El bebe de mi jefe
Capitulo 41

Capitulo 41:

Sugerí intentando dejar pasar esas malditas sensaciones extrañas que estaba generando Ruby en mí.

“Una vez que Asher duerma puedes ver tu serie, o hacer lo que quieras, ya sabes que él no molesta”.

“Sí, creo que es un buen plan”

Asintió en respuesta, regalándome una dulce sonrisa que solo aumentó más mis estúpidas fantasías de querer probar aquellos labios rellenos que ella poseía.

“Ahora me iré a la oficina y volveré luego de que acabe de hacer mis pendientes”.

“Sí, claro”

Asentí con la cabeza.

“Si quieres luego puedo ir a buscarte a la oficina o a tu departamento”

Me ofrecí, pues sentía que le debía mucho a esta mujer, pues sin duda, cada día me convencía más de que sin ella mi vida ahora sería un completo desastre.

“No es necesario, Athom”, dijo de inmediato con aquella sonrisa que podría iluminar todo a su paso.

“Nos vemos después”

Movió su mano a modo de despedida y luego salió de mi vista.

Supe que se había marchado cuando escuché el sonido de la puerta cerrarse minutos después y solo entonces salí de la cocina y fui hasta la habitación de Asher para comprobar que, en efecto, él seguía durmiendo plácidamente.

“¿Cómo está mi sobrino hermoso?”

Sonreí al abrir la puerta y encontrarme con Alexander, quien traía en sus manos un enorme peluche con forma de conejo. Me eché a un lado y lo dejé pasar.

“Aquí como lo ves, muy despierto y esperando a que llegue Ruby”, contesté.

Mi primo me sonrió con picardía, pero agradecí que no soltara algún comentario fuera de lugar. Le extendí a Asher y él lo tomó con una gran sonrisa, a la vez que le presentaba el nuevo peluche que le había traído.

“Lo vas a mal acostumbrar con tantos regalos”, le dije a Alex, quien ignoró mi advertencia y caminó hasta la sala de estar para sentarse en uno de los sillones junto a mi hijo, quien parecía totalmente enamorado de aquel peluche que su tío le había traído.

“¿Entonces hoy sí te cuidará tu madrastra, Asher?”, preguntó Alex al pequeño entre sus brazos, como si en realidad él pudiera contestarle.

“No le digas esas cosas, Alex”

Me crucé de brazos y arrugué las cejas.

“No seas idiota, ya sabes que Ruby no es más que mi amiga”.

“Para tu información, Asher aún no entiende qué significa aquello”

Alexander le restó importancia al tema, por lo que yo giré los ojos.

Estaba por agregar algo más a la conversación cuando escuché el sonido de las llaves en la puerta.

A modo de reflejo sonreí, pues la única persona que tenía otra copia de las llaves era aquella pelirroja que últimamente me tenía muy confundido.

“Creo que ya es hora de irnos, Alex”

Comenté poniéndome de pie y caminando hasta Asher para dejar un beso en su coronilla.

“Nos vemos más tarde, hijo. Te amo”, musité hacia él.

“¡Llegué!”, gritó Ruby desde la entrada, anunciando su llegada.

“¿Athom?”, preguntó.

“Uy, si hasta ya se tutean”

Se burló mi primo con aquel típico tono que utilizaba con el fin de avergonzarme.

“Ya deja de joderme, Alexander”, gruñí en respuesta.

Ruby apareció frente a nosotros y sonrió siendo ajena del comentario que mi primo acababa de hacerme.

“Es un gusto verte, Ruby”, musitó Alexander caminando hacia la pelirroja y tomando su mano para dejar un casto beso en el dorso.

“Como siempre, te ves muy reluciente…”

“Ya, nos vamos”

Espeté sintiendo la ira correr por mis venas al ver cómo el cretino de Alexander buscaba la manera de ponerme en evidencia, pues en el fondo él ya intuía que algo me estaba pasando con Ruby, y quería demostrarlo a toda costa con aquel gesto.

“Llegaré cerca de las dos de la mañana, pero cualquier cosa, sabes que me puedes llamar y vendré de inmediato si se trata de una emergencia”, le dije a Ruby pasando por su lado y alzando una ceja hacia mi primo, quien me miraba con diversión.

“Bueno, creo que es hora de irnos”

Se encogió de hombros y luego pasó a despedirse de Asher con un beso en su mejilla.

“Nos vemos, sobrino”.

Ambos salimos de mi casa y una vez nos montamos en el taxi que él había pedido, Alexander no perdió el tiempo para seguir jodiéndome.

“No creas que me engañas, Patel”, me guiñó un ojo.

“Te conozco tanto como a mí mismo y sé que te mueres por esa mujer”.

“Estás loco, hombre”

Negué con la cabeza de inmediato, manteniendo mi postura firme, pues no quería reconocer nada de lo que en mi mente estaba pasando, de lo contrario, solo se volvería más real el hecho de que Ruby se estaba metiendo bajo mi piel sin siquiera intentarlo.

Alexander había escogido justo aquel bar que siempre estaba repleto de gente, pero por suerte, había sido precavido al reservar una mesa con anticipación, pues de lo contrario, nos hubiéramos quedado sin un lugar, ya que el lugar estaba lleno de personas por todos lados.

Al entrar a aquel bar sonreí con nostalgia, pues hacía mucho que no visitaba un lugar como esos, y este en particular me gustaba mucho, pues la música siempre estaba baja, lo cual permitía poder hablar sin interrupciones y con tranquilidad.

“Entonces…”, susurré con una sonrisa curiosa hacia mi primo.

“¿Qué tal todo con Wang?”, pregunté.

Le di un gran sorbo al vaso de whiskey que tenía frente a mí y miré con atención que mi primo se había tensado al escuchar aquel nombre.

“Ni me digas…”, susurró en respuesta junto a una mueca en los labios.

“Esa mujer va a matarme”

Concluyó.

“¿Y eso es malo?”

“No lo sé”

Negó con la cabeza y bajó la mirada hasta el vaso que tenía frente a él.

“¿Puedes creer que ya no se me para con nadie más?”, preguntó con las cejas arrugadas.

Guardé silencio, pero no pude evitar abrir los ojos con asombro, pues eso se escuchaba muy jodido, y que además, aquella rubia le interesaba mucho más de lo que él quería aceptar.

De pronto sonreí, pues no estábamos en escenarios muy diferentes, ya que ambos estábamos luchando contra nuestros sentimientos.

“Eso se escucha jodido, Alex”

Comenté sin saber muy bien qué responderle, pues nunca me había ocurrido, hasta el momento.

“¡Claro que lo es!”

Suspiró con agobio.

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