Capítulo 48:

Se llevó la mano a la sien donde palpitaba el lugar donde él la había besado. Los días estaban pasando y más que volver a su yo anterior era como si fuera al revés. Su corazón latió, un ápice de esperanza.

Pero sus pensamientos fueron interrumpidos cuando su esposo salió del establo jalando un caballo color crema bastante grande y que la hizo retroceder.

“¿Vamos a montarnos en eso?”, ella señaló al animal.

“Es grande, pero es una yegua mansa, no tengas miedo de que tumbe. Además…”, rodeó la cintura de ella con su brazo.

“Yo estoy aquí contigo. Así que no tienes que tener miedo” y el azul de sus ojos le dio una confianza que la hizo estremecer.

Dorian la ayudó a subirse primero para después hacerlo él detrás de ella. La mujer se recostó contra él mientras él comenzaba a guiar las riendas del animal.

Tuvo que aguantarse de la silla cuando lo hizo correr y la experiencia fue de otro mundo. La brisa golpeaba su rostro y ondeaba su cabello. Si cuerpo se sentía libre sobre el animal que corría por los terrenos de aquel lugar.

De esa forma fue más fácil ver la extensión, las diferentes casas, los sembrados de alimentos al norte, los de flores al este, y todas las edificaciones que componían el pueblo.

“Es bueno… vivir aquí”, Elena soltó cuando volvían de regreso. El sol del atardecer los bañaba desde atrás.

“¿Te gustaría vivir aquí?”, Dorian tenía ahora un brazo alrededor de la cintura de ella”, no es una mala idea.

Las mejillas de Elena se sonrojaron al él tomar en cuenta lo que ella había dicho, pero vivir aquí… solo era un sueño muy apartado de la realidad de ambos y que no podían simplemente ignorar.

“Esta noche nos vamos de fiesta”, fue la expresión de Irene al terminar de cenar

Los días de noches de baile en el pueblo eran inviolables y Jaby de parecía estar muy de acuerdo con ella. Dorian y Elena sabían que no podían escapar de esta, que no era tan mala idea, cambiar de ambiente de vez en cuando era bueno.

“¿En serio me queda bien esta es ropa?”, el Ceo escuchó su espalda mientras se abrochaba los botones de la manga de su camisa para después arremangarla un poco.

Ambos se estaban cambiando para asistir a la fiesta, sin embargo, no puedo evitar que sus mejillas se cubrieron de un leve sonrojo al girarse y mirar a su esposa.

Elena normalmente se vestía con atuendos ajustados a su cuerpo y elegantes con el objetivo demostrar su estatus, se imaginaba que por la forma en que había sido criado. Pocas veces había logrado verla vestida informal, pero ahora lo que vestía la hacía ver realmente hermosa, incluso mucho más joven de lo que era.

La blusa que tenía puesta de hilo blanco tenía bordadas flores en las marcas cortas y abultadas haciendo que sus brazos se vieran más delgados y delicados, mientras que la falta que se ajustaba a su cintura y se volvía más grande y vaporosa mientras llegaba al suelo, con estampado de diferentes colores de colores y bordados de flores.

Así mismo, su cabello suelto no estaba pulcramente cepillado como siempre, más bien tenía unas agradables ondas que marcaban su rostro. Aquella era una imagen de la cual él sabía que nunca se aburriría sobre todo porque los ojos de ella brillaban de curiosidad por saber la opinión de él.

Él mostró una leve sonrisa al terminar de acomodarse la ropa dejando abierto dos de los botones de su camisa azul cielo que contrastaban con el pantalón negro me marcaban los músculos de sus piernas torneadas.

“Creo que deberías ponerte más ropa de ese tipo, se te ve realmente bien”, Dorian se acercó a ella para rodear la estrecha cintura con sus brazos y pegarla a su cuerpo.

Ella se mordió el labio inferior a un poco dudosa.

“No estoy acostumbrada a este tipo de prendas, pero no puedo negar que la textura es agradable a pesar de que tiene muchos años”, era un conjunto de ropa de Irene usaba en su juventud para este tipo de eventos.

“Si deseas puedo comprarte algunas prendas antes de irnos, el mercado de aquí tiene buenas propuestas”, le propone.

“¿En serio lo harías?”, el rostro de Elena se iluminó ante la proposición

“¿Por qué no? El deber de un esposo es complacer a su esposa y mantenerla feliz”, responde.

