El arte del sexo -
Capítulo 94
Capítulo 94:
Michele succiona su ombligo hasta oírla gemir… el CEO baja un poco más hasta alcanzar la parte baja de su vientre, reparte cientos de besos en su piel al mismo tiempo que Daviana eleva un poco su pelvis.
El pelinegro introduce las manos por debajo de las caderas de ella aferrándose a las nalgas de Daviana, automáticamente ella misma abre sus muslos para él y es cuando Michele conduce su boca entre los labios vaginales de ella.
Al probar su piel Daviana proporciona un respingo, a pesar de practicarle sexo oral muchas veces ella sigue experimentándolo como la primera vez. Comienza a chuparle el coño con fuerza succionando su centro hinchado.
Se había vuelto adicto a Daviana, a su piel, a su sabor, a toda ella. Y eso significaba una cosa, no estaba dispuesto a dejarla ir, no pretendía que otro hombre la tocase o la hiciera suya.
Daviana le pertenecía únicamente a él El pelinegro vuelve a los labios de Daviana para besarla con pasión, de inmediato ella envuelve su cuello con los brazos, pero él se los quita de encima para llevarlos hacia el cabezal de la cama. Michele observa como ella ensancha la mirada.
El CEO saca la funda de la almohada y luego decide darle la vuelta al cuerpo de la castaña, y con la tela de la cubierta de la almohada ata las muñecas de Daviana en conjunto al cabezal de la cama.
– ¿Qué haces?
Novelas corregidas, por NovelasFree.org,com.
– Vamos a jugar con algo nuevo.
– ¿Nuevo?
El corazón de ella comenzó a latir con fuerza ante esas palabras, visualiza esos ojos verdes y mirada de hambre lo que la lleva a temblar.
Michele admira el cuerpo desnudo de Daviana y siente la cruel necesidad de morderla, se acerca a su nuca y empieza a repartir besos acompañados de pequeños mordiscos fuertes provocando ciertos respingos por parte de ella.
Desciende con sus labios hasta la altura del nacimiento de la línea de sus nalgas y reparte besos por el centro de esta, mientras que al mismo tiempo entreabre sus nalgas para hacerle paso a su lengua.
Daviana se sentía extrañada y nerviosa por lo que Michele le estaba haciendo, pero intentaba relajarse y confiar en él. Sin embargo, sus piernas no paraban de temblar al saber que tenía a ese hombre metido entre sus nalgas.
El pelinegro se aferra a las nalgas de Daviana entre tanto lleva su lengua a aquel pequeño agujero que esperaba por él, en cuanto lo roza, la castaña salta.
– No, espere, ¿Qué hace?
– Solo debes relajarte, Daviana… no pienses en nada más.
Ella oye esas palabras, pero no se tranquiliza. Nunca nadie le había besado el culo, es que ni se imaginó que esas cosas también se practicaban en la cama.
Muerde sus labios en la espera de lo que haría Michele, ese hombre era voraz.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar