El arte del sexo
Capítulo 18

Capítulo 18:

Padre e hijo se enfrentan con la mirada, Connor creía que podía engañar a un zorro viejo. Tenía mucha más experiencia que él, y era más que evidente que esa chica le gustaba.

En lo que no estaba claro era en si era para algo serio o solo para una noche.

Pero conociendo al chico, sabía bien que no era para nada serio.

Cuando Connor quiso responderle, las puertas del ascensor se abren y el chico gira el rostro hacia atrás. Michele solo enfoco la vista hacia el elevador por donde vio salir a Daviana. El CEO afina la mirada al detallar como venía vestida esa mañana.

– ¡Buenos días! -saluda con nervios -. Lamento el retraso.

– Será mejor que se ponga a trabajar -farfulla Michele sin quitarle los ojos de encima.

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Daviana asiente ante aquella advertencia, esa mañana parecía bastante diferente al hombre de la noche anterior. Pero lo prefería así, todo arrogante a que fuese un pervertido… se encamina rápido hasta su escritorio sabiendo era objeto de la mirada de padre e hijo.

– Estaré en la oficina del fondo, por si necesitas algo -Connor le dice a su padre de manera seria -. Hasta luego señorita Morris – Daviana levanta la mirada para ver a su exjefe alejarse rápidamente.

– Sí, hasta luego señor Gershon…

– ¡Con que llegando tarde! -Michele le pregunta a Daviana con voz ronca que la hace levantar la mirada abruptamente.

– Siento mucho llegar tarde, es que tuve algunos inconvenientes para conseguir estar puntual en mi hora de entrada.

El CEO arruga los ojos ante su respuesta, se preguntó que la pudo haber retrasado. No obstante, le pareció interesante reprenderla por su incumplimiento de horario.

– Tiene que entender una cosa, yo no soy como hijo – Daviana ensancha la mirada al escucharlo -. A mí no me gusta la impuntualidad-el corazón de la castaña comenzó a latir con fuerza -. Y no pienso tolerar que llegues tarde a la oficina -toda ella se tensa.

– Lo… lo lamento señor Gershon yo…

– Venga a mi oficina de inmediato.

Ella nota como él da la vuelta y con aquella petulancia se dirige hasta su oficina dejando la puerta abierta. Daviana suelta el aliento puesto que sospecha que nada bueno iba a salir de ese regaño.

Se pone en pie pensando en las miles de excusas viables que podía dar para que no la despidiera. Pero sospechaba que con el carácter de su nuevo jefe ninguna iba a servir de nada, ese hombre se veía implacable.

Al ingresar en la oficina cierra la puerta y camina con miedo hacia el escritorio de él observándolo sentado en el borde de este.

La miraba de una manera mordaz y eso la perturbaba mucho. -Señor Gershon, siento que haya llegado tarde, pero es que…

– ¿Por qué has salido huyendo ayer? -su pregunta la descoloco bastante, fue como si el cerebro de Daviana rebobinara.

– Perdón, ¿Qué?

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