El bebe de mi jefe -
Capitulo 14
Capitulo 14:
Lo tomé con una mano, mientras con la otra sujetaba a Asher y contesté al leer el nombre de mi querida prima en pantalla.
“Buenos días, primita”, dije animado mientras entraba a la cocina dispuesto a encender la cafetera y preparar aquel brebaje que me daría energía para comenzar el día.
“Athom Patel”, musitó lentamente mi nombre.
“¿Qué haces con un bebé en casa? ¿Y desde cuándo tienes una novia que parece ser una adolescente?”
Giré los ojos al darme cuenta de que Murcia le había contado todo eso a Amalia, a pesar de haberme prometido que no lo haría. Ya veía por qué no había vuelto a salir con aquella rubia, pues su palabra valía m!erda.
“No es lo que parece”, susurré de inmediato.
“De hecho, esta es una historia que aún no tiene final”, dije mientras hacía malabares para encender la cafetera, sostener a Asher y afirmar mi celular contra mi hombro y oído.
“Y pensé en llamarte para pedirte otro favor, pero no sé si hoy tendrás tiempo”.
“No estoy entendiendo nada, y mejor será que vaya en tu ayuda”, respondió de inmediato haciéndome sonreír, pues una vez más Amalia venía en mi ayuda.
“Estoy cerca de tu casa”.
“Son las seis de la mañana, ¿Tú no duermes?”, pregunté divertido, sabiendo muy bien que Amalia era de las personas que dormía menos de cinco horas al día.
“¿Cómo esperas que duerma tranquila si mi secretaria me dice que mi primo, casi hermano, fue padre y tiene novia?”.
Cuestionó de vuelta.
“No pude seguir durmiendo después de eso, ya sabes que me preocupa todo lo que tenga que ver contigo o Alexander”.
“Ya sé, eres nuestra mamá gallina”, bromeé.
“Nos vemos en unos minutos, Athom”.
La llamada finalizó y dejé el celular sobre la mesa, mientras continuaba con mi tarea de preparar café.
Miré a Asher e hice una mueca, pues no sabía cómo diablos preparar un biberón, además de que según mi investigación nocturna, a los seis meses, los bebés deberían consumir papillas.
“Tendremos que visitar a un pediatra”, le dije al bebé entre mis brazos, logrando que él murmurara en respuesta, como si entendiera lo que le decía.
“¿Jefe?”
Volteé a la entrada de la cocina y me encontré con Ruby, quien me observó con las mejillas sonrojadas, seguramente, con mucha vergüenza por haber pasado la noche en mi casa. Le sonreí con amabilidad, ignorando aquello, y señalé la cafetera con mi mentón.
“Buenos días, Ruby. Estoy preparando el desayuno”, comenté relajado, a la vez que Asher emitía un grito al ver a la pelirroja.
“Lamento haberme quedado dormida aquí”, dijo mientras mordía su labio inferior y desviaba la mirada.
“Espero no haberlo importunado al dormir en su sofá”.
“Claro que no, Ruby, no te preocupes”
Negué de inmediato y luego hice una mueca con los labios.
“De hecho, agradezco que estés aquí, pues no tengo idea de qué darle de comer a Asher”.
Ruby me miró con aquellos intensos ojos verdes y luego sonrió, acercándose a mí y tomando al pequeño entre sus brazos.
“Puedo preparar su biberón”, se ofreció amablemente.
“Tomaré ese ofrecimiento mientras preparo tostadas para nosotros”, le guiñé un ojo y luego me di media vuelta para buscar el pan y meterlo dentro del tostador.
De reojo observé cómo Ruby calentaba agua y preparaba un biberón con el tarro de leche en polvo que había dejado Madison en su mochila.
Aquella pelirroja se mostraba como toda una experta al preparar aquello, y me sentí afortunado de tener su ayuda.
“Anoche estuve averiguando, y al parecer, a esta edad deben comenzar a comer papillas”, comenté a mi secretaria.
“Tengo entendido lo mismo”, dijo Ruby mientras batía el biberón y controlaba la temperatura dejando una gota sobre el dorso de su mano.
“¿La madre de Asher no le comentó algo sobre su alimentación?”, preguntó.
“No, no hablamos sobre eso…”, dije encogiéndome de hombros.
“Creo que deberíamos ir a un pediatra”.
Ruby estaba por responder cuando el timbre de mi casa resonó, haciéndome sentir nervioso ante la llegada de Amalia, pues eso solo convertía esta situación en algo más real.
“Es Amalia”, le expliqué a Ruby antes de partir hacia la entrada para abrir la puerta.
Cuando nuestras miradas se conectaron, sentí tranquilidad, pues no tenía dudas de que mi prima podría ayudarme a salir de esta extraña situación.
Ella entró en mi interrumpiendo.
Los ojos azules de mi prima se abrieron al escuchar aquel llanto y sin esperar, caminó hacia donde provenía el sonido.
Caminé tras de ella, hasta que entramos en la cocina y nos encontramos con Ruby moviendo a Asher de un lado a otro, intentando calmar su llanto.
“¿Qué diablos?”, preguntó Amalia llevando una mano a su boca.
Ruby se detuvo de golpe y Asher alzó sus ojos hacia mi prima, lo que le dio una muy buena vista del bebé.
“Este es Asher, Amalia”, le dije señalando al bebé con mi mentón.
“Y Madison dice que soy su padre”.
“¡Condenada m!erda!”, chilló Amalia tapando su boca con ambas manos y mirando desde el bebé hacia mí, una y otra vez.
“Este bebé tiene los ojos Patel”.
“Ni que lo digas”, suspiré.
“Y supongo que tú eres la nueva novia de Athom”, dijo mi prima con malicia, provocando que Ruby abra la boca con asombro y se sonroje con violencia.
Giré los ojos y negué con la cabeza a la vez que me acerqué a ella para tomar a Asher en mis brazos.
“No seas mala con mi secretaria, Amalia”.
La reprendí provocando una carcajada de su parte.
“Toma a Asher un momento”
Se lo entregué en brazos y ella lo observó con curiosidad, como si nunca hubiese visto un bebé en su vida.
“Ven, Ruby, acompáñame adentro”.
La pelirroja asintió con la cabeza y me siguió en silencio, hasta que llegamos a la sala de estar.
Me senté en el sofá en donde ella había pasado la noche y le sonreí a aquella chica que ahora se había vuelto mi salvadora.
“Ahora sí llamaré a mi chofer para que venga por ti, Ruby”
Asentí con la cabeza tomando mi celular entre las manos.
“Ve a casa, tienes el día libre”, dije.
“Pero tengo muchas cosas pendientes por hacer en la oficina”, dijo ella abriendo los ojos de par en par sin poder creer lo que yo le estaba diciendo.
“¿Lo puedes hacer desde casa?”
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