El bebe de mi jefe -
Capitulo 24
Capitulo 24:
“Claro que sí lo ha sido”
Rebatió y luego miró al pequeño a su lado.
“Mejor será que te vayas a casa, ya es tarde”, dijo sonriente.
“Además, hay una fila de personas que mueren por darle mimos a este pequeño”.
“Nos vemos mañana, jefe”, dije asintiendo con la cabeza y tomando mis cosas para después salir de mi cubículo, no sin antes avisarle a Andi que estaba lista para irme a casa.
POV Ruby…
Apenas puse un pie fuera del edificio de Intelligent, me encontré con Andi, quien me esperaba con una enorme sonrisa y un ramo de rosas rojas entre sus manos.
“Llevaba quince minutos esperando por ti”, mencionó al verme.
Le sonreí con algo de incomodidad, pues aunque pudo haber sido un comentario muy inocente, yo no dejaba de ver un reproche tras sus palabras.
“Me retrasé un poco”, dije sin más.
Andi me extendió el ramo de rosas que había traído para mí y yo lo tomé, sintiendo que su intención de arreglar las cosas entre ambos era genuina.
Enganché mi brazo al suyo y comenzamos a caminar en un silencio total.
“Hice una reserva en un lugar cerca de aquí”, comentó minutos después.
Asentí con la cabeza, intentando aclarar mis ideas en los minutos que quedaban para llegar a nuestro destino, pues sentía que al momento de hablar, todo saldría disparado de mi boca sin sentido alguno, y eso era justo lo que menos quería.
Caminamos a paso lento, sin prisa, y Andi respetó mi silencio, pues no hizo más comentarios hasta que nos detuvimos fuera de un hermoso restaurante, al cual nunca antes había entrado, ya que de solo verlo sentía que me quedaba en la ruina.
“Wow…”, susurré al ver la inmensidad del edificio por fuera.
“Es hermoso”.
“Te mereces lo mejor, Ruby”
Él sonrió para mí como hace mucho no lo hacía, y aquello encendió una luz de esperanza en mi interior.
Entramos en aquel restaurante y sonreí al ver que todo estaba ambientado con un estilo romántico, y que además, la luminaria era baja, dándole un toque de intimidad al lugar.
Era sin duda, perfecto, y propiciaba que nuestra conversación se diera de manera profunda.
Un mesero se nos acercó de inmediato al vernos en la entrada y Andi le indicó que teníamos una reservación, por lo que él nos guió hasta una mesa que estaba decorada con arreglos florales y pétalos de rosa, cuestión que me hizo sentir especial.
“Vendré en un momento a tomar sus órdenes”, dijo con amabilidad el mesero, para después retirarse y darnos privacidad.
Miré la carta en mis manos luego de dejar mi ramo de rosas sobre la mesa y leí cada uno de los menús disponibles, pero al ver la tabla de precios mis ojos se abrieron de par en par, pues estos eran excesivos.
“Andi, este lugar es muy costoso…”, musité bajando la voz para que solo él me escuchara.
“No te preocupes por eso, cariño”.
Negó con la cabeza.
“Nos merecemos celebrar nuestro aniversario”.
Asentí con la cabeza, pero aún así intenté pedir algo no tan costoso, pues sabía que nuestra situación económica no era la mejor como para darnos un lujo desproporcionado.
“Quiero una paella”, murmuré dejando la carta a un lado y Andi asintió, para después levantar su mano hacia el mesero que nos había atendido hace un momento.
“Queremos una paella, un asado de res y además, un vino rosé”, dijo al chico que rápidamente tomó la orden y luego volvió a desaparecer.
“Sé que ese vino es de tus favoritos”, dijo Andi mirándome con una sonrisa.
“Sí, gracias por recordarlo”, susurré.
“Auby, yo…”, musitó bajando la mirada hasta sus manos entrelazadas sobre la mesa.
“Quisiera pedirte perdón por todo lo que he hecho últimamente, sé que he actuado como un idiota y que te he hecho mucho daño con mis acciones”.
Lo miré fijamente, y al verlo de ese modo, solo pude ver a un niño arrepentido, como si su madre lo hubiera descubierto en una travesura.
El problema es que yo no era su madre, y necesitaba asegurarme de que su perdón fuera sincero y que no se volviera a repetir.
“¿Por qué te has comportado así?”, pregunté intentando comprenderlo.
Andi alzó por fin la mirada e hizo una mueca con los labios.
“Si te soy sincero, no tengo idea”.
“Esa respuesta no me ayuda en nada”, dije categórica.
“Porque así no podemos identificar el problema real y mucho menos encontrarle solución”.
“Lo único que tengo por decir es que quiero cambiar y ser un mejor hombre para ti”, dijo.
Miré a sus ojos y sonreí, pues quería creer en él, en que podíamos tener una segunda oportunidad juntos y salir de este mal paso, aunque también era realista, y sabía que eso no sería nada fácil.
“Está bien…”, susurré en respuesta.
“Podemos intentar mejorar”.
“No quiero perderte, Ruby”, agregó.
Tomó mis manos por sobre la mesa y me dio un leve apretón.
“Eres una mujer espectacular, y debo reconocer que sin tu ayuda yo no sería nada de lo que soy ahora, en este momento”
“Sabes que todo lo que hago es porque te amo, Andi”, sonreí de medio lado y él asintió con la cabeza.
Inhalé profundamente y me convencí de que aquel momento era perfecto para hablar y dejar salir mis ideas.
La última conversación con mi madre vino a mi mente y supe que si no le planteaba a Andi mis sueños, no tendría cómo saber si él quería lo mismo que yo.
“Hay algo que he querido decirte desde hace unos días”, mencioné junto a una sonrisa cargada de esperanza.
“Claro, dime”, respondió con una sonrisa.
“Verás, mi jefe fue padre de un hermoso bebé”, comenté sin entrar en mayores detalles innecesarios sobre el lío que mi jefe había tenido respecto a su paternidad.
“Y yo lo he estado ayudando a cuidar del bebé en la oficina, la cuestión es que el estar con ese pequeño me ha hecho darme cuenta de lo mucho que quiero ser madre”, solté finalmente.
“Quiero ser madre, y estoy segura de eso”.
“¿Qué?”, preguntó Andi confundido y luego soltó el agarre que tenía sobre mis manos y ladeó la cabeza con confusión, como si lo que yo hubiera dicho fuera una locura.
“Eso, que quiero ser madre, Andi”, reiteré con un nudo en la garganta, pues su reacción no era lo que esperaba.
“Pero somos muy jóvenes…”, susurró con las cejas arrugadas.
“Es decir, lo mejor que podemos hacer con nuestra vitalidad es conocer el mundo, salir, aprovechamos el uno al otro”, dijo con seguridad.
“El tema de los hijos es para parejas que llevan mucho tiempo juntas, no para nosotros que recién estamos comenzando a vivir”.
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