El bebe de mi jefe -
Capitulo 53
Capitulo 53:
POV Ruby…
Abrí mis ojos de par en par al escuchar a mi jefe preguntar aquello.
Tragué saliva con dificultad y ladeé mi rostro, pensando en que tal vez había oído mal.
“¿Cómo?», pregunté y moví la cabeza intentando aclarar mi mente.
“Que si quieres salir conmigo este sábado”, repitió sus palabras.
Alzó una ceja y sonrió de medio lado.
Diablos, Athom Patel me estaba invitando a salir.
¿Mamá y Josh tendrían razón al pensar que aquel hombre estaba interesado en mí de una forma romántica?
¡Diablos!
“¿A dónde?»
Cuestioné aún sin poder creerlo del todo, pues me había tomado muy desprevenida.
“Tengo un evento y tengo derecho a llevar un acompañante”.
Se encogió de hombros y yo arrugué las cejas hacia él.
“Me gustaría que fueras conmigo».
Yo era su secretaria, y tenía registro de todos sus eventos, pues era quien los agendaba, por lo que sabía perfectamente que esta semana se llevaría a cabo la premiación de empresarios nacionales reconocidos, en donde Athom sería premiado.
“¿Me estás invitando a tu premiación?»
Cuestioné llevando una mano a mi boca en señal de sorpresa.
“M!erda…”
Susurré de manera involuntaria, por lo que negué de inmediato con la cabeza y me sentí avergonzada al ver cómo Athom comenzaba a reírse de mi reacción.
“Eso es algo muy importante, ¿Seguro quieres ir con tu secretaria?», pregunté algo temerosa.
“Eres mucho más que mi secretaria».
Puntualizó con una mueca en los labios.
«Y si me lo preguntas así, no. No quiero ir con mi secretaria, quiero ir con Ruby Smith».
Sonreí hacia él y me sentí tímida, pues esto era muy extraño para mí, pero no podía negarme a acompañarlo.
Athom se había convertido en un gran amigo para mí, y claro que estaría muy feliz de poder verlo recibir aquel premio que tanto merecía por su trabajo duro.
“Contaré con usted, Señor Patel».
Asentí con la cabeza y su rostro se iluminó en respuesta, por lo que asintió con la cabeza y me guiñó un ojo.
“No va a arrepentirse, Señorita Smith».
Luego de decir aquello, Athom se dio media vuelta y luego lo vi entrar a su despacho. Me dejé caer contra el respaldo de la silla y suspiré audiblemente, pues mi mente no dejaba de buscarle significado a su invitación.
Diablos, hace unos meses tan solo éramos jefe y secretaria, y ahora teníamos una linda amistad, lo que aún me parecía raro, y por ese mismo motivo no podía pensar en que sus intenciones conmigo iban más allá de una amistad.
Cerré los ojos y una sonrisa se formó en mis labios al recordar cómo se había referido a mí hace un momento.
Bonita…
M!erda… ¡No, no, no!
Borré la sonrisa en mi rostro y tomé mi tablet para comenzar con la confirmación de correos electrónicos que tenía pendiente.
“¡Nos vamos, Athom!»
Alcé la mirada de mi computadora y me encontré con Alexander, quien estaba de pie en la entrada de mi oficina examinando todo con curiosidad a la vez que sonreía.
“¿Qué haces aquí, Alex?», pregunté de inmediato.
“Vine a buscarte, pues no quiero ir a cenar solo».
Se encogió de hombros y yo alcé una ceja divertida.
“¿Y por qué no vas con Wang?», pregunté con malicia.
El rubio giró los ojos con fastidio y luego se encogió de hombros.
“Mejor mueve tu culo y vamos a comer, pues muero de hambre”
Asentí con la cabeza a la vez que me reía, pues seguro algo había pasado con aquella periodista, motivo por el que Álex había aparecido sin antes avisarme.
Apagué todo y luego ambos salimos de mi oficina.
“Tu princesa roja ya se fue”.
Susurró Alex a mi lado mientras caminábamos hacia los ascensores.
Miré hacia el cubículo de Ruby y pude comprobar que efectivamente ella ya no estaba, y era obvio, pues ya no estábamos en horario laboral.
“¿Cómo supiste que aún estaba aquí?», le pregunté a mi primo, quien soltó una pequeña carcajada.
“Es solo que llamé a Tía Aurora y ella me dijo que aún no dabas señales de vida, por lo que aproveché de avisarle que iba a raptarte para cenar juntos”, explicó.
Nos subimos al ascensor y bajamos hasta la primera planta del edificio, mientras Alexander me contaba que en su canal estaban por lanzar un nuevo espacio de entretenimiento, pues montaron un reality show con famosos del país.
“Supongo que eso venderá mucho”.
Comenté mientras nos subíamos a su automóvil.
“A la gente le gusta el morbo y meterse en las vidas ajenas».
“Hablando de eso…”
Alzó una ceja a la vez que encendía el motor.
“¿Ya reconociste que estás babeando por tu secretaria?»
Giré los ojos con fastidio y desvié la mirada, pues no quería que Alex comenzara con su interrogatorio sin fin.
“Vamos a comer”, dije sin responder a su pregunta.
Al llegar al restaurante de comida china que Alex había escogido, nos sentamos en unas mesas desocupadas y él pidió la carta de comidas.
Lo noté tenso, como si estuviera ocultando algo y me pareció como si con aquella carta entre sus manos intentara esconderse de alguien.
Arrugué las cejas y miré hacia los lados, para ver qué se tramaba mi primo, pero no vi nada sospechoso.
“¿Rollitos primavera?», preguntó aún escondido entre esa carta.
“Sí, y además un Wantoon Mee”, dije sin siquiera ver la carta, pues solía visitar mucho este lugar y amaba aquel plato de fideos con verduras, carne de cerdo y dumplings.
“¿Se puede saber qué diablos te ocurre, Alex?», pregunté al verlo más nervioso de lo habitual.
“Si lo digo pareceré un psicópata”, musitó al alzar sus ojos sobre la carta para mirar hacia un punto tras de mí.
Me volteé levemente para no levantar sospechas y entonces observé a Wang, la periodista, acompañada de un hombre bastante guapo, y que se mostraba muy interesado en ella, pues cada que podía se le acercaba y ambos reían como si se conocieran de toda la vida.
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