Capítulo 58:

Solo esta noche parecía que algo estaba diferente había llegado un poco más temprano y se dejó caer en la cama mientras Elena se peinaba el cabello.

“Sé que las cosas entre nosotras están un poco tensas, pero crees que esta noche podemos hacerlo”, no había que ir muy lejos para saber a qué se refería él, quería tener se%o con ella.

Elena no se hubiera negado, pero acababa de enterarse que estaba embarazada y los primeros tres meses eran los más los más delicados, por lo que no le quedó más remedio que negarse. Tendría que inventar una excusa.

“Hoy no”, respondió de una forma neutral, pero

Dorian pareció no tomarlo muy bien. El ceño del Ceo se frunció. Él no solía pedirle nada y esa noche realmente necesitaba desahogarse y el se%o era la mejor manera, pero su esposa lo rechazaba.

Antes que ella pudiera reaccionar la agarró de la muñeca y tiró de ella en dirección a la cama subiéndose sobre su cuerpo. Agarró sus manos a cada lado de la cabeza de ella y la fulminó con la mirada.

“¿Vas a rechazarme hasta este punto?”, había incluso desilusión a su voz.

Elena tragó en seco. Solo había visto ese brillo en sus orbes plateados cuando estaba molesto.

“No te estoy rechazando, solo que hoy no es buen día para hacerlo”, insistió ella intentando pensar una excusa.

Dorian chasqueó la lengua. No era un hombre abusador así que no insistió. Simplemente se inclinó y le dio un beso rápido en los labios y la soltó. Se dio la vuelta dándole la espalda. Sabía que él estaba irritable y no quería agarrarla con ella. Elena no tenía la culpa.

Una sensación extraña quedó dentro de ella. Conocía lo bien que se sentía tener se%o con su esposo, pero en este caso no era una opción, al menos no con p$netración.

“Solo no lo metas”, murmuró ella y pensó que él no la había escuchado.

Sin embargo, cuando se giró de lado, no pasó más de cinco segundos antes que los brazos de su esposo la envolvieran y un beso cayera sobre su nuca que la hizo estremecerse.

Elena mordía la almohada debajo de ella conteniendo los g$midos que salían de su boca. Le había pedido a Dorian que no la penetrara, pero se había olvidado que él era muy bueno teniendo se%o, y solo con rozarse contra ella entre sus muslos era suficiente para tenerla temblando debajo de él.

El cuerpo de él se presionaba contra su espalda donde caían besos desesperados. El aliento de él se sentía caliente. Las caderas de él golpeaban sus nalgas una y otra vez. El interior de sus muslos se sentía muy húmedo y hasta irritado. Ella había perdido la cuenta de cuantas veces lo habían hecho.

No podía pensar. Solo cuando lo sintió gruñir por no sabía que vez contra su nuca la cual ardía de las marcas de besos y mordidas, supo que había terminado. El cuerpo de Dorian se detuvo junto con el de ella que temblaba por la sobre estimulación.

“¿Te duele en algún lado?”, lo escuchó preguntar encima de ella con voz jadeante.

Ella negó con la poca fuerza que le quedaba. No había parte de su cuerpo que no se estuviese estremeciendo y leves g$midos salían de su boca cuando los dedos de él la acariciaban. Aun así los párpados de ella pesaban y deseaba descansar.

Agradeció que Dorian se levantara de encima de ella y comenzara a limpiarla porque ella no tendría energía para hacerlo.

Elena rebuscaba entre sus cosas sin encontrar las pruebas de embarazo. Recordaba haberlas guardado entre su ropa interior pero no haberlas botado, pero no estaban en ninguno de los dos lugares y su corazón martilleaba nervioso en su pecho.

“Elena, es hora de irnos”, Dorian abrió la puerta encontrándola arrodillada en el suelo. Ella rápidamente cerró la gaveta.

“¿Qué ocurre?”, ese movimiento había sido realmente extraño.

“¿Has visto algo extraño estos días en el cuarto?”, ella probó analizando su reacción.

Dorian alzó una ceja.

“No tengo idea de a qué te refieres. Pero si se te perdió algo puedo pedirle a algún empleado que lo busque o cuando regresemos lo buscamos”, dijo y miró su reloj

Elena entendió que él no lo había encontrado sino la estuviese atacando a preguntas en ese momento. De todas formas, sus preocupaciones no desaparecieron. Debía averiguar que habían pasado con esas pruebas.

