El arte del sexo -
Capítulo 83
Capítulo 83:
EI CEO corre la puerta de cristal y con aquel cuerpo empapado de agua y vapor rodeando su figura la mira fijamente. Ella divisa sus finos labios por los cuales se deslizaba toda el agua que caía sobre su cabeza.
– ¿Vas a entrar? -le pregunta con aquella malicia cargada en la mirada.
Sí, no existía dudas, se había enamorado de Michele Gershon… podía sonar a locura, pero era lo que sentía, su mera presencia la desconcertaba mucho y sus sentimientos se alborotaban cuando estaban a solas o tan solo con que él le dedicara una simple mirada.
Daviana sintió miedo, puesto que sabía que estaba enamorada de un hombre con el que sabía que jamás iba a poder estar de manera permanente. Pero necesitaba afrontar ese problema sola y terminar con aquel convenio que había hecho con él.
– ¿No quieres? -Michele le tiende la mano a lo que ella sonríe un poco y termina por aceptar su mano.
Deseó confesarle a ese hombre lo que paso con su hijo en la oficina, pero creyó que podría arruinar ese momento y la verdad es que interrumpir ese momento él por culpa del idiota de su hijo sería una pérdida de tiempo.
Michele hala el cuerpo de Daviana al interior de la ducha, envuelve su cintura con sus brazos y mira fijamente los labios y ojos de esa mujer.
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– ¿Por qué has tardado tanto en venir?
– Lo siento…
– Vamos a darte ese baño se te nota cansada.
[…]
Después del baño más delicioso y erótico de su vida, Daviana regreso a la habitación y antes de poder ponerse su ropa para dormir Michele abandona el cuarto del baño.
– No te vistas, quiero que duermas así.
– ¡Hace frío!
– Mi cuerpo te dará calor.
Ella ve como su jefe se despoja de la toalla que cubría su cintura y se encamina hasta la cama, aun sosteniendo la toalla sobre su pecho la castaña visualiza cada paso de ese imponente hombre.
– Vamos, ¿Qué estas esperando? -le dice tumbándose en la cama para luego verla -.
Vamos a dormir, estoy muy cansado.
Soltando las esperanzas de poder dormir decentemente, Daviana camina hasta la cama para luego soltar la toalla la cual cae a sus pies.
Con nerviosismo se mete bajo las sábanas y de manera inmediata el brazo de Michele envuelve su cuerpo.
– ¿Sientes frío? -él susurra contra su oído de manera tentadora.
Daviana se sentía tan cómoda y protegida en los brazos de Michele, pero también una parte de ella estaba confundida. Él se portaba tan extraño con ella, unas veces era muy dulce y otras como distante. Y esa noche, especialmente se le notaba cabreado como si estuviera celoso de su propio hijo, pero justo en ese momento era tan dulce. Eso la hizo pensar en algo absurdo. No era posible que Michele sintiera por ella algo que no fuese sexual.
– ¿Daviana? -su voz de alerta la saca de su estupefacción -. ¿Qué ocurre?
– Nada, estoy bien… estoy muy cansada.
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