El bebe de mi jefe -
Capitulo 29
Capitulo 29:
Al terminar de desayunar con mis padres, me despedí de ellos con la promesa de volver pronto a verlos y luego tomé un autobús para llegar hasta mi departamento, donde esperaba poner un poco de orden y luego salir a comprar todo lo necesario para poder recibir al nuevo integrante de la familia.
De camino a casa, me había contactado con un albergue de animales y ellos me habían propuesto visitar el lugar hoy por la tarde y de ese modo poder evaluar mi situación para ver si yo era idónea para adoptar a algún gatito, por lo que estaba muy emocionada y esperanzada de poder tener uno pronto.
La chica que me había contestado la llamada había sido muy amable conmigo, tanto así que cuando le comenté que trabajaba en Intelligent, me dijo que de seguro podría optar a una adopción con ellos, pues buscaban que los futuros dueños sean personas que puedan querer, pero además, costear una buena vida para los animales que entregaban en adopción, lo cual, según mi salario, sí podría hacer.
Subí hasta mi piso con una enorme sonrisa en los labios al pensar en que pronto traería a un nuevo integrante a mi pequeña familia, pero antes de poder abrir la puerta del departamento, un sonido me puso alerta.
Pegué mi oído a la fría superficie y escuché un nuevo sonido dentro, que logró ponerme la piel de gallina.
¿Es que acaso un ladrón había entrado en mi ausencia?
¡M!erda, m!erda, m!erda!
Me armé de valentía y tomé desde el fondo de mi cartera mi gas pimienta para tenerlo a mano en caso de emergencia, y con la otra mano inserté la llave en la cerradura, intentando hacer el menor ruido posible.
Mi corazón galopó agitado contra mi pecho, pues aunque hace algunos años había tomado un curso de defensa personal, no sabía si los posibles ladrones estarían armados o no.
Abrí la puerta lentamente y cuando esta me dejó ver el panorama interior, bufé con fastidio al ver ropa tirada por todo el piso.
Reconocí un jeans de Andi, junto a su camisa favorita.
Negué con la cabeza al recoger sus prendas desde el suelo y dejarlas sobre el sillón, junto a mi enorme bolso, mientras me decía a mí misma que debería volver a hablar con él sobre ayudar a mantener el orden en la casa.
“¿Andi?”, pregunté en voz alta, pues era evidente que había llegado antes de su viaje.
No obtuve una respuesta por su parte, pero lo que sí pude escuchar fue un quejido.
Arrugué las cejas con confusión y caminé lentamente hasta nuestra habitación, la cual se encontraba con la puerta abierta, dejándome ver aquella horrible escena que estaba protagonizando el hombre que decía amarme.
“Te amo”, musitó él en un susurro, pero sus palabras no iban dirigidas a mí, sino a Andrew, su mejor amigo, quien estaba sobre él, desnudo.
Observé por algunos segundos cómo Andi era penetrado por aquel chico y mientras yo intentaba unir las palabras en mi cerebro para expulsarlas por mi boca, él se dio media vuelta hacia mí y se detuvo de golpe.
“M!erda”, dijo Andrew consternado al verme ahí, de pie en la entrada de la habitación.
Lo vi ponerse de pie rápidamente, mientras Andi seguía con sus extremidades contra el colchón, aquel donde yo también solía dormir con él.
Andrew comenzó a vestirse de forma apresurada, para después pasar por mi lado y huir como una rata cobarde.
“Ruby”, musitó Andi levemente, enderezándose y mirándome con sorpresa.
“Pensé que estarías todo el fin de semana con tus padres”.
Aquellas palabras lograron hacerme reaccionar y arrugar las cejas hacia él, a la vez que me cruzaba de brazos a la altura de mi pecho.
“Ah, entonces por eso has traído a tu mejor amigo para tener se%o”
Afirmé dejando salir una sonrisa sarcástica.
“Lo siento, Andi, pero tal vez si me hubieses avisado, no llegaba tan temprano”
Negué con la cabeza al no poder procesar lo que acababa de ver.
Entonces, todas aquellas veces en que él no quiso hacer planes conmigo por ir con su mejor amigo vinieron a mi mente.
¿Me había sido infiel desde el inicio de nuestra relación?
¡Diablos, había sido tan inocente!
Rápidamente busqué una maleta vacía en mi clóset y como pude, comencé a guardar cosas importantes dentro de ella, pues lo único que quería en ese momento era irme lejos y no volver a ver a Andi.
“Ruby, debes escucharme”, susurró a mi lado, con un jogger puesto, cosa que agradecí.
“Esto no es lo que parece, fue un accidente”.
“Wow… ojalá yo tuviera accidentes como estos, de los que te dejan con las piernas temblando”
Hablé sin pensar, pero sintiendo mucha rabia contenida, pues no podía creer que siguiera mintiéndome, aún cuando lo había descubierto en pleno acto sexual con otro hombre.
“Te digo que no es lo que parece, Ruby”, explicó con las palabras atropelladas.
Andi continuó hablando a mi lado e incluso podía escuchar cómo había comenzado a llorar ante la desesperación de querer ‘explicarme’ lo sucedido, cuando era más que obvio que él estaba teniendo se%o con el que se suponía era su mejor amigo y no su amante.
Ignoré sus palabras, y no por voluntad propia, sino porque me sentía como una mera espectadora de la situación, a tal punto que podía ver cómo mis manos se movían temblorosas al guardar la mayor cantidad de ropa dentro de mi maleta, pero no podía sentir ni escuchar nada más que los intensos latidos de mi corazón contra mi pecho.
Estaba en estado de shock.
Quise salir de mi departamento con la maleta a rastras, pero antes de poder cruzar por completo la puerta, Andi se interpuso y me tomó del brazo para impedir mi paso.
“Por favor, Ruby…”, musitó aún con los ojos húmedos.
Sus palabras me trajeron de vuelta a la realidad, permitiendo que dejara de disociar y simplemente retiré su agarre de mi brazo con brusquedad.
“Me das asco, Andi”, espeté con dureza.
“Eres una m!erda de persona, y espero que te vaya como la m!erda en la vida.
Me sentía completamente fuera de control, fuera de mí misma.
Yo no me caracterizaba por ser una persona ruda o brusca para decir las cosas, pero justo ahora que la venda se había caído de mis ojos sentía que odiaba a Andi por haber jugado conmigo todo este tiempo. Ahora entendía por qué se había disculpado al faltar a nuestra cena de aniversario, y no era otro el motivo que el sentimiento de culpa que debió invadirlo.
¿Quería estar con alguien que solo era capaz de sentir pena o culpa por mí?, ¿Con alguien que me había sido infiel?
“No quiero volver a verte la cara de imbécil nunca más”
Solté con una sonrisa sarcástica, tomando mi decisión.
“¡Al fin encontraste un motivo para terminar conmigo!”, chilló con las mejillas enrojecidas y las cejas juntas en el centro.
“¡Te vas sin escucharme!”
Se cruzó de brazos y negó con la cabeza.
“¡Esto es tu culpa! ¿Te das cuenta de…?”
“¿Que eres g%y?”, pregunté interrumpiendo lo que sea que quisiera haber dicho.
“No es mi culpa que debas fingir una relación heterosexual para tapar tu verdadera orientación sexual, Andi”
Negué con la cabeza y me alejé de él hasta la entrada del departamento.
“Felicidades por salir del clóset, supongo”.
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