El bebe de mi jefe -
Capitulo 11
Capitulo 11:
“Ella está muy enferma, lo que la llevó a dejar al niño a mi cargo, quien aseguró que era mi hijo”.
“No quiero ser una entrometida, pero…”, susurró Ruby con una sonrisa tímida.
“¿Usted se hará cargo de Asher?”
Sus ojos me examinaron, y sabía que tras aquella pregunta se alojaban muchas otras, pero mi secretaria era una mujer muy cauta, quien no indagaría más allá de lo que yo estaba dispuesto a contarle.
“Por el momento sí me haré cargo, por lo menos hasta que tenga los resultados de ADN y pueda comprobar a ciencia cierta si este pequeño es mi hijo o no”, respondí y noté que una sonrisa se formó en sus labios.
“Aunque mientras eso suceda, quiero mantener esta situación en privado”.
“Por mí no se preocupe, pues sé guardar confidencialidad”
Ella asintió con la cabeza y yo en el fondo sabía que era así.
“Y también espero que la madre de Asher se recupere pronto”, dijo con inocencia, y me pareció una frase tan sencilla, pero que me hizo ver que Ruby era una mujer con buenos deseos y buen corazón, cuestión que me provocó ternura, ya que no quedaban tantas personas buenas en estos tiempos.
“Sí, eso sería excelente”, musité volviendo a tomar los cubiertos y cortar otro trozo de carne, mientras en mi mente solo se bosquejaban los peores escenarios para la situación de salud de aquella castaña.
Continuamos disfrutando de aquella cena en silencio, de no ser por algunas interrupciones de aquel bebé, a quien mientras más veía, más me llamaba a confiar en la palabra de Madison. Sus ojos azules eléctricos me miraban y lograban derretir un poco mi corazón, pero no quería caer tan pronto, pues si resultaba no ser mi hijo biológico, tendría que devolverlo a su familia, y no quería pasar por aquella terrible situación.
Al terminar de comer, pagué la cuenta y luego nos dirigimos a mi automóvil, donde Ruby se ofreció una vez más a ir en el asiento trasero para llevar a Asher en sus brazos. Me anoté mentalmente comprar una silla para poder transportarlo de forma segura dentro del automóvil, pues tal parecía que desde ahora pasaríamos mucho tiempo juntos.
Estaba por comenzar a conducir cuando una llamada entró en mi celular. Contesté de inmediato al ver que se trataba de Amalia.
“¿Estás en casa, Athom?”, preguntó de inmediato sin darse rodeos, como siempre solía hacer.
“No aún, ¿Por qué?”
Cuestioné de vuelta.
“Mi asistente va de camino para dejar todo lo que me pediste”, murmuró.
“Puedo decirle que te espere si es que te vas a demorar”.
Barajé las posibilidades y luego una idea creció en mi interior.
“No, ya voy”
Accedí.
“Gracias, Amalia”.
Finalicé la llamada apresuradamente sin dejar espacio a que mi curiosa prima pudiera indagar más en la extraña solicitud que le había hecho hace unas horas. Volteé a ver a Ruby, quien estaba jugando con las manitos de Asher y sonreí ante aquella escena, pues aquel bebé se daba a querer muy fácil, y parecía ser que ya se había ganado el corazón de mi secretaria.
“Ruby”
La llamé, haciendo que ella me vea con una sonrisa en los labios.
“¿Sería mucho pedirte que me acompañes a casa?”, pregunté.
Sus mejillas se sonrojaron levemente y supe que aquel juego de palabras se prestaba para doble interpretación, por lo que me corregí de inmediato.
“Van de camino a dejarme todo el equipamiento para tener a Asher conmigo, y necesito ir a recibirlo. Prometo que una vez reciba todo, te iré a dejar a casa, y además, se te bonificará a fin de mes por todo esto, que no está en tu contrato laboral”
“Está bien”
Accedió ella con un asentimiento de cabeza.
