El bebe de mi jefe
Capitulo 39

Capitulo 39:

“¿Y eso por qué ocurrió?”

Cuestionó con un tono de voz divertido, que no me hizo gracia.

“Seguro la culpa la tuvo alguien en particular”, dijo con malicia, pero no caí en su juego, pues aunque Andi había sido un mal novio el último tiempo, yo no era nadie como para exponer su orientación sexual ante el resto del mundo, eso era tema suyo.

“Cualquier explicación se la debe pedir a su hijo, no a mí, pues yo no le debo nada a usted”, respondí con educación, pero al mismo tiempo marcando un límite, pues no tenía por qué aceptar que ella me hablara de aquel modo.

“Fue un gusto conocerla, pero le pido que no me llame más, pues no quiero seguir en contacto con usted. Andi y yo hemos roto y con eso también la relación que yo pude haber tenido con usted”.

“Seguro que tú le hiciste algo a mi hijo, pues él se sacrificó mucho por estar contigo”, dijo.

“Incluso me dejó viviendo sola por darte en el gusto”

Añadió con evidente molestia.

Abrí la boca con asombro, sin poder creer lo que acababa de decirme aquella señora.

“Primero, a su hijo nadie lo obligó a estar conmigo o a irse de su casa”

Aclaré con enfado.

“Y en segundo lugar le aconsejo no inmiscuirse en relaciones ajenas”

Solté en respuesta, sintiéndome totalmente fuera de mí, pues aquella mujer se estaba tomando libertades que no le correspondían.

“Mejor preocúpese del por qué su hijo no ha considerado importante contarle que ya no está conmigo, pues esa es la única relación que debería importarle, y no la que yo haya tenido con él”.

No esperé una respuesta de su parte, pues sentía que la sangre hervía dentro de mí, por lo que alejé el artefacto de mi oído y finalicé la llamada, aprovechando de bloquear aquel número de teléfono, pues hablaba en serio cuando le dije que no quería saber nada más de ella.

Estaba por dejar de lado mi celular, pero en eso se cruzó en la ventana de notificaciones un mensaje de Athom.

Lo abrí de inmediato y sonreí al ver que se trataba de una fotografía de Asher con un gorro azul que tenía un slogan que decía ‘8 meses’.

Diablos, aquel niño era adorable y no podía seguir fingiendo que no se había robado mi corazón.

Desde que lo conocí, aquel instinto materno se había instalado en mi corazón y al ser su niñera, sentía que había descubierto una faceta mía que me gustaba mucho. Por otra parte, también me gustaba la nueva relación que tenía con mi jefe, pues habíamos pasado de ser dos personas que trabajaban juntas a dos personas que se tenían confianza y que mantenían una relación de amistad. Aún no estaba segura de si ser amiga de Athom era bueno o malo, pero me hacía sentir cómoda, al igual que estar con su hijo.

Solo esperaba que esta nueva forma de relacionarnos no afectara en nuestro trabajo en Intelligent, pues por algo es que había ciertos límites entre lo profesional y personal, límites que entre ambos ya habían dejado de existir desde la llegada de Asher.

Suspiré a la vez que le seguía sonriendo a la pantalla al ver esa fotografía, por lo que me decidí a enviarle un sticker con muchos corazones junto a un simple: [Felices 8 meses, Asher].

POV Athom…

“¿Y esa sonrisa, primito?”, preguntó Amalia a mi lado.

Escondí mi celular en el bolsillo de mis pantalones y me hice el desentendido, pero su mirada curiosa seguía analizando mi comportamiento.

“Vaya, creo que alguien está cayendo en las redes del amor”

Insistió haciéndome rodar los ojos con fastidio.

“No te inventes historias, Amalia”

Negué con la cabeza y sonreí de lado al señalar a Asher con su gorro de celebración que Alexander le había enviado como regalo por cumplir 8 meses de vida.

“Solo le estaba tomando fotografías a Asher, para tener de recuerdo este día”.

“Claro”

Alzó una ceja divertida y se cruzó de brazos.

“Fotografías para Ruby, querrás decir”

Suspiré y la miré con diversión, pues ya no podía llevarle la contraria.

“Sí”

Asentí en respuesta y ella sonrió victoriosa.

“¿Estás celosa acaso?”

“¿Qué dices?”, preguntó de vuelta dejando salir una risa.

“Me alegra saber que ese corazón tuyo ya encontró el amor, Athom”, dijo con seguridad.

¿Había encontrado el amor?

No, claro que no. Ruby y yo éramos amigos.

Ella me hacía sentir cómodo y seguro, pues sabía que podía contar con su ayuda si tenía alguna emergencia con Asher y al ser su niñera, se me facilitaba la vida, pero no podía decir que me sentía enamorado, pues nunca lo he sentido antes.

“Ruby y yo somos amigos”, le expliqué a Amalia, pero de inmediato ella negó con la cabeza.

“Ey, no hagas eso de hacer como si supieras algo que yo no”.

“Ya verás que Asher tendrá una madrastra en poco tiempo, y por cierto, una muy guapa y responsable”, me guiñó un ojo en respuesta y luego simplemente se levantó del asiento en que estábamos, para caminar hacia los niños, quienes jugaban divertidos a pocos metros de nosotros.

Habíamos decidido sacarlos a un parque para niños que estaba cerca de mi casa, pues el día estaba hermoso y además, Amalia y yo queríamos que ambos niños formaran una relación sólida desde pequeños, tal como nosotros.

Aproveché que los ojos inquisitivos de mi prima no estaban sobre mí y volví a tomar mi celular entre las manos para revisar el último mensaje de Ruby.

Al ver un:

[Felices 8 meses, Asher]

Volví a sonreír como idiota.

Le respondí con un:

[Gracias, Ruby]

Luego pinché su fotografía de perfil, observando aquellos intensos ojos verdes que decoraban su rostro.

Demonios, Ruby era hermosa.

¿Cómo es que antes de la llegada de Asher nunca lo había notado?

Aquel cabello rojo resaltaba sobre su piel pálida, pero sin duda, aquellos rellenos labios en forma de corazón le daban un aspecto muy se%y.

¡M!erda!

No, no, no.

Volvió a sentir aquel cosquilleo en mi parte más íntima y de inmediato bloqueé mi celular, guardándolo en el bolsillo interior de mi chaqueta.

Estaba enojado conmigo mismo, pues no podía tener una maldita erección con solo ver una fotografía de la mujer que era mi amiga.

¿Qué diablos pasaba conmigo?

¡Me estaba comportando como un maldito adolescente!

“¡Athom!”

Chilló Amalia llamando mi atención y alcé la mirada hacia ella, quien me señalaba con los ojos brillantes a ambos niños.

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