El bebe de mi jefe
Capitulo 13

Capitulo 13:

Diablos, me sentía tan estúpida, como si de pronto hubiese vuelto a tener catorce años al estar frente a un chico popular en el instituto sin saber cómo comportarse.

«Esto parece más difícil de lo que pensé», dijo él desviando el tema, cuestión que agradecí en silencio.

«Tal vez debí pagar un servicio completo de armado», se lamentó dejando salir un suspiro mientras rascaba su cabeza con incomodidad.

“¿Me lo permite un momento?”, extendí mi mano hacia el instructivo y él me lo entregó mientras inspeccionaba lo que había dentro de la caja, que eran muchos trozos de madera sueltos.

Leí aquella hoja y pronto comencé a entender el funcionamiento, por lo que le di algunas indicaciones al hombre a mi lado y luego, aquellos trozos de madera comenzaron a tomar forma.

No fui consciente del tiempo en que estuvimos armando aquella cuna, pero finalmente, luego de varios dolores de cabeza y también risas al no ver resultados, logramos armar aquella cuna, que era mucho más hermosa de lo que se veía en la fotografía.

El sentimiento de ser útil había vuelto a llenar mi corazón.

“No fue nada”

Me encogí de hombros para luego dejarme caer en el cómodo sillón que decoraba su sala de estar.

“¿Quieres un café?”, preguntó con una sonrisa.

“Por favor”

Asentí con la cabeza.

“Tengo frío”.

Mi jefe se dio media vuelta para perderse en un pasillo de aquella enorme casa en la que vivía.

Tomé mi celular y no me sorprendí al ver que no tenía ningún mensaje de Andi, pero sí abrí la boca con asombro al ver que era pasada la medianoche, por lo que sin duda le pediría a mi jefe poder irme a casa luego de beber aquel café, pues ya era muy tarde y sin duda él necesitaría descansar.

Me recosté en aquel sitio, que se sentía tan cómodo, y me permití cerrar los ojos un instante para relajar mis músculos, agotados por haber estado tanto tiempo armando aquella cuna y por el largo día que había tenido.

Sonreí al sentirme importante y útil, pues hacía mucho tiempo que no me sentía de ese modo. Incluso comenzaba a pensar en que debía tener una seria conversación con mi novio, pues no quería seguir guardándome todos los sentimientos que tenía atascados en la cabeza. Además, tras haber convivido todo un día con Asher, aquel instinto maternal que tenía en el interior había vuelto a florecer, pidiendo a gritos convertirme en madre de una pequeña versión mía.

Me abracé a mí misma mientras pensaba que todo estaría bien.

Tan solo debía darle tiempo a mis emociones para que se acomodaran de la mejor manera. Y así fue como me abracé ante el sueño y caí rendida ante el cansancio que sentía en todo mi ser.

POV Atham…

No podía creer que había logrado armar aquella cuna, y todo gracias a la ayuda de Ruby, quien no dudó en ofrecerse para ayudarme.

Sonreí al sentirme de aquel modo, pues ahora sabía que aquella pelirroja era una chica de fiar, a quien podría recurrir si necesitaba algo. Estaba barajando mis posibilidades para recompensarla por ello, pues mi padre siempre me había enseñado a reconocer a los buenos empleados, y sin duda, Ruby era excelente.

Serví dos cafés sin azúcar y coloqué las tazas sobre una bandeja de madera, agregando dos sobres de stevia en polvo por si Ruby necesitaba endulzar su café. Salí de la cocina con la bandeja en la mano y volví a la sala de estar, donde me encontré con la sorpresa de que mi secretaria estaba completamente dormida sobre el sillón.

Dejé la bandeja sobre la mesa de centro y de inmediato busqué una manta abrigada para tapar a Ruby y dejarla descansar un momento, pues era evidente que estaba agotada.

Me detuve un momento a apreciar a aquella dulce chica mientras continuaba durmiendo, y por primera vez reparé en que ella era muy atractiva físicamente.

