Divorcio en peligro, el CEO perdió la memoria -
Capítulo 9
Capítulo 9:
Ella estaba cansada. No había podido dormir mucho en los últimos días debido a que estaba enfrascada en su proyecto final y por los nervios de la boca, por lo que estaba cabeceando. Si no iba a ir al menos que se le hubiera dicho.
Esperaría media hora más ante de rendirse, solo que no contó con que su resistencia se acabaría y su cuerpo cayera de lado en el colchón quedándose dormida. Bueno, su noche de bodas no vendría. No sabía si sentirse aliviada o decepcionada.
En algún momento creyó sentir a alguien entrar a la habitación y acercarse a ella, más su mente estaba más dormida que despierta, aunque juró que una cálida sensación recorrió su cuerpo.
Al despertar en la mañana con el sonido de su puerta siendo tocada, se encontró debajo de la colcha y en una posición correcta en la cama. No recordó en qué momento se acomodó.
“Adelante”, dijo bostezando y sentándose en la cama.
“Buenos días, Señorita Pickman, el desayuno se encuentra preparado abajo”, Rafael apareció con su porte estoico.
Elena asintió, pero había una pregunta cursando su cabeza. Si su esposo no había dormido con ella…
“¿Dónde está Dorian?”, preguntó enfocando al hombre.
Este movió ligeramente con la cabeza.
“El joven Pickman salió de viaje a primera hora de la mañana”, responde.
Elena no sabía los sentimientos que la recorrían. Su esposo había salido de viaje, solo dejándole un número de celular para que lo contactara que nunca usó, y una tarjeta negra que no se atrevió a utilizar.
Sabía que como su esposa tenía derecho a su dinero, sin embargo, ella no tenía la intención de utilizarlo.
Por lo que una semana después la tarjera tenía el saldo intacto y de vuelta en el auto recibió la llamada del único contacto que no había usado en su celular.
“Dime”, su voz salió extremadamente cansada.
No había podido dormir en los últimos días debido al proyecto final que discutiría en unos días. Hubo unos segundos de silencio.
“¿Por qué no has usado la tarjeta que te dejé?”, cuestiona Dorian.
Elena se restregó los ojos intentando no dormirse. Deseaba llegar a la casa lo antes posible. No escuchar las exigencias de su esposo al que no había visto en toda la semana.
“No tengo por qué hacerlo. No creo que la necesite, ¿Es obligatorio usar tu dinero?”, sus párpados estaban medio cerrados. Otra vez varios segundos de silencio.
“No, no lo es ¿Estabas durmiendo?”, pregunta Dorian.
Ella hizo un sonido de negación con la garganta.
“Estaba en la universidad”, responde ella.
Otra vez él se demoró en responder. Ella abrió los ojos que no supo cuando los cerró, dándose cuenta de que después de una semana estaban teniendo una conversación medianamente decente.
“¿Algo más que quieras decirme?”, su tono no era brusco, solo tenía curiosidad.
Podía sentir la respiración de él del otro lado y se demoró en responder por lo que los sentidos de ella se volvieron a adormecer.
“Regreso hoy en la noche”, le respondió. Elena hizo otro sonido de la garganta sin prestarle atención a lo que había dicho.
“Está bien”, y colgó sin esperar respuesta del otro lado. Echó la cabeza hacia atrás y se quedó rendida en el asiento hasta llegar a la casa.
Aún tenía algunas horas para dormir antes de tener que levantarse a seguir en el proyecto. Así que se bañó y se puso un pullover suave y se quedó dormida en la cama. Creía haber visto que eran las 4 de la tarde. Antes de sumirse en la inconciencia, recordó que su esposo le había dicho algo mas no tenía cabeza para pensar en eso.
Sentía un leve movimiento dentro de la habitación. Había un olor que no era el habitual dentro de aquellas paredes. Elena se removió contra la almohada abriendo los ojos lentamente.
La habitación solo estaba iluminada por las luces doradas de las lámparas de la mesa de noche. Por las rendijas de las ventanas cerradas pudo percibir que ya era había anochecido y… no estaba sola.
