El arte del sexo -
Capítulo 96
Capítulo 96:
En ese instante la oye gemir un poco, con su culo en alto, el CEO empieza a mover su pelvis contra la cadera de ella muy lentamente, Daviana seguía sin quejarse, pero constantemente jalaba los amarres de sus muñecas como intentando liberarse.
El visualiza su cuerpo sudoroso y brillante provocándole perderse por completo, se aferra de su cadera y vuelve a cerrar los ojos inclina la cabeza hacia adelante al mismo tiempo que menea la pelvis contra el trasero de Daviana.
– ¡Ahhhh! -la oye a ella jadear muy bajo, sus labios estaban contra la almohada así que apagaba sus gemidos.
Michele desliza una mano por debajo del cuerpo de ella llevándola directo hasta su coño, cuando ella siente que su mano perturba su vagina eleva un poco más el trasero permitiéndole que él frotara con más insistencia su clítoris.
– ¿Te gusta, Daviana?
– Si-dice ella muy bajo. Continúa penetrándola lentamente hasta que abre los ojos al oírla gemir muy seguido, le masturbaba el coño y penetraba su culo al mismo tiempo, y dada la humedad de que sentía en sus dedos supo que Daviana estaba lista para recibir ese orgasmo.
Afianza ambas penetraciones hasta que consigue que ella grite del placer, aquel grito fue como música para sus oídos. Daviana empieza a mover las caderas al compás de las penetraciones y se aferra del espaldar de la cama.
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Tensa la tela, pero debido a que estaba bien amarrada no se suelta. Michele sigue con su misión hasta que una explosión de agua corre por sus dedos, aquella sensación de tibieza lo impulsa a eyacular dentro del culo de Daviana.
Daviana oye gemir con rudeza a Michele llenando su alma de goce. Muerde sus labios con fuerza ya que a pesar de haber experimentado un increíble orgasmo le seguía doliendo que su jefe penetrara su culo.
Hasta que de un momento a otro él lo retira y es cuando ella siente un enorme alivio, pero también escozor. Suelta el aliento contenido y relaja su cuerpo sobre aquella sabana húmeda.
– ¿Estas bien?
– Un poco adolorida, pero estoy bien… ¿puedes desatarme?
– Claro…
Michele se inclina hacia ella para dejar furtivos besos en el centro de su cuerpo, la piel de Daviana se eriza ante aquellas caricias.
Cierra los ojos al disfrutar de esos labios tan cargados de placer.
Abre los ojos y piensa y cree con confianza que estaba enamorada de Michele. Esas sensaciones que sentía cuando estaba con él no se debían simplemente a por el sexo, era algo más y eso tenía que ser sentimientos involucrados.
Como tonta involucro los sentimientos en ese trato en que no debía implicar ningún tipo de emociones. Ahora sí que estaba jodida por la gran idiotez que había hecho, le permitió al estúpido romance mezclarse con ese trato de dinero.
Solo era sexo, y ahora se había enamorado de un hombre que no buscaba una relación permanente con una mujer. Que terrible error cometió, y lo peor de todo era que su convenio no tenía tiempo de caducidad.
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