El bebe de mi jefe
Capitulo 22

Capitulo 22:

“¡Eres un rencoroso!”

Me recriminó apuntándome con su dedo índice.

“Mejor ya dime qué pasa, o le sacaré la información a la bella Ruby, ya sabes que soy un periodista muy astuto, y además, tremendamente se%y”.

Giré los ojos con fastidio, pues mi querido primo no se podía con el enorme ego que poseía, por lo que asentí con la cabeza al estar decidido a confiarle aquello, ya que en el fondo, sabía que él nunca podría exponer mi vida privada, pues él lo había dicho: somos familia.

“¿Recuerdas a Madison, la prima de Max?”, pregunté mientras conducía hacia la clínica.

“Claro, ¿Cómo podría olvidarla?”, respondió Alexander, claramente intrigado.

“Pues resulta que tuve un breve romance con ella hace un tiempo, y después de eso descubrí que estaba embarazada. Y aquí viene lo complicado: Asher es el nombre de mi bebé” comenté.

Alexander ahogó un grito y negó con la cabeza.

“Ahí comienza la historia…”, dije para luego contarle todo de manera detallada, hasta que por fin llegamos a la clínica en donde me había realizado aquel examen de ADN.

POV Athom…

“Athom, debes abrir ese sobre de una buena vez”, presionó Alexander a mi lado.

Habíamos recogido el sobre con los resultados, pero había decidido abrirlo en un lugar tranquilo, por lo que habíamos vuelto a mi automóvil, y ahora nos encontrábamos sentados, a la espera de que la valentía llegase a mí y me permitiera enfrentar la realidad tras aquella hoja de papel.

“Lo sé, lo sé…”, musité al tragar saliva con dificultad.

“¿Quieres que yo lo abra?”, preguntó en un amable ofrecimiento.

Alcé mi mirada hacia Alexander, quien era casi como mi hermano, y asentí con la cabeza en respuesta, para después entregarle aquel maldito sobre.

“Gracias, Alex”, musité y cerré los ojos a la vez que dejaba salir un largo suspiro. Mis manos habían comenzado a sudar, por lo que las limpié contra la fina tela de mi camisa y al abrir los ojos me encontré con Alexander acomodando su celular frente a nosotros, enfocándonos.

“¿Qué haces?”, cuestioné confundido.

“Aquí nos falta mamá gallina”

Se encogió de hombros y segundos después Amalia apareció en pantalla y al vernos juntos sonrió con amplitud.

“¡Hola, chicos!”

Movió su mano a modo de saludo y luego arrugó las cejas con confusión.

“¿Por qué Athom tiene cara de haber chupado un amargo limón?”, cuestionó provocando con eso que Alexander explote en carcajadas a mi lado.

Amalia le siguió el juego a su hermano menor y yo giré mis ojos con fastidio al ser molestado por ese par, pues siempre hacían lo mismo, reírse a costa mía, pero aún así, ambos eran de las personas más importantes en mi vida y los aguantaba.

“Ya, ya…”

Hice una mueca con los labios y le di un leve empujón a Alexander.

“Apresúrate, pues debo volver a la oficina”, comenté haciendo que mi primo asintiera con la cabeza y alzara el sobre para mostrárselo a Amalia.

“Te llamé porque abriremos esto”, le comentó a la vez que en un rápido movimiento extrajo una hoja desde el interior del sobre.

“Aquí voy…”, musitó a la vez que tragó saliva con dificultad.

“En base a los alelos comunes existentes entre la muestra 1, presunto padre, y la muestra 2, hijo, se puede establecer que entre ambas muestras existe una relación genética que, en este caso, alcanza un porcentaje de paternidad del 99,96 %”.

Miré fijamente a Alexander y el silencio reinó un momento dentro de mi automóvil, hasta que Amalia se atrevió a romperlo.

“Solo para confirmar… acércame la hoja de resultados”

Pidió a la vez que se colocaba sus lentes y miraba más de cerca la hoja que su hermano le había puesto delante.

“Claro, ahí indica los rangos”.

Leyó con las cejas arrugadas al otro lado de la pantalla.

“Paternidad prácticamente probada, si el porcentaje de paternidad es mayor de 99,73%”.

Inhalé profundamente y luego exhalé dejando salir todo el aire retenido, mientras una ilusión se formaba en mi interior.

¡Diablos, de un día a otro me había convertido en padre!

“Soy el padre de Asher”

Espeté dejando salir mis ideas.

Llevé mis manos a mi rostro para frotarlo en señal de confusión, y de pronto, sentí los brazos de Alexander rodearme con fuerza, haciéndome relajar los músculos tensos de mi cuerpo.

“Serás un gran padre, Athom”, musitó él en respuesta haciéndome alzar la mirada.

“¡Felicidades, hombre!”, chilló con una sonrisa en los labios.

“Ahora tengo una reunión en el buffet”.

Indicó Amalia llamando nuestra atención.

“Pero luego me pasaré por tu casa para ver a mi hermoso sobrino y llenarlo de mimos”, sonrió.

“Felicidades, primito”.

“Gracias por el apoyo, chicos”, dije aún constipado por toda la información nueva.

Amalia colgó la videollamada y yo me giré para pedirle el sobre a Alexander y volver a leer aquel documento que certificaba mi paternidad.

Había muchos valores y términos que no conocía, pero los rangos eran claros, pues si excedía el 99,73 %, la paternidad era definitiva, y en mi caso era de un 99,96 %, lo que solo indicaba que aquel pequeño sí era mi hijo.

Ya podía imaginar la reacción de mamá y papá al contarles que se habían convertido en abuelos…

“Tengo hambre, deberíamos ir a comer para celebrar que hay un nuevo integrante en la familia”, dijo Alex sacándome de mis pensamientos. Asentí con la cabeza y le cedí el rol de conductor, pues yo solo quería seguir procesando la información.

Alexander condujo en silencio, cuestión que agradecí, pues mi mente era todo un revoltijo de ideas. Tenía muchas cosas que aclarar, y lo primero que se cruzó por mi mente fue ir a visitar a Madison, para asegurarle que Asher estaría bien cuidado por su padre, además, no quería negarle a ella el derecho a ver a quien también era su hijo.

Sentía que mi vida había cambiado totalmente frente a esto, pero quería pensar y tener la esperanza de que al convertirme en padre, mi vida estaría más completa, pues ahora tendría otro propósito por el cual seguir adelante y ser mejor cada día, ya que debía darle el ejemplo a ese pequeño ser que dependía completamente de mí.

Recordé los intensos ojos de Asher y sonreí, porque sin querer, ya estaba totalmente encariñado con él, y ahora al saber que sí era hijo mío, sentía que lo amaba de una forma inexplicable, como si hubiésemos estado destinados desde siempre.

¿Así se sentía ser padre?

Diablos, esto era tan nuevo para mí…

“Vamos a comer, pues si no, me desmayaré de hambre”, musitó Alex a mi lado al detener el automóvil y estacionarse frente a un restaurante.

“¿Sigues con lo del ayuno intermitente?”

Cuestioné alzando una ceja en su dirección, ya que mi primo tenía aquellas costumbres raras, y todo porque siempre ha sido un vanidoso y le gustaba cuidar de su aspecto físico.

“Claro que sí”

Asintió con la cabeza mientras caminábamos hasta entrar al pintoresco restaurante.

“¿Cómo crees que mantengo esta figura de infarto?”

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