Divorcio en peligro, el CEO perdió la memoria -
Capítulo 50
Capítulo 50:
Dorian por su parte miraba su perfil y con una presión en su pecho, deseaba realmente explicarle muchas cosas. Estaba seguro que ella se molestaría, pero después caería en sus brazos. Sabía que ella tenía sentimientos por él y él quería ser todo lo recíproco que pudiera.
Una vez llegados a casa donde estaban residiendo se dio cuenta que no tenía la llave de la entrada por lo que estaban a la intemperie. No había pensado en ese detalle y chasqueó la lengua.
“Tendremos que esperar por ellos. Vamos, te voy a llevar a un mejor lugar”, eso no quitaba que tuviera una mejor idea. Agarró de la mano a su esposa y besó sus dedos.
Elena que parecía medio soñolienta y que al parecer había olvidado lo de antes teniendo más similitud a la mujer tranquila que era normalmente, se dejó llevar en medio de la noche por el pueblo hasta salir.
Dorian la llevaba derecho a donde se cultivaban las flores. Sus ojos se abrieron con impresión cuando se detuvieron delante de uno de los cultivos de azucenas donde el olor era agradable, embriagador y había incluso luciérnagas revoloteando de un lado a otro.
Una sonrisa apareció en el rostro de Elena que se soltó de su esposo y avanzó sin hacerle daño a los cultivos. Sus dedos rozaron los pétalos de una flor y algo tan simple como ella le hizo sentirse tan feliz.
No sabía si porque aquella acción carecía de importancia o porque tenía un nivel de embriaguez que solo aquello era destacable.
Escuchó a Dorian acercarse detrás de ella y se giró rápido sin pensar que pudiera resbalar. Se vio cayendo hacia atrás. Dorian reaccionó rápido y llegó a donde estaba ella impidiendo que se golpear. El cuerpo de él quedó sobre el de ella.
“Lo siento”, dijo él incorporándose rápido pensando que le había dolido sin embargo la mirada de Elena estaba muy abierta y enfocada en el cielo.
Incluso las estrellas se reflejaban en sus pupilas.
“Hermoso ¿No?”, él sonrió de lado.
Se imaginaba que ella nunca había tenido una vista como aquella, y como no asombrarse si el cielo en el campo era realmente espectacular.
Dorian aprovechó esta oportunidad para darle un beso a ella que se estremeció debajo de él. Su buen humor había vuelto después de la discusión que había tenido con ella.
Elena no lo rechazó, más bien su cuerpo se sentía como gelatina debajo del de su esposo y sus manos solo atinaron a apretar sus hombros cuando el beso se intensificó. Y entre la fragancia de él y el de las flores a su alrededor se sintió aún más embriagada.
Dorian por fin dejó de maltratar sus labios y se alzó con los orbes brillantes y llenos de deseo comenzando a desabrocharse los botones de su camisa.
“Cambiemos un poco la rutina esposa mía”, dice Dorian.
Elena abrió los ojos cuando un rayo de sol se filtró por la ventana y los golpeó. Se removió la cama un sintiéndose agotada, cada músculo de su cuerpo protestó después de la noche que había tenido aun cuando habían estaba la intemperie. Dorian no se hbía contenido mientras tenía se%o.
Era un hombre bastante apasionado en la cama, y hablando precisamente de ese hombre no lo encontró a su lado, más bien el lado de la cama tenía las sábanas ya frías como se hacía tiempo ya se hubiera levantado.
Ella se sentó corriéndose el cabello para atrás no recordaba mucho lo que había ocurrido después del primer trago y mucho menos lo que había dicho, pero por cómo se encontraba y las marcas por todos lados debe haber dicho algo fuera de lugar.
Apretó los labios con fuerza esperaba no haber dicho nada respecto al divorcio eso. De seguro lo hubiera molestado, pero no estaba ahí para preguntárselo y dado que era la primera borrachera de ella no tenía recuerdos de la noche anterior.
Era como si los recuerdos se negaran a volver y de cierta forma tuvo algo de impotencia. No se imaginaba pasando por eso, pero con todo lo que ella conocía, como le había ocurrido a su esposo. Eso le hizo tener cierta empatía con él.
Se incorporó llevándose la mano de la cabeza que esta parecía querer rajarse a la mitad.
“Demonios”, maldijo cuando la luz le molestó.
Si se sentía así cada vez que tomaba era mejor eliminar el alcohol de su vida. No entendía porque la gente encontraba algo delicioso en eso.
