El bebe de mi jefe -
Capitulo 32
Capitulo 32:
“Gracias por verlo así”, le respondí.
Papá se sentó frente a mí y me miró fijamente.
Él quería decirme algo, pero se estaba tomando su tiempo para hacerlo, hasta que luego de eternos segundos en silencio sonrió de medio lado.
“Sin duda, estoy orgulloso de ti, Athom Patel”
Me guiñó un ojo con complicidad y yo alcé una ceja en respuesta, pues no entendía a qué se refería con exactitud.
“¿Y eso por qué?”
Decidí preguntar.
“Porque te hiciste cargo de un niño pequeño, del cual no estabas seguro de si sería tu hijo biológico”, murmuró ladeando la cabeza.
“Y eso solo habla del buen corazón que tienes y de lo bien que te educamos junto a tu madre, pues eres un hombre noble, Athom”.
“Wow…”
Susurré sintiendo cómo sus palabras resonaban en mi interior, porque sin duda mi padre era una de las personas a las que más admiraba en el mundo, y saber que él se enorgullecía de mis decisiones, solo me hacía sentir bien conmigo mismo y con el rumbo que mi vida estaba tomando.
“Gracias por hacerme ver lo que piensas, padre”.
“Además, no creas que no me he dado cuenta de lo bien que te manejas en Intelligent”
Agregó con una enorme sonrisa, para después darle un largo sorbo a su lata de cerveza.
“Soy hijo único, ¿Qué más quieres que haga?”, pregunté con diversión.
“Literalmente, esa empresa solo me tiene a mí ahora que tú has decidido jubilarte anticipadamente”.
“Bueno, ahora también tenemos a Asher”, musitó con una ceja alzada.
“Claro, si eso es lo que él desea algún día”.
“Apenas tiene seis meses, dejemos que el tiempo haga lo suyo”, bromeé haciendo reír a papá.
Tomé otro sorbo de aquella lata de cerveza y cuando papá iba a decir algo más, la puerta de mi despacho se abrió, mostrándome a Alexander, quien traía el pelo desordenado y ropa deportiva, lo cual solo indicaba que había salido a trotar para liberar el estrés, como siempre solía hacer cuando se sentía atrapado con algo en su vida.
“Hola, familia”, dijo divertido al vernos.
“Adelante, pasa”, le dije con un ademán.
Aquel rubio que era prácticamente mi hermano entró en el lugar y se dejó caer en el asiento de al lado de papá, no sin antes apretar el hombro de mi progenitor en un acto de cariño.
“¿Cómo estás, tío favorito?”, preguntó el rubio con diversión.
“¿Cómo llevas el ser abuelo?”
“Genial”, respondió mi padre mirándome de reojo.
“¿Si te das cuenta que ya hay dos bebés hombres en la familia?”, le preguntó de vuelta mirando a mi primo con curiosidad.
“Ehhh, sí…”, respondió Alex arrugando las cejas con confusión.
“Falta que tú traigas a la niña, Alex”, dijo papá en tono de broma, haciéndome reír a carcajadas ante la mueca que mi querido primo consiguió con esas palabras.
“Lamento arruinar tus ilusiones, tío”, dijo el rubio de inmediato, pero eso no está en mis planes por el momento.
“No digas eso, ya ves que yo decía lo mismo y acabé con un bebé sorpresa en mi oficina”, le recordé con diversión.
“La diferencia es que yo siempre utilizo c%ndón, primito”, Alex alzó una ceja hacia mí y yo giré los ojos en respuesta.
“Bueno, muchachos”, murmuró papá poniéndose de pie.
“Iré a ver al amor de mi vida mientras ustedes hablan de sus asuntos joviales”.
“¡Aún eres joven, tío Finn!”
Soltó Alex hacia mi padre, quien lo ignoró por completo para luego salir del despacho y dejarnos a solas.
“¿Qué te trae por aquí, Alex?”, le pregunté al rubio frente a mí, quien tomó sin permiso mi lata de cerveza y acabó por terminarla de un solo trago.
“Nada en particular…”
Ladeó la cabeza y negó de inmediato.
“Traje algunos regalos para mi sobrino, y quería pasar a saludarlo”.
“¡Genial!”, fingí entusiasmo.
“Ahora dime la verdad, Alex. Recuerda que te conozco como la palma de mi mano, a mí no puedes engañarme, pues sé que algo te ocurre”.
Mi primo giró los ojos con fastidio y luego adoptó una postura derrotada, dejando sus codos sobre el escritorio y afirmando su rostro entre sus manos.
Me miró fijamente y luego tragó saliva con dificultad.
“Es Wang”, susurró.
“Anoche salimos juntos a cenar”.
“¿Y qué tal?”, pregunté intrigado, pues no creía que llegaría el día en que una mujer pudiera robarse la completa atención de Alexander, quien siempre se había caracterizado por ser un alma libre.
“Es una larga historia…”, dijo con evasión, a lo que sonreí, pues en el fondo sabía que mi primo estaba cayendo en las redes de aquella periodista.
Hacía mucho que no pasaba una tarde tan agradable junto a mi familia, y al ver cómo mi madre jugaba con Asher mientras papá les tomaba muchísimas fotografías, me sentí feliz y pude agradecerle al destino haberme puesto a este bebé en el camino, pues aunque llevaba poco tiempo a mi lado, me había enseñado muchas cosas y poco a poco comenzaba a crecer un extraño sentimiento de realización personal en mí.
“Tío Thom”, musitó Ángel a mis pies.
Bajé la mirada hacia mi ahijado, quien había llegado hace un momento junto a Amalia, y me agaché para tomarlo en brazos.
“Hola, Ángel”, dije con una sonrisa, para después depositar un beso sobre su coronilla.
“Te amo”, dijo él con una sonrisa de vuelta, llenando mi corazón de amor.
Lo abracé contra mi pecho y una vez más agradecí por lo que ahora tenía en mi vida, pues sin duda, mi vida se sentía mucho mejor al pasar tiempo de calidad con mi familia y seres queridos, cuestión que por mucho tiempo postergué para simplemente dedicarme al trabajo en la empresa.
“Creo que alguien está celoso de Asher”, murmuró Amalia llegando a mi lado y observando a su hijo con curiosidad.
El pequeño rubio arrugó sus cejas y bufó en respuesta.
“¿Eso es cierto, Ángel?”, pregunté con diversión, pues su reacción no hacía más que confirmar las palabras de su madre.
“No tienes por qué estarlo, pues tú siempre ocuparás un lugar especial en mi corazón”.
“¿Sí?”
Cuestionó Ángel batiendo sus pestañas hacia mí. Asentí con la cabeza en respuesta y él soltó una pequeña risita.
“Claro que sí”
Le guiñé un ojo.
“Tú sabes que tu madre y yo nos amamos, ¿Cierto?”
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