Ella solo alzó una ceja, pero no dijo nada, porque en este caso tenía mucho dentro de ella, mucho que de lo cual no era agradable sin embargo no quería romper la atmósfera entre ellos y menos de la noche. Habían ido a ese lugar para escapar de sus vidas presentes y cambiar de ambiente.

“Dorian, Elena acaben de bajar de una vez, nos perderemos toda la diversión”, la voz de Irene resonó desde la planta baja.

“Será mejor que bajemos o será capaz de llevarlos cargados si es necesario”, se rio Dorian con una gota de sudor corriendo por su sien.

Elena simplemente asintió.

La música podía escucharse desde lejos mientras que se acercaban al igual que el enorme bullicio de los de las personas en el interior. Era una atmósfera completamente diferente a la que estaba acostumbrada Elena por lo que apretó con fuerza la mano de su esposo algo nerviosa.

“No te preocupes todo estará bien, lo disfrutarás, aunque es diferente a lo que no estaba acostumbrada. Pero te prometo que querrás volverlo a repetir varias veces en tu vida”, Dorian aferró su mano para darle confianza.

Ella lo miró dubitativa, pero lo siguió, aunque no podía negar que la música era contagiosa y le hacía algo a su cuerpo que levantaba su ánimo. La estancia la que entraron era una gran nave donde había muchísimas personas vestidas de forma colorida al igual que ellos.

Lo que más predominaba eran las risas y el olor a alcohol, aunque también había comida sobre algunas mesas repartidas en varios lugares y donde ella se quedó mirando los detenidamente a pesar de que estaba llena de haber comido antes. Estaba intrigada dado que eran platos rústicos pero el color era apetitoso y la hicieron salivar.

“¿Quieres un bocado?”, Dorian a su lado estaba al tanto de ella completamente por lo que había notado su atención a dónde estaba dirigida, aunque ella negó.

De igual forma tomó nota. Elena no solía decir mucho de sí misma por lo que para aprender de ella tenía que estudiar su comportamiento.

“Vayamos a aquella mesa”, Jaby los incitó a los dos para acomodarse.

Dorian fue el primero en sentarse y arrastró consigo a su esposa a sus piernas para que se sentara en su regazo sin vergüenza de estar en público.

Elena se hubiera sonrojado en otro momento, pero su atención se había desviado nuevamente hacia la pista de baile donde varias parejas se movían al compás de la música.

Tuvo que reconocer que era bastante divertido, para nada parecido a las típicas fiestas a la que estaba tenía que ir y terminaba sumamente aburrida en una esquina deseando volver a casa lo antes posible.

Pocos minutos después, en medio de ellos fue puesto un contener de madera lleno de cerveza y frente a cada uno de ellos una jarra para que pudiera servirse. El olor era bastante fuerte e hizo a Elena frunció la nariz.

“Oh esto si es vida”, Jaby expresó cuando llenó la jarra y le dio el primer sorbo.

El líquido bajando por su garganta de forma agradable. Pronto lo siguió Irene mostrando una agradable sonrisa en su rostro. Era una pareja bien llevada que sabía disfrutar los placeres de la vida. Con razón habían durado tantos años juntos.

“Prueba un poco, solo un pequeño sorbo, confía en mí”, Dorian sirvió su jarra se le ofreció primeramente a Elena.

Ella negó con la cabeza dado que no estaba acostumbrada a una bebida tan fuerte. Parecía que podría emborracharse solo con el olor. Dorian volvió a insistir.

Ella apretó los labios y agarró la jarra entre sus dos manos mirando el contenido amarillento y burbujeante del interior.

Tomando en cuenta y seguida por las palabras de su esposo le dio sorbo pequeño dejando que el sabor bañara su boca y pudo confirmar que era bastante agradable.

Así del primer sorbo pasó al segundo, al tercero, al cuarto, hasta bajar la jarra completa. Dorian que se reía por algo dicho repentinamente por Irene tuvo que quitárselas rápidamente de las manos al ver que ella había tomado todo.

“Oye, oye, sabes preciosa que pueden emborracharte muy fácil con esto, si no estás acostumbrada debes tomarla lento”, Dorian apartó la jarra.

Ella giró el rostro y lo miró con sus ojos cristalinos muestra de que el alcohol rápidamente comenzar a hacer efecto su cuerpo. Frente a ellos Irene soltó una profunda carcajada.

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