Lentamente se levantó algo mareada y se vistió para bajar a la primera planta a ver si tenían algo contra el dolor de cabeza y a lo mejor así encontrar a Dorian y preguntarle. Sin embargo, al hacerlo no encontró a nadie en la sala y menos en la cocina.
A esa hora de la mañana siempre había bullicio. Dudosas se asomó al patio donde escuchó algunos sonidos. Ahí se encontraba Irene con una palangana delante de ella y dentro uno de los cachorros.
“Oh buenos días”, le saludó esta al verla caminar en su dirección.
“Buenos días”, Elena se arrodilló frente a ella mirando como el cachorro disfrutaba de jugar con su reflejo en el agua con sus patitas.
“Hoy toca el primer baño de los pequeños por si quieres ayudarme, después prepararé un buen desayuno para ti porque como frunces el ceño debes tener la cabeza volviéndose loca”, la mujer le ofreció al ver la mirada divertida y curiosa de Elena.
“La verdad es que sí”, dijo ella sinceramente.
“¿Has visto a mi esposo?”, preguntó sin más, era extraño verla en estos momentos alejado de ella.
Él y Jaby fueron al centro del pueblo a comprar algunas cosas. Volverán dentro de poco. Doria me dijo que si te despertabas te preparara algo de comer que no estabas acostumbrada a beber y que de seguro tendrías resaca
“No se equivocó”, Elena sonrió de lado cansada.
“Pero como te dejó el cuello de seguro lo pasaron muy bien anoche Aunque me pregunte dónde lo hicieron porque en la casa no fue, cuando llegamos estaba totalmente vacía”, dice Irene.
Las mejillas de Elena se sonrojaron, pero no respondió. Mientras bajaba la escalera algunos flechazos de recuerdos habían llegado a su mente, pero no daría detalles de su vida íntima.
Mientras tanto se puso a ayudar a Irene a bañar a los cachorros. El último de ellos parecía muy encariñado con ella. Cuando comenzó a secarlo se quedó muy tranquilo en su regazo hasta que se quedó dormido con sus caricias.
“Vaya eso no suele hacerlo, normalmente es el más revoltoso de todos”, Irene comentó con una sonrisa.
“Me hubiera gustado en el pasado tener un cachorro o alguna mascota, nunca tuve así que no se bien cómo tratar con ellas”, Elena acariciaba su lomo
“Qué lástima, realmente son seres que alegran la vida”.
Elena no sabía si la suya podía alegrarse. Todavía contaba los días a que su esposo volviera a ser el de antes y ella tuviera que empezar desde cero, aunque las cosas no parecían desarrollarse como yo querían.
Dorian cada día era más diferente a la versión que ella reconocía, cada día era más diferente cada día era más igual a la primera vez que lo había visto esa versión que le había gustado desde el primer momento y que la hacía vacilar respecto al matrimonio.
Y al parecer sus pensamientos fueron escuchados pues mientras Irene paraba el desayuno y lo servía delante de ella comenzó a hablar sobre pasado.
“Dorian es un buen niño ojalá hubiera estado más tiempo en el pueblo, pero su padre llegó y se lo llevó a él y a su madre. Ese día no parecía contentos ninguno de los dos. Más bien, aun puedo recordar los gritos que daba ella ante de que la metieran dentro del auto”, cuenta Irene.
“¿Él se lleva mal con su padre? A pesar de estar casada tres años con él, apenas conocí algo de la vida privada de Dorian. No suele hablar de sí mismo o de sus problemas”, pregunta Elena.
“Quizás no te ha contado sobre este tema pues una parte vergonzosa de su vida, pero he escuchado cosas a su familia, cosas no muy buenas. Su madre solía llorar a cada rato en silencio sobre todo de miedo de que le arrebataran a su hijo. Al principio no le entendí, pensé que era una mujer débil. Pero el día que se los llevaron supe que ella tenía sus verdaderas razones. Parecía que iba a su sentencia de muerte”, Irene alzó una ceja.
“Él me comentó que su madre estaba viva y que la vio el otro día”, comenta ella.
“Me alegra escuchar eso. No sé si decirte esto pero si estás casada con él debes estar preparada, la familia de él no es normal”, Irene tenía un rostro de angustia.
Elena pasó la lengua por sus labios que se encontraban secos, había dejado de comer al prestar la atención.
“Dorian no me cuenta sobre su familia”, no sabía por qué pero aquella mujer le daba la confianza para sincerarse.
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