El bebe de mi jefe -
Capitulo 23
Capitulo 23:
Se señaló a sí mismo y yo simplemente negué con la cabeza con una sonrisa divertida en los labios.
“Como tú digas, Alex”, me encogí de hombros en respuesta.
Nos sentamos en una mesa disponible y ambos pedimos nuestro almuerzo, pues lo cierto es que yo también tenía mucha hambre, ya que en la mañana no había alcanzado a desayunar, debido a que Asher había tardado mucho en beber su leche y eso me había retrasado.
“¿Qué harías tú si una chica linda te invita a salir?”, preguntó de pronto, haciéndome fruncir los labios.
“¿Quién te invitó a salir?”, pregunté de vuelta.
“Cristhine”, musitó con una sonrisa ladeada. Alcé una ceja a la espera de que me aclare a quién se refería, pues no recordaba a ninguna chica con ese nombre.
“Cristhine Wang, la periodista que te entrevistó hace un tiempo y quien trabaja para mí”.
“¡Ah, vale!”
Asentí con la cabeza y luego ladeé mi rostro.
“¿Cuál es el problema en que te haya invitado a salir?”, cuestioné dudoso.
“Has dicho que te parece linda”.
“El problema es que nunca me había invitado una chica”, repuso con una mueca en los labios.
“Siempre soy yo el que toma la iniciativa, o el que planea las salidas”.
“Estamos en el siglo veintiuno, Alexander”, negué con la cabeza.
“Te actualizo. Ahora las chicas también tienen derecho a tomar la iniciativa, a invitarte a salir, e incluso, a pagar la cuenta de aquella salida”.
“Creo que Wang es una en un millón”, comentó con una sonrisa pícara en los labios.
“Es insolente, atrevida, valiente…”, murmuró con un brillo en los ojos y algo me dijo que estaba pronto a presenciar el primer enamoramiento real de mi primo, pero guardé silencio y sonreí.
“Entonces, aprovecha”, lo animé.
POV Ruby…
La hora de salir del trabajo se acercaba lentamente, y algo me decía que hoy volvería a irme tarde, pues mi jefe aún no volvía de aquel trámite importante que había salido a hacer junto a su primo.
Suspiré con pesar al terminar de darle su comida molida a Asher, y me dediqué a limpiar bien su rostro, pues no quería que mi jefe volviera y que tenga que ver al niño todo sucio.
Le sonreí al pequeño y luego me tomé el atrevimiento de besar su mejilla, pues no podía negar que estaba totalmente embobada por aquel bebé.
Mi celular personal vibró sobre mi escritorio, llamando mi atención, por lo que me volteé y contesté de inmediato la llamada entrante.
“¿Diga?”, cuestioné mientras acomodaba el aparato entre mi oído y hombro, pues con mis manos estaba acabando de acomodar la elegante camisa de Asher.
“Auby, cariño…”
Mi pulso se aceleró al escuchar la rasposa voz de Andi al otro lado de la línea, pues no habíamos hablado desde la última discusión que habíamos tenido en la puerta de casa.
Tragué saliva con dificultad y me dije a mí misma que debía enfrentarlo y de una vez salir de aquel extraño sentimiento que estaba embargando nuestra relación.
“Hola, Andi…”, suspiré sin saber muy bien qué decir.
“¿Estás trabajando aún?”, preguntó.
“Sí, estoy en la oficina”, respondí sintiendo mi boca secarse ante los nervios que me provocaba estar hablando con él, lo que sin duda, no era normal.
Una relación no debería provocarte ansiedad o miedo, por el contrario, debería sentirse como un refugio del mundo.
“Pensaba en que podríamos ir a cenar juntos cuando salgas de la oficina”, musitó haciéndome abrir los ojos de forma descomunal, pues no me esperaba eso por su parte.
“Aún te debo la cena de aniversario, y creo que será un momento perfecto para poder arreglar las cosas entre ambos”.
Lo pensé por un momento, y aunque valoraba el interés que estaba demostrando por nuestra relación, sabía que él estaba llegando tarde.
Aun así, decidí que nosotros valíamos lo suficiente como para darnos otra oportunidad, pues no habíamos estado tantos años juntos en vano.
“Me parece bien”, accedí.
“Te aviso cuando salga de la oficina”.
“Bien”, dijo más animado.
“Puedo pasar por ti, si te acomoda”.
Diablos, esto era tan incómodo…
“Sí, sí”, dije apresurada.
“Nos vemos entonces”.
“Te amo, Ruby”, susurró con la voz quebrada, logrando con eso que mi maltratado corazón se fracture aún más.
«¿Crees que soy tonta al caer otra vez en su juego?» pregunté al bebé, quien claramente no entendía mi situación, pero que me dedicó una linda sonrisa que me hizo sonreír también.
Alcé la mirada hacia la entrada, pues un ruido me alertó, y entonces descubrí que Athom Patel había vuelto a la oficina.
Mi jefe se acercó a nosotros con gran velocidad y con una sonrisa plantada en el rostro.
Lo miré atentamente y había algo distinto en él, como si un brillo se hubiera instalado en su intensa mirada.
“Perdón la tardanza, Ruby”, dijo con educación y luego rodeó mi pequeño escritorio para tomar a Asher en sus brazos y apretarlo contra su pecho, como si buscara refugio en el pequeño niño.
Lo miré con asombro, pues aunque sí lo había notado preocupado por Asher, aún no había visto tal demostración de afecto, lo que me hizo sonreír con ternura.
Al parecer, mi jefe resultaba ser un hombre con lindos sentimientos y un gran corazón.
“Hoy se portó muy bien”, le comenté, haciendo que sus ojos se posaran en mí.
“Acaba de comer”.
“Me alegra oír eso”, sonrió ampliamente, mostrando su dentadura perfecta, y luego dejó al niño nuevamente sentado en su sillita. Me miró con emoción y luego terminó por morder su labio inferior con nerviosismo.
“Es raro decir esto nuevamente, pues aún lo estoy procesando, pero… Asher sí es mi hijo”.
Llevé una mano hasta mi boca, cubriéndome debido al impacto que provocaron sus palabras en mí.
¡Diablos, Asher era su hijo!
“¡Felicidades!”, solté junto a una risita nerviosa y mi jefe sonrió aún más, si eso era posible.
En un arrebato de emoción, me acerqué a aquel hombre y lo rodeé con mis brazos de manera efusiva, a modo de felicitación, y él me correspondió el gesto, descansando su mentón sobre mi hombro.
“Gracias, Ruby”, musitó de inmediato.
“Sin duda, has sido un apoyo fundamental para mí estos días”.
Tomé distancia de él y me alejé nuevamente, temiendo haber traspasado la línea con mi jefe con aquel abrazo.
Sonreí tímidamente y asentí con la cabeza, aceptando su genuino agradecimiento.
“No ha sido nada, jefe”, dije restándole importancia.
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