Capítulo 57:

Así que se dirigió al final a un centro comercial donde sabía que podía encontrarlas. De igual forma estuvo muy nerviosa mientras hacía su compra y sentía sus manos temblar ligeramente. La mujer que le atendió le sonreía de forma cálida, pero eso no le trajo ningún alivio.

En el auto ya volvía a la casa cuando su celular sonó y ella se sobresaltó. Apretó labios al ver el nombre en la pantalla. Dorian.

“Dime”, respondió intentando parecer lo más natural posible. Como si no tuviera miles de pensamientos en su cabeza en ese momento.

“¿Cómo te sientes?”, preguntó del otro lado.

“Ahora fue que pude llamar, esta mañana ha sido muy agitada aquí en la empresa. Tampoco quería despertarte antes de irme. Parecías que te encontraba realmente cansada y no vomitaste en toda la noche”, dijo Dorian.

“Ya estoy completamente recuperada”, mintió Elena y agradeció que su voz no temblara.

“¿Estás segura de eso? Para mí no suenas del todo bien. Estamos casados Elena y aunque no hemos pasado mucho tiempo juntos al menos reconozco tu voz cuando estás realmente bien”, Dorian se demoró unos segundos en volver a hablar.

“Por qué te mentiría, solo fue la indigestión que tuve ayer. Ya hoy estoy bien”, replicó ella rápido.

“Pero Rafael me dijo que no quisiste desayunar y que saliste de la mansión”.

“Desayuné ahora cuando fui al centro comercial. Lo puedes corroborar con el chofer. Recordé que necesitaba algunas cosas y vine a buscarlas, aunque solo encontré una y comí algo ligero solo por si acaso”, se impresionaba de la agilidad que tenía para estarle mintiendo a su esposo. Dorian era alguien muy perceptivo que tenía que tener cuidado con lo que decía.

“Te pedí que te quedaras en la casa al menos por el momento. Mi padre está dando vueltas y es un peligro que estés por ahí. Puede hacerte cualquier cosa”, Dorian parecía algo alterado del otro lado.

“No me demoré mucho y ya estoy volviendo de vuelta. Por solo una hora no pasará nada. Ya al regreso no salgo más”, dijo fingiendo ser cooperativa. No era estúpida para no comprender la situación.

“Está bien. Trabajaré lo más rápido posible y regresaré temprano a la casa. Si necesitas comprar más cosas me escribes y paso a buscarlas por ti”, él no sonaba muy convencido.

“Está bien, nos vemos”, y antes de que Dorian pudiera despedirse le colgó.

Tenía que si seguían hablando pudiera descubrir algo. La mano de ella que apretaba la bolsa con las recientes compras estaba empapada de sudor. Había tenido que comprar otra cosa para esconder el objetivo real de su compra centro comercial y no levantar sospechas.

Una vez dentro de su propio cuarto y encerrada en el baño con seguro, desenvolvió las dos pequeñas cajitas que había comprado. Ahora fue que sus manos temblaron realmente.

Por un lado, quería saber qué resultado le iban a dar, pero por el otro estaba realmente aterrada de que sus sospechas fueran reales. Un bebé era bienvenido siempre y cuando las condiciones fueran necesarias. No en este momento donde no sabía se terminaría viviendo con su esposo o no.

Entre los dos había demasiadas mentiras, demasiados misterios. Le encantaría que su hijo naciera entre ellos dos como una pareja estable. Dorian quizás podría ser un buen padre, pero no podría dar seguridad de eso.

Dio profundo suspiro y abrió las dos cajitas las pruebas de embarazo. Con duda y el corazón martilleando dentro de su pecho hizo el procedimiento para ver los resultados.

Primero probó una dejando la otra de lado por si acaso y espero a que diera el resultado. El tiempo le pareció eterno, pero cuando pasó lo que vio le hizo estremecerse. Negando con la cabeza hizo ese mismo procedimiento con la segunda para un poco más de seguridad.

Y esta también dio lo mismo. Eran dos líneas. El embarazo era positivo… ahora qué iba a hacer.

Dorian intentó llamar varias veces a su esposa, pero este no respondió ni una sola vez. Él había mirado la pantalla del celular pensando que se había equivocado de número, pero no, era el de Elena. Lo peor pasó por su mente.

“León, llama a tú a Elena”, le pidió a su secretario que manejaba.