“Es triste, pero no tengo más planes para hoy”.
Sonreí y le guiñé un ojo en respuesta, porque no quería tener que dejarla abandonada aquí, después de todo lo que me había ayudado con Asher.
“Entonces, vamos”.
Al llegar a mi casa, me bajé del automóvil y ayudé a Ruby para poder bajar al pequeño que se había quedado dormido en el camino. Cargué a Asher contra mi pecho y un cosquilleo se instaló en mi pecho al sentirlo tan vulnerable e indefenso. Caminamos hasta la entrada, donde se encontraba una rubia que yo ya conocía.
“Buenas noches, Athom”
saludó con una amplia sonrisa sin acercarse mucho a mí, pues luego de ver al pequeño entre mis brazos sus ojos picaron con curiosidad.
“Hola, Murcia”
Sonreí al ver a aquella guapa rubia, quien era secretaria de Amalia desde siempre.
“Los transportistas están llegando, sería bueno abrir aquí para recibir tu pedido”, me aconsejó al señalar la puerta con su mentón.
Asentí con la cabeza y busqué mis llaves en el bolsillo de mi pantalón, pero al tener a Asher cargado, se me hacía complejo, por lo que agradecí a Ruby cuando tomó al pequeño en sus brazos sin preguntar, pues ella siempre estaba ahí para ayudarme.
Entramos en mi enorme casa y de inmediato Ruby me preguntó dónde podía acostar a Asher, por lo que le indiqué una habitación en el segundo piso, mientras Murcia recibía a los transportistas, quienes rápidamente comenzaron a bajar una gran cantidad de artículos para bebés.
“Sé que no es de mi incumbencia, pero… ¿Fuiste padre?”, preguntó Murcia al acercarse a mí con una ceja alzada.
Me encogí de hombros y negué con la cabeza.
“Murcia, espero que no le comentes nada de esto a mi prima, pues sabes lo intensa que es y no quiero aún decirle a nadie lo que está pasando”, dije con una sonrisa incómoda.
Ella asintió con la cabeza, pero aún así, le guardé recelo, porque conocía muy bien a Amalia y cuando algo se le cruzaba, era imposible detenerla, por lo que rogaba que no sospechara nada sobre esto.
“No te preocupes, Athom, no diré nada”, accedió con un guiño de ojo y luego caminó para firmar algo a los transportistas.
No pasó desapercibida la exagerada manera en que meneó sus caderas al alejarse de mí, y tampoco la mala mirada que le dio a Ruby.
Era obvio que haber salido en una cita con ella había sido una muy mala idea por parte de Amalia, pues ahora Murcia no perdía oportunidad de coquetear conmigo, aunque yo ya le hubiese dejado claro que no buscaba nada con ella.
Los hombres terminaron de dejar todo dentro de casa y luego se fueron, junto a Murcia, y me dejaron con todas esas cajas por abrir y desempacar. Bufé al sentirme agotado física y emocionalmente, pero con las ganas de poder dejar todo listo para darle a Asher un espacio seguro.
Luego recordé que aún tenía pendiente el ir a dejar a Ruby a su casa, por lo que subí hasta el segundo piso de mi enorme casa en busca de aquella pelirroja.
POV Ruby…
A medida que subía las escaleras de la enorme casa de mi jefe, con Asher en brazos, no dejaba de sentirme una intrusa en este lugar.
Era evidente que aquella linda rubia que había llegado antes que nosotros había tenido o aún tenía una relación sentimental con mi jefe, pues de lo contrario, ¿Por qué me miraría como si quisiera matarme?
Era obvio que mi presencia aquí no era bien recibida por parte de aquella mujer, cosa que me hacía pensar en que nunca me había detenido a saber si mi jefe era o no un hombre soltero. Aunque si lo pensaba bien, eso no debía importarme, pues no interfería en nuestra relación laboral.
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