El bebe de mi jefe
Capitulo 60

Capitulo 60:

“Dime qué te pasó, Athom Patel”.

Se cruzó de brazos frunciendo las cejas.

“No soy idiota, y es evidente que alguien te golpeó”

“Es una larga historia”, dije intentando disuadirla del tema.

Caminé hasta la sala de estar y me encontré con Amalia, quien estaba con su laptop sobre las piernas y tecleaba con rapidez.

“Que suerte que tengo todo el tiempo del mundo para escucharte”, respondió mamá alcanzándome.

Mi prima alzó su mirada hacia mí y al verme abrió la boca con asombro, para después bajar la tapa a su computadora y dejarla a un lado.

Me senté a su lado y ella me observó con cautela.

“¿Debo poner una denuncia por eso?”, preguntó señalando mi rostro con su dedo índice.

Negué con la cabeza de inmediato, pues no creía que Andi fuera un peligro para mí, aunque sí para Ruby.

“Tal vez”, susurré.

“Luego hablamos sobre eso, primita”

“¡Ya, cuéntame qué te hicieron, Athom!”

Chilló mi madre al sentarse frente a mí con las cejas muy juntas en señal de molestia y preocupación.

“El ex novio de Ruby estaba esperándola fuera de su departamento”, comencé diciendo.

“Se puso grosero con ella, y yo la defendí”.

Hice una mueca de disgusto al recordar aquella escena, pues no había sido nada agradable tener que escuchar cómo se refería a la mujer que ahora se había robado mi corazón.

Mi madre llevó ambas manos hasta su boca y luego soltó una carcajada.

“¡Diablos, si es que eres digno hijo de Finn!”

Negó con la cabeza divertida y Amalia la miró con curiosidad.

“Ese chisme no me lo sé, tía”, musitó la pelinegra a mi lado.

“Yo tampoco”, dije de inmediato para desviar la atención.

Miré a Asher y noté cómo poco a poco cerraba sus ojos al dejarse llevar por el sueño.

“Antes de conocer a Finn Patel, el amor de mi vida, yo tenía un ex novio”, comentó haciendo una mueca con los labios.

“Aquel chico viajó desde Estados Unidos solo para tratarme mal y humillarme, pero tu padre le dio una paliza para defender mi honor…”, suspiró con un aire soñador y Amalia a mi lado sonrió con ilusión, como si aquello fuera lo mejor del mundo.

“No sabía de aquel episodio en su historia de amor”, alcé una ceja divertido y luego me encogí de hombros.

“Creo que fuiste un héroe esta noche, Athom”, musitó Amalia a mi lado.

Me volteé hacia ella y sonreí. “¿Cuándo reconocerás que te mueres por esa pelirroja?”, cuestionó divertida.

“Ya lo reconocí”.

Le guiñé un ojo y mi madre chuló emocionada haciéndome reír.

“¿Qué es lo que no nos estás contando?”, preguntó mamá con interés.

“Esta noche besé a Ruby”

Solté con una sonrisa de imbécil marcada en los labios.

Ambas mujeres me miraron con asombro y por sus rostros confundidos supe que se vendrían miles de preguntas al respecto.

“¿Y cómo reaccionó ella?”, preguntó mi madre aún con los labios entreabiertos por la sorpresa.

“No lo sé”, suspiré.

“Ella no dijo nada, solo se fue del lugar, pero supongo que es normal, pues la tomé por sorpresa”

Amalia y mamá intercambiaron una mirada de preocupación y yo arrugué las cejas al no entender qué pasaba por sus mentes.

“¿Qué ocurre con eso?”, pregunté.

“No es una buena señal el que haya huido sin decir nada”.

Puntualizó Amalia con un tono de voz suave.

“¿Le dejaste en claro que le interesas para algo serio?”, preguntó.

Desvié la mirada al entender su punto y entonces la venda se cayó de mis ojos, haciéndome ver la realidad.

Había arruinado las cosas entre ambos, pues era probable que ella pensara que solo la había besado sin motivo alguno, cuando la realidad era que yo quería estar con ella de una manera formal y seria, pues no había nadie más en el mundo que me interesara de la forma en que ella lo hacía.

¿Y si justo en este momento estaba pensando que abusé de mi lugar de jefe al besarla?

¡Diablos!

“Creo que lo jodí”.

Reconocí al darme cuenta de lo que había hecho.

“A ver”, musitó mamá con una sonrisa dulce.

“Tal vez en este momento Ruby piense que solo querías besarla por una atracción física, por lo que tu tarea es demostrarle lo contrario, que la quieres como algo más que una amiga. Será difícil, sí, pues por lo que noto, ella te ve como un amigo, pero debes dejarle claro tus sentimientos desde ahora”

Miré a mi madre y asentí en respuesta, pues tenía razón.

“Entonces Ruby se convirtió en la cenicienta escapista», dijo Amalia a mi lado, haciéndome sonreír de medio lado al recordar cómo le quedaba aquel vestido rojo.

«Se veía como una princesa», musité con nostalgia.

«Tía, tu hijo cayó en las redes del amor», murmuró Amalia haciendo reír a mamá, quien solo se encogió de hombros en respuesta.

«Me parece que ya era hora».

Guiñó un ojo en mi dirección y luego se acomodó mejor en el sillón en que estaba.

«Por cierto, ¿Qué tal estuvo la premiación?».

Cuestionó con interés y yo sonreí aún más, pues esto sí era una buena noticia.

«Fui el único ganador de este año», les conté.

Amalia y mi madre se miraron entre sí evaluando si estaba hablando en serio o no, y cuando tomé el sobre que Ether Jones me había entregado y se lo extendí a mamá, sus ojos se ampliaron violentamente, como si hubieran querido salir de sus cuencas.

«¿Tanto dinero?», preguntó mirándome con incredulidad y Amalia corrió a su lado para poder leer también aquel papel y descubrir cuál había sido mi premio al ganar el puesto como mejor empresario del año.

«Creo que este es mi año», musité al mirar a mi pequeño hijo dormir plácidamente sobre mi pecho.

Luego de unos minutos, mamá y Amalia decidieron irse para dejarme descansar y antes de quitarme el traje acomodé a Asher en su cama, para después ir al baño y mirarme al espejo.

Diablos, Andi sí había logrado dejarme algunos golpes feos en el rostro, pero para ser sincero, me consolaba el hecho de haberlo golpeado también, pues no me había gustado para nada cómo se había referido a Ruby.

Tomé mi celular y decidí marcarle a mi hermosa pelirroja, pero la llamada fue directo al buzón de voz, por lo que me rendí y acabé enviándole un mensaje pidiendo vernos para hablar, pues no soportaría pasar todo el fin de semana sin tener noticias suyas.

Volvió a mi habitación y me puse cómodo para después acostarme en mi cama, cerrar los ojos y sonreír una vez más al recordar aquel beso que Ruby y yo habíamos compartido, pues para mí había sido perfecto.

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