Le había dicho que llegaría temprano a la casa y ella era la mujer que normalmente tenía celular a mano por tema trabajo. Así que realmente se preocupó cuando no recibió respuesta por parte de ella.

Porque dada la situación que la rodeaba y con su padre dando vuelta a ella pudiera haberlo ocurrido cualquier cosa sobre todo después que había salido de la casa. No quería encerrarla, pero no era seguro que estuviese dando vueltas.

León se detuvo en el semáforo y llamó a la mujer recibiendo la misma atención. Los dos hombres se miraron, no había mucho que decir. El secretario apretó el acelerador y se dirigió lo más rápido posible en dirección a la mansión.

Dorian llamó rápido a Rafael preocupado pero la respuesta que le dio al menos lo calmó un poco, su esposa no había salido de la habitación desde que había regresado y que no habían tenido visitas recientes.

De igual forma no confiaba completamente en él, después de todo era un mayordomo que había servido a su padre tiempo atrás. Solo podía tener la confirmación de que ella estaba bien cuando llegaré la vida con tus propios ojos.

Corrió al interior de la Mansión una vez que llegaron, y subió las escaleras rápidamente. No la encontró en su propia habitación. Así es que deseo que estuviera en la de ella y tocó la puerta con premura.

“Elena, Elena”, la llamaba una y otra vez sin recibir respuesta por lo que tocó un poco más fuerte, hasta que, cuando había tomado la decisión tumbar la puerta esta fue abierta. La mujer apareció sobándose los ojos.

“¿Qué ocurre?”, le preguntó a ella sin mirar el rostro.

Dorian no le respondió, simplemente estiró sus brazos y los envolvió alrededor de ella.

“Dios, pensé que te había pasado algo. Te llamé varias veces y no respondiste. Estaba preocupado que te hubiera ocurrido algo”, dijo soltando un suspiro de alivio.

“Solo no escuché el celular”, Elena mintió como mismo lo había hecho al abrir la puerta y fingir que estaba durmiendo.

Después de tener los resultados de las pruebas de embarazo su mente se había vuelto un caos total y no sabía que podría ser.

Al final se había quedado tanto tiempo dentro del baño que sus piernas se habían entumecido. Lo más que podría ser ahora, después de pensar mucho en el asunto, era ocultarlo hasta que todo terminara y después de tomar la decisión.

En caso que decidiera tenerlo le gustaría que su hijo tuviera un padre aunque al final eso estaría de parte de Dorian si quería formar parte de la vida de su hijo, pero si las cosas no funcionaban… No quiso que se hagan las consecuencias. Porque eran realmente crueles.

Había escuchado como el celular había sonado una y otra vez y había visto el nombre de Dorian en la pantalla, había hasta contado las veces que le había llamado.

Y por último León. No le habías respondido, pues no estaba preparada y de seguro la asaltaría a preguntas al escuchar su tono nervioso,

Esperó a que Dorian llegara y una vez que la había abrazado ella pudo sentir como él temblando ligeramente. Al parecer se había preocupado realmente.

“Rafael me dijo que no habías comido nada en todo el día”, le comentó Doria varios minutos más tarde sentado en la cama.

Elena se encontraba en su computador trabajando o más bien fingía trabajar. No tenía cabeza para estar diseñando no cuando tenía el padre de su hijo delante y él no sabía nada sobre el tema.

“No he tenido apetito”, si seguía diciendo que estaba enferma Dorian era capaz de buscar de nuevo al doctor.

Y si este le hacía pruebas saldrían los resultados de su estado.

“Dentro de dos días puedes comenzar a asistir conmigo a la empresa. Comenzaremos con la realización de proyectos, un cambio de ambiente te hará bien. Claro si te sientes mejor”, Dorian se quedó mirándola por unos largos segundos.

“Ya estoy recuperada”, Elena recordó entonces el tiempo que había pasado en la empresa.

Una leve sonrisa apareció en su rostro, se había divertido bastante en esos momentos y estaba segura que sería una experiencia memorable. Dorian notó que el cuerpo de la mujer se relajaba.

No habían pasado tanto tiempo juntos como para conocer cada cosa de cada uno, pero si podía decir que ella aparentaba estar más nerviosa que otras veces. Eso lo hizo preguntarte si ella escondía algo.

Los próximos dos días pasaron volando. Elena apenas fue capaz de ver a Dorian en ese tiempo. El hombre se levantaba a primera hora a la mañana y llegaba muy de madrugada, simplemente para bañarse y dormir a su lado.

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