El bebe de mi jefe
Capitulo 35

Capitulo 35:

Por lo que me acerqué a ella y de una manera incómoda, rodeé mi brazo sobre sus hombros, atrayendo su delicado cuerpo contra mí, pero teniendo a Asher en medio de nosotros.

Ruby alzó su intensa mirada verde hacia mí y ver aquellos ojos cristalizados solo me provocó ganas de querer ayudarla en su proceso de sanación, pues no quería ni imaginar lo horrible que debía sentirse descubrir a tu pareja ser infiel.

“Tranquila, estoy aquí para ayudarte”, le dije en un susurro.

Suavemente acaricié su espalda con una mano libre y luego me alejé lentamente, al no querer invadir su espacio personal.

“Gracias, se lo agradezco mucho”, musitó con sus labios temblorosos, en una clara señal de querer llorar.

“Vamos, te invito a cenar”, le dije con una sonrisa y antes de que ella pudiera negarse, le entregué a Asher en brazos y el pequeño se encargó de pasar sus manos por la cara de Ruby, haciéndola reír.

Al verla sonreír con mi hijo en brazos supe de inmediato que ambos tenían una linda conexión, la que tal vez podría aprovechar debido a la circunstancia en que me encontraba ahora, sin una persona que pudiera ayudarme con el cuidado de Asher.

Ambos salimos del edificio en completo silencio, a excepción de los balbuceos de Asher, quien no dejaba de comunicarse con Ruby.

De reojo observé cómo la pelirroja le sonreía y hacía muecas divertidas hacia él, quien se mostraba muy feliz en sus brazos.

Subimos en mi automóvil y fuimos directo a mi restaurante de comida mexicana favorito, pues tenía ganas de ir a comer ahí hace mucho tiempo.

POV Ruby…

“Buenas noches, ¿Tienen reserva?”, preguntó la recepcionista de aquel hermoso y elegante restaurante a donde mi jefe nos había llevado.

Asher se revolcaba con incomodidad sobre mis brazos, por lo que comencé a balancearme junto a él mientras mi jefe conversaba con aquella chica, pues al parecer, no teníamos reserva.

“¿Qué ocurre?”, preguntó mi jefe al acercarse.

“Creo que hay que cambiarle el pañal a este pequeño”

Mencioné con una sonrisa de medio lado.

“Ya veo”

Asintió con la cabeza.

“Una vez nos instalemos iré a mudarlo”, señaló.

Minutos después, la amable recepcionista nos guió hasta una mesa disponible, y al caminar por el interior del lugar quedé maravillada por su decoración.

Todo indicaba que era un restaurante mexicano, ya que había muchos adornos con los colores respectivos de su bandera.

“Volveré en un momento para tomar su orden”

Nos indicó la chica, para después desaparecer y dejarnos a solas en aquella mesa para dos.

Me senté en mi lugar con Asher sobre mi regazo y de inmediato su padre se me acercó para tomarlo en brazos y ponerse sobre el hombro el bolso que traía todo lo que el niño necesitaba, incluido sus pañales para la muda.

“Iré a mudarlo, vuelvo enseguida”

Me indicó él con una sonrisa, alejándose del sitio junto al pequeño Asher en brazos.

Aun no podía acostumbrarme a esta versión de mi jefe, la cual parecía ser mucho más tierna que antes. Aunque para ser justa, nuestra relación antes de la llegada de Asher siempre fue estrictamente profesional, por lo que tal vez solo estaba haciendo un juicio de valor y él siempre había sido de este modo, tan preocupado por los demás y de buen corazón.

Miré a mi alrededor y pude observar a varias personas reír y conversar de manera animada, lo que me hizo pensar en que no sabía cómo sentirme respecto a esta invitación por parte de mi jefe.

Quería pensar que lo había hecho por cordialidad, y no porque al contarle sobre la hazaña de Andi había sentido lástima por mi persona. Suspiré y negué con la cabeza, pues no era momento para avergonzarme por haber llorado frente a él, ya que era algo que no había podido evitar. Sí, me sentía mucho mejor sin Andi en mi vida, pero eso no quitaba el hecho de que recordarlo ahí, en nuestra cama, con su amante, me había dejado la autoestima y el ego por los suelos.

“Creo que por poco el pañal de Asher podría haber explotado”, musitó mi jefe al volver a la mesa y sentarse frente a mí, con el pequeño en sus brazos.

Me reí ante sus explícitas palabras, lo que logró avergonzarlo un poco, pues sus mejillas se tiñeron levemente de rojo.

“Lo siento, pues ahora que lo pienso esa no es una agradable imagen mental”.

“No se preocupe, jefe”

Negué con la cabeza aún manteniendo una sonrisa divertida en mi rostro.

“Perdón que los moleste”, murmuró la chica que antes nos había recibido.

“¿Ya saben qué pedir?”, preguntó con amabilidad.

El hombre frente a mí me miró con curiosidad y tal vez pudo leer en mi rostro que yo no tenía idea de comida mexicana, por lo que hice un asentimiento con mi cabeza, para así darle paso a que él pidiera por ambos.

“Nos traes una tabla mixta de tacos y además, jugos naturales de frutas tropicales”

Indicó con una sonrisa.

“También un surtido de salsas picantes”

Agregó finalmente.

La chica asintió en respuesta y luego miró a Asher con una sonrisa tierna.

“¿También una silla para niños?”, cuestionó.

“Por favor”, musitó el hombre frente a mí con amabilidad.

“Vuelvo enseguida”, indicó la chica.

Una vez ella se alejó de nosotros, el silencio se instaló entre ambos, pues en realidad, yo no tenía idea de qué podía hablar con mi jefe.

No quería aburrirlo con los típicos temas del trabajo, y tampoco quería darle paso a que me pidiera detalles de mi ruptura con Andi.

Por lo que, luego de varios minutos, mi mente se iluminó.

“¿Cómo ha sido adaptarse a Asher?”

Solté la pregunta con curiosidad, y con una sonrisa en mis labios, pero luego de hacerlo, me sentí algo fuera de lugar, pues tal vez aquello había sido muy personal para la relación que ambos teníamos.

“Lo siento, jefe, no quisiera ser entrometida”.

“Hasta el momento eres la única persona que me ha preguntado eso”, dijo con una sonrisa de medio lado y luego ladeó su cabeza para mirar el rostro de Asher, quien estaba balbuceando en su típico lenguaje infantil.

“La verdad no lo había pensado, pues es algo que me dio con naturalidad, pero…”

Vaciló un instante antes de continuar hablando.

“Creo que ha sido difícil, pues aún no sé si lo estoy haciendo de la manera correcta, si soy un buen padre para él”.

“Seguro que lo está haciendo perfecto, jefe”, lo animé.

“De ser así, no lo estaría logrando sin ti”

Me guiñó un ojo y me sentí avergonzada, pues no quería tomar crédito por algo que no había hecho directamente.

Es decir, sí, yo le había ayudado a cuidar del pequeño en varias oportunidades, pero el trabajo de ser padre las veinticuatro horas se lo llevaba él.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar