvaje.

Me perdí en el placer y me dejé llevar por completo, disfrutando de sus labios sobre mi cuello y de sus manos presionando mis caderas, mientras gemía a viva voz su nombre.

El agua tibia caía sobre nosotros, recorriendo nuestras pieles, pero lo cierto es que dentro de mí había un volcán a punto de estallar y nada me importaba más que deleitarme del momento que Athom me estaba entregando.

POV Athom…

“¿A dónde vamos?”, preguntó Ruby una vez más.

Me reí bajito y guardé silencio, pues finalmente había decidido sorprenderla y llevarla a vivir una experiencia única.

Me había costado mucho trabajo poder reservar cupos para volar en un globo aerostático, pero luego de utilizar algunas pequeñas influencias lo conseguí.

Moría por ver el rostro de Ruby al verse volando sobre aquel globo, y por lo mismo, antes de salir del hotel le había vendado los ojos para que fuera una total sorpresa.

Nuestro destino estaba a cuarenta minutos desde donde nos estábamos hospedando, y ya estábamos por llegar.

“Ya no queda nada para que lo descubras por ti misma”, dije restándole importancia y dejando un casto beso sobre su frente.

Ella hizo un adorable puchero con sus labios y yo me derretí de manera instantánea.

Ruby me tenía completamente loco, y estos últimos días habían sido maravillosos, pues además de ser un gran equipo, habíamos descubierto que también éramos perfectos amantes en la cama, y aquello solamente reafirmaba que aquella mujer debía ser mi esposa.

Sí, yo estaba seguro de quererla y amarla para toda la vida, pero aún nos faltaba un buen trecho para llegar a ese punto de nuestras vidas.

“¿Por qué vas tan callado?”, preguntó ella luego de varios minutos en silencio.

“Si no puedo ver, podrías hacerme el favor de escuchar algo interesante…”, dijo con diversión y yo me acerqué a su oído para provocarla un poco.

“Muero por arrancarte la ropa y volver a hacerte mía”

Susurré en un tono candente, que logró erizar la piel de su cuello.

Ella se rio bajito y luego tragó saliva con dificultad, mostrándose afectada por mi comentario.

“Hemos llegado, Señor Patel”.

Espetó el chofer designado por la empresa del Señor Brown, quien cordialmente nos había puesto a disposición un auto y un conductor para que pudiéramos desplazarnos cómodamente por los lugares turísticos.

“Gracias”, dije con una sonrisa a aquel hombre que no dejaba de mirarnos con curiosidad y luego me bajé del vehículo para rodearlo de frente y poder abrir la puerta a Ruby, quien se mostraba emocionada, aunque no pudiera ver nada a causa de la venda en sus ojos.

Nos despedimos del chofer y luego tomé la mano de Ruby para caminar en dirección al terreno baldío donde estaba esperándonos el encargado de hacernos volar en aquel globo aerostático.

Una vez estuve frente a él, le hice una señal para que comprendiera que era una sorpresa para la pelirroja a mi lado.

“Está todo listo, Señor Patel”, dijo simplemente el hombre.

Asentí hacia él con una sonrisa y entonces me puse tras de Ruby para desatar la venda de sus ojos y dejarla ver lo que tenía enfrente.

Miré fijamente su rostro y la emoción se instaló en cada una de sus facciones, haciéndola ver como una niña pequeña a punto de abrir sus regalos de navidad.

“¿Te gusta?”, pregunté.

Ella llevó ambas manos a su boca en señal de asombro y luego simplemente asintió con la cabeza para después rodearme con sus brazos.

“Siempre soñé con subir en uno de estos”, reconoció.

Alzó su rostro hacia mí y pude ver sus ojos cristalizados.

“Entonces es momento de cumplir ese sueño, mi amor”, señalé al guiñarle un ojo.

Nos subimos en el globo aerostático con ayuda del amable señor y luego de que nos explicara con detalle los cuidados que debíamos tomar, el vuelo comenzó.

Ruby se afirmó de la baranda y miró con amplios ojos todo a su alrededor mientras yo me ponía tras ella y la abrazaba, pegando su espalda a mi pecho.

Descansé mi rostro en la curvatura de su pecho y me permití inhalar su delicioso perfume.

“Athom, esto es hermoso. Gracias por esto, realmente no me lo esperaba”, susurró ella mientras observábamos la maravilla de paisaje frente a nosotros.

No estaba seguro de cómo se llamaba aquel lago que se podía apreciar bajo nosotros, pero aquellas aguas eran muy cristalinas y decoraban a la perfección nuestra visión.

“Te mereces esto y más, bonita”, le respondí luego de unos segundos.

Ella se volteó para mirarme de frente y me abrazó por el cuello, acercando nuestros rostros.

La observé con admiración, pues no podía dejar de pensar en lo perfecta que era para mí, y al mismo tiempo, no podía llegar a comprender lo ciego que había sido para no haberme fijado en ella antes, pues saltaba a la vista que era inteligente, amable, cariñosa, responsable, leal, fuerte, noble…

“¿Qué ocurre, mi amor?”, preguntó ella al mirarme con curiosidad.

“Me estás mirando de una forma muy extraña”

Arrugó su nariz y yo me reí, pues de seguro parecía un loco psicópata.

“Solo pensaba en lo loco que estoy por ti”, susurré.

Ella sonrió ampliamente y luego cerró sus ojos.

El viento golpeaba en nuestros rostros, y yo me sentía literalmente en las nubes, aunque en realidad no estábamos muy lejos de ellas.

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