El arte del sexo -
Capítulo 19
Capítulo 19:
– No me hagas repetir la pregunta -ella lo ve cruzarse de brazos pareciendo mucho más intimidante que antes.
Daviana traga saliva, ayer había preparado todo un discurso para su jefe por si se presentaba una escena como esa y ahora que podía soltar todo lo que pensó no tenía idea de que responder.
Aplana los labios.
– ¡Ah!, ¿no vas a responderme?
Ella pestañea, era increíble como la personalidad de ese hombre podía cambiar tan solo con chasquear los dedos. Hace un momento le pareció un jefe cruel, pero encerrados en la oficina se convertía en otra persona.
– Es que yo… -no, es que no hallaba una respuesta. ¿O es que no deseaba responder?, entonces lo ve ponerse en pie y caminar hacia ella, los instintos de Daviana la obligan a dar un paso hacia atrás. -Tendré que hacer que me respondas entonces -la castaña ensancha la mirada y se paraliza.
Su jefe la sujeta por la cintura estrechando su debilucho cuerpo contra el de él. La joven aprecia aquella masculinidad contra la palma de sus manos que siente que sus barreras vuelven a derrumbarse.
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– Señor Gershon, ¿Por qué está haciendo esto? -logra decir percibiendo el aliento mentolado de su jefe sobre su rostro.
– Necesitas motivación para decirme porque has huido ayer cuando estábamos en la mejor parte de todo -susurra contra sus labios abiertos.
Michele planta sus labios contra los de Daviana percibiendo la misma dulzura que el día anterior, si seguía en ese ritmo con ella terminaría haciendo lo que le advirtió a su hijo…
obsesionándose con su secretaria.
El CEO introduce su lengua en la boca de ella al mismo tiempo que afianza el agarre de su estrecha cintura, los brazos de Daviana apretaban su pecho como queriendo alejarlo, pero ella estaba como en trance mientras que él la besaba.
Esa actitud lo llevo a darle la vuelta para terminar sentándola en el escritorio y colarse entre sus muslos. Agradecía que estuviera utilizando falda, le facilitaba las cosas. Pero entonces, de la nada, Daviana lo separa un poco.
– ¡Basta! Nosotros no podemos hacer esto -la castaña lo mira fijamente con esos tremendos ojos grises.
– Dame una buena razón para no continuar… -ella abre la boca sabiendo las palabras exactas que debía decir, pero al mirar esos ojos verdes y esa boca tan apetitosa todo se fue a la mierda -. ¿No hay una razón?
Su respiración se hizo rítmica al notar que su jefe se inclinaba de nuevo hacia sus labios para besarla y no pudo hacer nada impedirlo, solo consigue cerrar los ojos y dejarse besar una vez más.
No tenía poder para controlar los actos de su cuerpo, ni de su mente cuando lo tenía tan cerca, su presencia era tan intimidante y atrayente que estaba sufriendo por no poder evitarlo. Era todo lo contrario, ¿Por qué?
Michele regresa a los labios de Daviana, pero en esa oportunidad desliza ambas manos por sus muslos sintiendo las malditas medias que llevaba puestas. O -Detesto que uses medias, Daviana.
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