El arte del sexo -
Capítulo 53
Capítulo 53:
– La empresa queda a 20 minutos de aquí, ¿Cuál es la prisa? Ya no estás en tu apartamento Daviana.
Ella cae en cuenta de que él tiene mucha razón, antes se levantaba más temprano de lo normal para poder llegar a tiempo al trabajo, pero ahora se encontraba más cerca… vuelve a la cama sabiendo que la entrada a su trabajo era a las ocho de la mañana.
– ¿Y porque ha puesto esa hora?
O -El maldito reloj ya estaba puesto… -frunce el ceño al sentir que él aprieta más fuerte su cuerpo, la estaba asfixiando.
– ¿Pero a qué hora nos vamos a levantar?
– Una hora más, ¿de acuerdo?
Michele envuelve el tibio cuerpo de Daviana con su brazo y se impregna de su aroma, hacía muchos años que no despertaba al lado de una mujer que oliera tan rico. Ella era calidad y suave.
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La verdad es que podía dormir todo un día con ella en sus brazos…
Se pregunta estupefacta al sentir un enorme bulto chocar con la curva de su culo. Desde luego que ella no consiguió dormir más, pero su jefe cayó rendido como un bebé. Pero al transcurrir los minutos la castaña sintió su polla muy insistente.
Necesitaba pararse de esa cama…
Al abrir los ojos Michele se da cuenta de que estaba solo en la cama, se sienta abruptamente y mira hacia todos lados. Daviana no estaba en la habitación, de pronto el aroma del café recién hecho llega a sus fosas nasales que lo hace suspirar.
Se pone en pie y decide salir del cuarto, baja las escaleras hacia la cocina y la encuentra en la misma perfectamente vestida para ir a trabajar, el CEO frunce el ceño y mira el reloj de pared, aún faltaba mucho.
– ¿Qué haces? -Daviana pega un respingo para darse la vuelta.
– Me ha asustad… -calla sus palabras al ver a su jefe completamente desnudo ante ella, la castaña se da la vuelta y enfoca la vista en el desayuno -. Lo siento, hice café.
Michele se cruza de brazos, esa vergüenza que sentía cuando lo miraba sin ropa era irritante. ¿Cuánto tiempo iba a durar con esa actitud?
– En ese caso, quiero café.
– No prefiere ducharse antes de tomar el desayuno y café.
– Quiero café ahora… -su demanda la estremeció, suelta el aliento disimuladamente y le sirve una taza con café.
Al darse la vuelta trata de mantener la mirada en su rostro, pero es que era imposible no fijarse en ese monumento que cargaba entre las piernas. ¿De verdad era real? Le tiende la taza y este se la recibe.
– Creo que me iré yo primero, para que no se note que hemos llegado al mismo tiempo.
– Te iras conmigo… -demanda dándose la vuelta mientras le da un sorbo al café.
Pero eso no estaba en el trato, ella no deseaba que nadie de la empresa se enterara que mantenía una aventura con su jefe. Y mucho menos Connor, sin embargo, era buen momento para confesarle la verdad a Michele sobre las amenazas de su hijo.
Pero…
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