El arte del sexo -
Capítulo 51
Capítulo 51:
– Quiero oír de tus labios que te gusta como follo tu coño -gime con rudeza haciendo amago de morder la piel de su mejilla-. Vamos, dímelo -insiste.
Daviana mantiene los ojos cerrados mientras que su coño es masturbado por su incesante jefe, luego muerde la parte inferior de su boca al disfrutar de la sensación que estaba sintiendo y acompañado de la voz de ese hombre detrás de ella era como sentir el máximo placer.
– Daviana -Michele sujeta el mentón de la castaña para hacer girar su rostro un poco -. He dicho que deseo escucharte.
– Si -jadea con un hilo de voz -. Me gusta lo que me haces -añade al final mirando de soslayo los penetrantes ojos verdes de Michele.
Ese rostro, esos ojos y esos labios bañados en agua le daban un aspecto apetecible a Daviana.
Michele se aferra a su mentón para besar sus labios con salvajismo justo cuando el cuerpo de ella empieza a convulsionar.
Él presiona su pecho contra la espalda de ella para mantenerla presionada contra la pared, el vapor del baño se hizo más intenso mientras que él opaca los gritos de Daviana con sus besos entre tanto sus dedos eran empapados por sus fluidos.
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El CEO cierra los ojos para presionar su polla contra el culo de Daviana, esa chica tenía algo que lo enloquecía y no tenía idea de qué demonios era.
Cuando la respiración de Daviana se hizo un poco más lenta, Michele retiro la mano de su coño para luego chupar sus dedos.
Posteriormente le da la vuelta a Daviana para restregar su cuerpo contra el diminuto de ella.
– Ahora si podemos darnos un baño.
El corazón de ella salto, y se pregunta de inmediato ¿no iba a seguir con lo demás?
Ella advierte que Michele vuelve a usar el jabón con su cuerpo y empieza a frotar su piel para darle un baño como una niña pequeña.
– Esto es muy extraño para mí -balbucea.
– ¿Qué te esté dando un baño? -Daviana lo ve sonreír con malicia.
– Si -mientras que ella seguía pegada a los azulejos.
– Me da placer hacerlo, Daviana.
La joven parpadea varias veces al sentir las manos de ese hombre deslizarse por sus muslos con suavidad. Era demasiado erótico aquel baño, Michele la tocaba con tanto tacto que su piel reaccionaba al instante y ni hablar de su maldito coño traicionero.
Cuando le saco toda la espuma de su cuerpo, él se metió bajo el poderoso chorro de agua levantando sus brazos para peinar su cabello hacia atrás.
– ¿Te quieres quedar para verme duchar? -le pregunta mirándola sonriente, ella estaba impactada, no pensaba hacerle nada más.
– ¿Puedo irme?
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