El arte del sexo
Capítulo 20

Capítulo 20:

Ella asiente inconscientemente cuando él besa la curva de su cuello provocando que los vellos de su cuerpo se endurezcan, automáticamente muerde sus labios ante aquellos chupetes que hace en su piel.

Seguido de ella percibe esa mano habilidosa posarse sobre una de sus tetas para luego apretarla con fuerza, el cuerpo de Daviana da un respingo ante aquel soberbio apretón que la lleva a tener la mente en blanco.

Y en cuestión de nada su jefe ya estaba soltando los botones de su blusa, y para evitar que objetara «como si pudiera» toma posesión de sus labios propinándole un beso caliente y muy húmedo.

Michele al liberar a esa mujer de la camisa sujeta ambas tetas con sus manos notando que era bastante voluptuosa. Aprieta un poco por encima del sujetador percibiendo que eran cómodas y suaves.

– ¡Que grandes! -musita con voz ronca y seductora -. Me gustan grandes -añade, para volver a besarla.

Lentamente empieza a introducir una de sus manos por debajo del sujetador hasta coronar una de sus tetas. El contacto con la misma lo hizo tensarse, aquella parte de su cuerpo era tan tersa y suave, era mucho mejor de lo que se imaginó.

Michele refuerza el beso estrechando el cuerpo de Daviana contra el suyo, ella se encontrada desnuda de caderas para arriba y completamente excitada. El CEO se separa un poco de sus labios para empezar a dejar un reguero de besos por su mentón y cuello.

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Desciende un poco más hasta que alcanza a tomar con la boca aquel pezón rosado y rígido que esperaba ansioso por él. La respiración de Daviana era rápida, para cuando se lo metió en la boca ella gimió de placer.

– ¡Ahhhhh! -aquel gemido estuvo acompañado por un gritico que enardeció el estado de excitación de Michele.

El pelinegro comenzó a chupar la punta del pezón de Daviana con fuerza mientras que la sujetaba con ambas manos por la cintura. Ella con sus piernas abiertas, la cabeza inclinada hacia atrás y ambos brazos reposando sobre la superficie del escrito era como el sueño de todo jefe.

Al saciarse de una de sus tetas, el pelinegro levanta la mirada al mismo tiempo que muerde su labio inferior para ir a tomar los labios de Daviana una vez más. La sujeta de la curva de su cuello y planta su boca contra la de ella introduciendo su lengua justo en ese instante.

– Dime porque has huido ayer, Daviana… -la interroga con un susurro.

Ella solo consigue negar manteniendo los ojos cerrados durante esa sección de interrogación…

– Tiene que existir una razón para que salieras de mi oficina como lo hiciste, ¿he hecho algo malo? -Daviana se siente segura de abrir los ojos en ese momento puesto que él había descendido hasta su cuello llenándola de besos muy húmedos.

– Señor Gershon… -susurra.

Michele sigue propinando besos a Daviana, su intención era llegar a una parte de su cuerpo que ansiaba ver y saborear, y esa vez no pensaba dejarla escapar. Poco a poco fue levantando la falta hasta llevarla a la altura de su cintura, cuando se encuentra descubierta abre sus muslos con un poco de brutalidad.

– ¿Me vas a contestar sí o no?

– ¿Que quiere que le diga? -responde un hilo de voz.

– Es una respuesta bastante fácil, Daviana.

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