Botarlas no había sido seguro. La basura era separada antes de ser desechada y dado que ella no había salido de la mansión solo le quedó esconderla. Entonces… no entendía donde habían ido a parar.

El viaje hasta la empresa la mantuvo pensativa incluso no escuchó cuando Dorian la llamó hasta que él tocó su muslo. Ella se sobresaltó dándose cuenta de lo sumida que estaba en sus pensamientos.

“Elena, estás muy distraída, te llamé varias veces y no respondiste ¿Tienes algo que decirme?”, la mano sobre su muslo se apretó ligeramente.

Decirle, la verdad que mucho, en ese momento, la verdad es que no. Ella negó con la cabeza.

“Solo estoy nerviosa porque trabajaré en estos días en tu empresa”, no mintió.

“Ya verás que te irá bien. Son buena gente”, Dorian la alentó y le besó la sien. Parecía más relajado después de la sección de la noche. Era un hombre que solía relajarse bastante después de se%o.

Una vez que llegaron él la llevó hacia el departamento de diseño donde Anna la estaba esperando, además de ella había tres personas más que cooperarían en el proyecto. Y una vez ella presentada formalmente Dorian se dio media vuelta, pero antes de irse.

“A la hora del almuerzo ven a mi oficina”, le dijo y después se fue.

“Ahhh, el ceo es tan romántico. Que suerte has tenido casándote con él”, Anna soltó un suspiro.

“¿Dorian? ¿Romántico?”, Elena murmuró con ironía, pero lo suficiente alto para que la otra mujer la escuchara.

“Claro que sí. El Ceo a pesar del trabajo no hace todas las horas extras que normalmente hacen los de su cargo alegando que tiene que volver temprano a ver a su esposa. Ojalá tuvieras un esposo tan preocupado”, le responde.

Elena se quedó sin palabras y miró como la espalda de su esposo desaparecía a lo lejos. Dorian era la persona más complicada de entender que había estado en su vida y no importaba los años juntos siempre la sorprendía.

Después de una larga reunión donde el proyecto fue planteado, se debatieron opiniones y donde Elena primero estuvo un poco dudosa de dar su punto de vista, pero que después con más confianza se desenvolvió la hora de almuerzo llegó.

El grupo había soltado un suspiro de alivio en cuanto las manecillas del reloj tocaron las 12 y dos de los hombres que trabajaban casi salieron corriendo.

“Partida de comelones”, se rio Anna rebuscando su monedero.

“Será mejor que vaya a ver a su esposo, de seguro está ansiosos por verla. Nosotros iremos al restaurante de la empresa”, le sonrió.

Elena asintió con la cabeza y se encaminó hacia la oficina de Dorian sintiendo el peso de la mirada de todos con los que se cruzaba.

Había visto como varias personas se asomaban en la entrada de donde ellos estaban antes trabajando solo para verla otra vez. Se podía decir que ella parecía una celebridad en todo aquello. Hasta había agarrado a uno o dos tirándole fotos.

“El Ceo la está esperando”, León se encontraba trabajando y la recibió.

“¿Has agarrado algo de la casa en estos días?”, Elena entrecerró lo ojos en dirección a él. si no había sido Dorian, quizás él podía haberlo hecho, después de todo, era la persona de confianza que más entraba a la mansión.

La expresión de duda por parte de León fue relevadora. No, no lo había agarrado él.

“Olvídalo”, ella se apretó la barbilla pensativa.

León no comprendía a que ella se refería y le abrió la puerta para que ella pasara. Dorian estaba sentado aun detrás de su escritorio escribiendo en la computadora.

“Ven”, le dijo sin separar la mirada de la pantalla.

Estaba concentrado. Elena caminó hasta él y al ponerse a su lado un brazo envolvió su cintura y tiró de ella hasta hacerla sentar en su muslo.

“Mira esto. Me lo mandó el último cliente que tuviste. Ya está circulando”, esta vez él se recostó hacia atrás acomodándola para que ella pudiera ver el video.

Era un video de la última campaña realizada por ella y por la cantidad de visualizaciones y comentarios estaba teniendo buen alcance. Los ojos de Elena brillaron.

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