El bebe de mi jefe -
Capitulo 28
Capitulo 28:
“Vales muchísimo, Ruby”, murmuró con sus ojos fijos en los míos.
“Reconoce tu valor, porque te prometo que ese hombre no lo está haciendo, de lo contrario, te pondría como prioridad y no como opción”.
«Gracias, mamá», sonreí con los ojos cristalizados, pues sus palabras no hacían más que curar mi dañado corazón.
“Vamos, toma tu taza de té”
Me guiñó un ojo y le agradecí el cambio de actitud, pues no quería largarme a llorar como una bebé.
“Adivina quién se casó”, murmuró con tono de complicidad y yo me encogí de hombros a la vez que llevaba la taza de té a mis labios y le daba un gran sorbo.
“¡La hija de tu Tía Berta!”
“¿No que ella tiene veinte años?”
Cuestioné confundida.
“Los tiene, y su esposo tiene la edad de tu padre”
Abrí la boca con asombro y entonces mamá comenzó a contarme con lujo de detalle sobre aquel matrimonio, lo que logró distraerme por completo de mi desastrosa relación amorosa.
Luego de largas horas de conversación con mi madre, ambas habíamos ido a la cama cuando papá volvió a casa.
Estar en mi habitación de adolescente me traía muchos recuerdos, pues hacía varios años atrás yo era una persona completamente diferente a lo que ahora era. Recuerdo en esa época salir con amigas a fiestas, a pasear, de picnic, y siempre estar feliz rodeada de gente. No entendía en qué momento había decidido que ser secretaria sería una buena idea, cuando mi espíritu libre siempre me llevó a buscar un trabajo más a mi estilo, como ser escritora o periodista, pero lamentablemente, mis padres no habían tenido los recursos para que yo pudiera estudiar en la universidad, lo que me había dejado sin mayores opciones, y no era que mi trabajo en Intelligent me desagradara por completo, pero muchas veces pensaba en que estar encerrada en una oficina no era mi destino.
Miré una vieja fotografía pegada en mi pared y sonreí al verme con diez años menos, sosteniendo a Guffi, mi primer gato y del cual aún sentía mucho amor, pero cuya muerte me había dejado un gran vacío y recelo para volver a adoptar otra mascota.
De pronto pensé en esa posibilidad, pues tal vez podría volver a amar a un gatito, como lo hice con Guffi, y reencantarme con esa compañía, pero entonces un pensamiento cruzó por mi cabeza.
Andi odiaba a los gatos, y yo vivía con él.
Hice una mueca con los labios ante ese pensamiento y suspiré al recordarlo.
“Maldito Andi”, espeté.
Decidí seguir el consejo de mamá y entonces encendí mi computadora y me fui directo a las notas, escribiendo una con el título: ‘Razones para estar con Andi’.
Miré la pantalla de mi computadora fijamente, mientras por mi mente cruzaban miles de ideas, pero todas me llevaban a no estar con él, entonces cambié el título de la nota por: ‘Razones para no estar con Andi’ y comencé a escribirlas una a una, dejando que mi sinceridad hablara en cada una de ellas.
No quiere ser padre y yo sí.
No le gustan los gatos.
No estoy en su lista de prioridades.
Nuestros aniversarios no son importantes para él.
Prefiere estar con sus amigos antes que conmigo.
No propone planes juntos.
Nunca ordena su desastre en nuestro hogar y siempre termino haciéndolo yo.
Ya no siento deseo por él.
No me siento amada.
Tragué saliva con dificultad ante el último punto, que estaba siendo muy revelador para mí, pues mis dedos se habían deslizado con vida propia al escribir aquel listado, y al leerlo una y otra vez no podía creer que existieran tantos contras respecto a cómo me sentía yo en aquella relación, que en su momento pensé que era buena para mí.
“¿Entonces por qué sigo con él?”, me pregunté a mí misma.
Pasé mucho tiempo más cuestionándome aquello, hasta que el sueño me ganó y me acosté sin poder encontrar alguna razón válida que me haga sostener aquel vínculo amoroso con Andi.
POV Ruby…
“Aprovecha de comer bien, hija”, musitó mi madre con una amplia sonrisa al guiñarme un ojo con complicidad.
“Porque no todos los días tu padre se levanta temprano a hacer el desayuno”, bromea alzando sus cejas hacia mi progenitor, quien termina de servir el desayuno sobre la mesa y luego en un acto de cariño deja un casto beso sobre los labios de mi madre.
Mi estómago rugió al sentir el delicioso aroma de los huevos revueltos que papá había puesto frente a mí, y que se veían deliciosos.
Luego de agradecer por la comida, los tres comenzamos a comer en un ambiente de tranquilidad y conversación familiar.
Papá me comentó que la próxima semana comenzaría un nuevo proyecto en la oficina en donde trabajaba y mi madre nos contó que estaba a poco de comenzar un curso de jardinería, lo que la tenía emocionada.
Estando así con mis padres me sentía envuelta en una burbuja de tranquilidad, pues mis problemas se habían esfumado en un abrir y cerrar de ojos.
“¿Andi sigue siendo asesor de empresas? cuestionó papá intrigado y rompiendo con aquella burbuja que me protegía, pues traer a Andi a la conversación solo me hacía pensar nuevamente en mis problemas”.
“Sí, sigue siendo asesor, de hecho, este fin de semana tuvo que viajar a una reunión en otra ciudad”, le conté a papá fingiendo una sonrisa, pues no me apetecía hablar de Andi.
“Aún así, me iré a casa en un momento, pues quiero aprovechar de ordenar el departamento…”, comenté a la rápida y luego le di una mirada fugaz a mi madre.
“Anoche estuve pensando, y creo que me haría bien tener un gatito en casa”.
“¿Lo dices en serio, Ruby?”, preguntó mi madre muy sorprendida, pues ella había sido testigo del vacío que Guffi había dejado en mí al momento de su partida.
“No me esperaba eso.”, musitó dibujando una sonrisa tenue en sus labios.
“Sí, siento que es tiempo de pasar página y no me quiero cerrar a volver a amar a una criatura indefensa y adorable, que seguro me llenará de pelos, pero también de compañía”, dije sonriente al imaginar aquello.
Entonces un pensamiento cruzó mi mente, y es que seguro Andi no estaría de acuerdo con mi plan, por lo que quería encontrar un gato antes de que él volviera mañana a la ciudad.
Sí, tal vez estaba mal al no considerar su opinión al respecto, porque él también vivía conmigo, pero anoche, antes de dormir, había decidido que no debía reprimirme más a causa de Andi, llegando a la conclusión que si a él no le gustaban mis decisiones, pues era fácil, lo nuestro debía terminar.
¿Por qué debía seguir postergando mi vida gracias a él?
¡No, no podía seguir así!
Yo quería tener un gato, y si me amaba, él debería aceptarlo.
“Seguro Guffi estaría muy celoso de saber que quieres tener otro gato en tu vida, pero ustedes tenían una conexión tan bella, que también creo que querría que seas feliz con otro peludo, ya que él se ha ido para siempre”, dijo papá tomando mi mano por sobre la mesa y sonriéndome.
“Lo sé, padre”
Asentí con la cabeza hacia papá, intentando regular el llanto que se avecinaba, pues pensar en Guffi me hacía ver cuánto lo había amado a ese bello animal, y que luego de tantos años, ya estaba lista para aceptar otro en mi vida.
“Creo que tener una nueva mascota te ayudará mucho, hija”, concordó mamá con una gran sonrisa, reafirmando aquella decisión que ya estaba tomada.
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