El arte del sexo
Capítulo 119

Capítulo 119:

Daviana muerde sus labios con pasión al percibir aquellas gotas de sudor deslizarse por su frente hasta llegar a la punta de su nariz.

Los labios de Michele se encontraban un poco abiertos mientras que penetraba su cuerpo una y otra vez.

Ella ve como él mantiene los ojos abiertos puestos en los de ella, ambos se miraban Soy mutuamente mientras que esa mañana hacían el amor por primera vez. Ya no era como las otras veces, en esa oportunidad era distinto.

Michele muerde sus labios al notar las mejillas enrojecidas de Daviana y esa mirada brillosa que tanto la caracterizaba con inocencia. Ella se aferraba a sus brazos mientras que él embestía su coño sin nada de tacto.

Sus pieles estaban tan sudadas que el choque de sus sexos producía un sonido de placer que aumentaba la calentura de su cuerpo. Baja la mirada fijándose como su polla se pierde en el interior del coño de Daviana.

Regresa la vista a los ojos de ella notando que ella estaba lista para el orgasmo, acelera las embestidas y presiona más la piel de sus caderas justo cuando ella arquea un poco su cuerpo hacia él. Abre sus labios en una erótica «O» y luego gime con tanta fuerza que Michele no se pudo contener y termino acabando al mismo tiempo que ella.

Cierra los ojos y suelta un ronco gemido de placer al liberarse dentro del coño de Daviana.

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Inclina la cabeza hacia adelante; aprieta la mandíbula y permite que su polla se vacié por completo.

– Joder… -musita respirando agitadamente -.

Daviana -menciona su nombre en susurro y es cuando abre los ojos -. No me canso de hacerlo contigo.

Ella detecta la sinceridad en la mirada de Michele y se reconforta por ello, eran genuinas sus palabras y eso le encantaba. Sus sentimientos hacia ella eran verdaderos, creía fielmente que su relación iba a funcionar a pesar de la diferencia de edades y el estatus social.

Nada de eso importaba cuando de verdad existía amor.

– Te seré muy sincero en algo.

– ¿En qué?

– No me gusta para nada este apartamento -Daviana amplía la mirada.

– ¿Por qué lo dices?

– Tu cama es demasiado pequeña para mí -se ríe un poco provocando una sonrisa en los labios de Daviana.

– Lo siento, no conté con conocer a alguien tan grande que terminara metiéndose en mi cama para hacerme el amor.

Michele niega y luego planta un beso en sus labios.

– Quizás sea conveniente irnos, si continúo viendo tu cuerpo desnudo vamos a terminar metidos en el baño.

– Dudo mucho que te guste mi baño.

-Esto es un castigo. Luego de una hora la pareja abandona el apartamento de Daviana con la mayoría de las pertenencias de ella y de su hermano, Michele le prometió que mandaría a alguien a por el resto de sus cosas.

Ella no objeto y se fue con él a vivir su nueva vida, la verdad es que estaba muy emocionada por compartir todos sus momentos con él.

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