Cuestión que simplemente había pasado por alto, ya que tenía muy claro que Ruby estaba en la empresa solo para trabajar como mi secretaria y nada más.

Nunca me atreví a verla con otros ojos que no fueran profesionales.

Ruby tenía unos labios gruesos, facciones delicadas y además, unos pómulos bien marcados, lo que le daba un aspecto inocente y muy femenino.

Al verla así, por un momento me pregunté cómo era posible que su novio no le prestara atención, pues a mí ella me parecía una chica linda, amable y muy carismática. Solo esperaba que algún día Ruby pudiera obtener todo lo que merecía.

“Descansa, Ruby”, musité con una sonrisa en los labios, pensando en despertarla en una hora más para que pudiera ir a su casa a dormir con comodidad.

Luego de asegurarme de que ella estuviera cómoda, subí las escaleras para ir a echarle un ojo al pequeño Asher, pues me sentía de manos atadas.

Nunca había estado tanto tiempo junto a un bebé y no tenía idea de cuántas horas debían dormir o cada cuánto comían.

Quería tenerlo vigilado mientras me acostumbraba a su ritmo de vida.

Entré en mi habitación y suspiré con alivio al verlo dormir plácidamente, sin perturbaciones.

Me senté en el borde de la cama mientras mis ojos lo inspeccionaban detalladamente.

No pasé por alto que tenía unos rasgos faciales muy similares a los míos y de mi padre, sin mencionar aquel color de ojos tan característico en nuestra familia.

Mi corazón no quería ceder, pues necesitaba mantenerme firme y ser racional.

Era muy estúpido de mi parte comenzar a encariñarme con aquel bebé, que aún no sabía si sería o no mi hijo.

Acaricié la mejilla de Asher a la vez que sonreía, pues me parecía que aunque me estaba resistiendo a quererlo, mi mente no dejaba de pensar en aquella posibilidad de convertirme en padre.

Me recosté a su lado, tomé mi celular y comencé a leer todos los artículos que encontré sobre la crianza de bebés de seis meses.

Me sentía un completo ignorante en el tema, y si me iba a hacer cargo de este niño, aunque sea un par de días, quería hacerlo bien.

Leí con atención cada palabra y absorbí lo más que pude de información, hasta que el cansancio me ganó y cerré mis ojos dándole paso al descanso.

Un movimiento a mi lado logró despabilarme y cuando abrí los ojos, pude ver a Asher muy cerca de mi rostro, mientras sus manos cubiertas de baba me tocaban la punta de la nariz.

Una sonrisa se dibujó en mis labios al ver cómo aquel bebé frente a mí intentaba captar mi atención, pues seguro tendría hambre.

“Así que eres un pequeño madrugador”, musité al abrir los ojos y observar la tenue luz de la mañana.

“Tomé mi celular a un lado y observé que efectivamente eran las seis de la mañana. ¡M!erda, ya es tarde!”, chillé al recordar que había dejado a Ruby durmiendo en el sillón.

Diablos, no pensé que me dormiría tan profundamente.

Mi intención era llevarla a su casa y además, darle el día libre hoy por todo lo que había hecho por mí ayer.

Me levanté de la cama y tomé al pequeño Asher en mis brazos, para después bajar juntos a la primera planta de mi casa, donde pude ver a Ruby aún durmiendo cubierta por la manta que anoche había dejado sobre ella.

Me acerqué a aquella pelirroja y cuando estuve lo suficientemente cerca toqué su hombro para llamar su atención, logrando que su rostro se arrugue en una mueca, al igual que sus labios.

“Tengo sueño, Andi, déjame descansar”, espetó entre dientes y se acurrucó más contra la manta, haciéndome reír.

Al parecer, Ruby tenía el sueño muy pesado y no estaba lista para despertar.

Me alejé de ella para darle su espacio y de pronto, mi celular comenzó a vibrar en el interior de mi pantalón.

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