El arte del sexo -
Capítulo 34
Capítulo 34:
Observa la puerta donde seguramente su jefe estaba y siente un poco de ira, ¡claro!
se la quería follar a ella, y como no pudo fue a meterse entre las piernas de esa pelirroja molesta.
Niega…
– A mí que me importa esa mierda…
Recoge sus cosas de la mesa para marcharse a casa, cuando tiene todo listo se encamina hasta la oficina de su jefe para informarle de su partida, pero ni logra llegar a la misma ya que Connor aparece detrás.
– ¿Ya te vas? -ella da un respingo al escucharlo.
– Si señor Gershon…
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– ¿Has pensado en lo que te he dicho? Solo serán unas pocas veces, no tienes que darle tanta importancia al asunto, es diversión, ¿no te diviertes de vez en cuando?
– No, señor Gershon… yo creo que se ha equivocado conmigo. No soy de ese tipo de mujer, además usted es mi jefe también.
Soy Él se adelante unos pasos hacia ella de manera intimidante.
– ¿Y eso que? -fue la misma respuesta que le dio el padre -. Nadie tiene porque saberlo, además tener sexo un par de noches no provocará ningún problema -añade con una sonrisa maliciosa.
– Lo siento, pero no estoy interesada – Daviana sujeta su bolso ante la extrema cercanía de Connor.
– Eso quiere decir que estas follando con alguien más… -el joven CEO introduce las manos en sus bolsillos mientras que la mira -. Si te soy sincero no me interesa que tengas novio, podemos buscar la manera de coger sin que él se entere.
– Como le dije, no estoy interesada.
En ese instante la expresión de Connor cambio, paso de ser depravado a cabreado. No le gustaba que lo rechazaran y eso era más que evidente.
– ¿Te rehúsas entonces?
-Señor Gershon, lo que me está pidiendo es una locura y no tiene sentido alguno.
– Es bastante fácil, tienes sexo conmigo y mantienes tu empleo intacto. No hay mucho que pensar, y tampoco es tan complicado de aceptar -responde con ironía mientras se aproximaba a ella.
La angustia crecía en el interior de Daviana, estaba negándose de la manera más decente que podía. Pero es que ese hombre no comprendía que no era una mujerzuela que se acostaba con cualquiera.
Y encima de eso, ni siquiera se sentía atraída por él, más bien por el padre era por quien se mojaba como una idiota.
– Mi padre no se quedará mucho en esta compañía, su estadía aquí siempre es corta. ¿Qué crees que pasara cuando él se marche de nuevo? -ella ensancha la mirada -. Siempre hace lo mismo, viene y luego se va cuando se aburre…
– Y cuando eso suceda yo volveré a quedar como jefe de esta empresa, ¿y qué crees? ¡Te voy a despedir! -el CEO ensancha la sonrisa de infame entre tanto Daviana trata de retener las lágrimas.
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