Se sentó de golpe y miró hacia un lado y otro restregando su cabello hasta que sus ojos se enfocaron en el hombre sentado en el juego de mesa en la habitación y que revisaba su Tablet. Sobre la mesa había varios platillos. Ante el movimiento él alzó la cabeza.
“Si estás despierta ven a comer”, le dijo señalando la cena.
Elena tragó en seco. Dorian solo tenía una bata de baño puesta cubriendo su cuerpo. Parte de su pecho quedaba descubierto y su cabello estaba ligeramente húmedo. Se había duchado hace poco.
Y además estaba en la habitación de ella. Solo le indicaba una cosa. Ellos tendrían se%o, consumarían el matrimonio, Su vientre se removió entre nervios, emoción y otra sensación que no supo descifrar.
Se levantó dándose cuenta que solo tenía el pullover puesto y que apenas cubría un poco más debajo de las nalgas. Miró hacia los lados buscando algo más que ponerse cuando él la llamó.
“No te cubras más, después de comer al final te lo quitaré”, las palabras de él tenían un tono profundo.
Las mejillas de Elena se cubrieron de rojo y se acercó a él intentando no mostrar demasiado y se sentó.
Su piel estaba erizada a pesar de que el aire acondicionado no era fuerte. Y no pudo evitar que los pezones se pusiesen erectos debajo de la tela, marcándose sobre ella.
Ante esto intentó cubrirse, pero su esposo ya había puesto los ojos sobre sus senos. Juró que vio que rostro cambiar un poco su expresión fría.
“No recuerdo que me dijeras que llegarías hoy”, ella rompió el ambiente de tensión se%ual.
Dorian alzó una ceja.
“Te lo comenté hoy cuando te llamé y hablamos”, comenzó a comer junto con ella.
Elena se quedó pensativa y entonces fue que recordó apenas.
“Sí, lo dijiste”, ella comió un bocado.
“Suelo salir de viaje con frecuencia. La mayoría de las empresas que atiendo están fuera del país, pasaré bastante tiempo fuera de la casa él le explicó.
“Entiendo”, eso podía ser negativo o positivo.
“Si necesitas algo puedes pedírselo a Rafael, o llama a Leo sino respondo”, comenta Dorian.
Ella solo asintió con la cabeza. Dorian frunció ligeramente el ceño.
“¿Qué estás estudiando?”, siguió preguntando
“Diseño. Estoy en último año”, le sorprendió que él quisiera saber de ella. Bueno, era lógico si lo miraba desde otro ángulo, ellos estaban casados
“¿Puedes darme respuestas más concisas?”, cuestiona Dorian.
“Lo estoy haciendo. Dijiste que no me metiera en tu vida. Solo estoy escuchando lo que no quieres que haga”, ella le respondió rápido. Estaba perdiendo el apetito.
Dorian no le gustó su respuesta y fue a hablar, pero su celular sonó. Antes de responder se giró hacia ella.
“Ahora vuelvo. Termina de comer y espérame en la cama”, ordena.
El sonido de la puerta cerrándose hizo que Elena temblara. Su cuerpo había estado bastante tenso hasta el momento. Sabía que ese día llegaría.
Fuerte, tenía que ser fuerte.
Al regresar Dorian, Elena lo esperaba en la cama, sentada en el borde. Sus manos se apretaban en su regazo. Él se detuvo delante de ella aflojando el nudo de la bata.
“Eres virgen ¿Verdad?”, pregunta.
Ella alzó la cabeza asintiendo.
“En ese caso, esta vez me tomaré el tiempo de prepararte”, fueron las palabras de él y Elena tragó en seco.
Dorian se puso delante de ella y la recorrió de arriba abajo, la ropa abrazaba el cuerpo de ella y se marcaba el valle de sus pechos junto a sus pezones, y el volumen de sus muslos casi desnudos. Su mirada casi se la comió, pero ella estaba tan nerviosa que apenas se dio cuenta.
“Acuéstate”, le dijo él separándose y caminando hacia la mesa agarrando dos cosas sobre esta.
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