Divorcio en peligro, el CEO perdió la memoria -
Capítulo 44
Capítulo 44:
Dorian miraba con nostalgia la casa.
“Estuve poco tiempo aquí con mi madre, pero fueron los mejores momentos de mi niñez”, él parecía contento de estar ahí, pero Elena, por el contrario, con cada palabra se ponía cada vez más tensa. Dorian estaba recuperando su memoria.
Eso… no era bueno.
“Dorian, ¿Es el pequeño Dorian?”, una vez a su lado se escuchó, desde la otra casa.
En la puerta había mujer entrada en años, con canas, pero que debía rondar los 60 años aproximadamente. Su rostro mostraba signos de haber sido muy hermoso cuando joven, y en ellos mismos se mostró una sonrisa al recibir un asentimiento por parte de Dorian.
“He venido de visita”, dice.
Irene salió limpiándose las manos en su delantal.
La mujer se giró antes y llamó a un tal Jaby y caminó hacia ellos. Tomó las manos de Dorian cuando estuvo delante de él.
“Nos llamó ese hombre que trabaja contigo, León, el que todos los meses nos manda dinero para mantener la casa y nos dijo que vendrías, pero vaya, verte en persona es increíble, estás tan grande. Como has crecido, eres todo un hombre ¿Y cómo está tu madre?”, la mujer tenía los ojos ligeramente aguados.
“Dorian, es bueno verte después de tantos años. Ya León nos puso al tanto de la situación así que no tienes por qué estar tenso. No nos imaginábamos que después de tantos años vendrías aun cuando mantenías la casa”, el hombre que se puso a su lado le tocó el hombre. Parecía un poco mayor que ella, pero amable
“Gracias”, Dorian les respondió de forma amable.
“¿Cuántos días estarás aquí?”, Jaby miraba disimuladamente a la mujer a su lado.
“Solo dos o tres. No mucho, me escapé para tener unas vacaciones con mi esposa”, puso la mano en la espalda baja de ella y la hizo dar un paso adelante.
“Oh, así que tu esposa es esta hermosa muchachita. Verdad que mi querido niño tiene buen ojo para las mujeres”, Irene la miró con una sonrisa
Elena sonrió levemente un poco nerviosa.
“Un placer, mi nombre es Elena”, extendió la mano a modo de saludo y ambas personas la tomaron.
“¿Y cuánto lleva casada la pareja feliz?”, Irene preguntó entusiasmada y ante esto Elena tuvo que formar su sonrisa, porque pareja feliz… realmente se lo cuestionaba quitando estos últimos días.
“Tres años, pero aún tenemos muchos por delante”, Dorian le pasó un brazo sobre los hombros a ella y la atrajo hacia él, como si realmente hubieran sido marido y mujer y comiendo perdices.
“Oh, sí, como nosotros, llevamos casados más de 40 años”, Jaby miró con ternura a su mujer
“Bueno, bueno. Debido a la premura no hemos podido preparar la casa adecuadamente con lo básico. Está limpia pero no tiene lo suficiente para pasar algunos días. ¿Qué les parece si se quedan en la nuestra? Es pequeña, pero en la segunda planta hay una habitación y está la terraza. Pueden quedarse allí sin problemas, ya la hemos preparado”, Irene los interrumpió
Dorian miró a Elena.
“¿Tienes algún problema con ello?”.
La mujer ante la pregunta negó.
“En ese caso les prepararé algo de comer, me imagino que deben tener hambre por el viaje y estar cansados, y tengo tantas cosas que ponerme al día con mi pequeño Dorian”, la mujer parecía entusiasmada con la visita del Ceo.
Elena siguió en silencio a Dorian cuando fueron en dirección a la otra casa. Dorian lo notó y la agarró de la mano.
“¿No estás contenta por estar aquí?”, le susurró él.
“Solo, estoy algo nerviosa, nunca he estado en un lugar así. Y además… no sé nada de estas personas ni tu pasado, así que no sé cómo reaccionar”, Elena apretó los labios, una gota de sudor corría por su sien.
“Si querías saber de mi pasado solo tenías que preguntar”, Dorian se detuvo un momento.
Elena frunció el entrecejo.
“Acaso crees que te podría preguntar antes. Apenas estabas en la casa, ni me prestabas atención, que iba a hacer, hola esposo, cuéntame de tu pasado, si apenas nos saludábamos”, la forma en que ella le habló no era suave, sino plana y con algo de… resentimiento.
Elena fue tajante y Dorian no le respondió al principio, Fue a abrir la boca, pero…
“Acaso están teniendo una discusión de pareja tan temprano, si apenas han llegado”, Jaby bromeó en la puerta por donde su esposa había entrado.
“Hablemos dentro con más calma”.
“Es parte del pasado, no cambiará”, Elena apretó la mano que tenía el haza de su maleta y comenzó a caminar cuando él también lo hizo, con la cabeza baja.
“Igual puedes preguntarme ahora. No te voy a negar una respuesta”.
Aun así, ella no le preguntó nada. Entraron a la casa amueblada acogedoramente y muy limpia. Los objetos eran humildes, pero daban un aire hogareño que tranquilizó a Elena.
“Nosotros subiremos las maletas”, Jaby señaló a Dorian, dejemos que nuestras hermosas mujeres se conozcan mientras preparan un té.
“Oh, sí, buena idea”, Irene agarró del brazo a Elena y tiró de ella con la mayor confianza del mundo y se la llevó en dirección a la cocina. Dorian solo pudo ver como se llevaban a la mujer lejos de él y no pudo decir nada. A su lado pudo sentir el peso de la mirada de Jaby.
“Bueno subamos, dejemos las maletas y bajemos por ese té que es la especialidad de mí esposa”, dice.
Dorian lo siguió cargando con ayuda de él las maletas y las dejaron en una de las habitaciones, precisamente la que tenía una terraza que iluminaba toda la estancia.
“Bueno. Disculpa que sea impertinente y estoy realmente feliz de verte hecho un hombre, pero, realmente todo está bien. León nos contó tu accidente y que perdiste la memoria. ¿Nos recuerdas? ¿Cómo está tu madre?”, Jaby no se caracterizaba con tener pelos en la lengua
Dorian sonrió levemente.
“Tío Jaby. Yo… tengo mucho que contar”, la forma en que lo llamó impresionó al hombre y sus rasgos se suavizaron. Así era como lo llamaba cuando era solo un niño.
“Entiendo. Nosotros tenemos el tiempo suficiente para escucharte. Estoy seguro que tienes mucho que decir”, Jaby entrecerró los ojos.
“Tanto que no sé por dónde comenzar”, responde.
Elena estaba junto a Irene en la cocina, sentada en la mesa, viendo como la mujer se movía de un lado a otro haciendo el té, el olor que desprendía era realmente delicioso.
“Y bien, te gusta nuestro pequeño Dorian, aunque ahora es todo un hombre, dios, hace más de 15 años que no lo veo. Como pasa el tiempo, tal parece que fue ayer cuando corría por todos los jardines huyendo de su madre”, relata Irene.
“Si, lo quiero”, Elena no mentía, aunque sus emociones estuvieran sumamente confundidas.
“Es un muy buen chico, estoy segura que no encontrarás a nadie mejor que él. Cuando niño recogía todos los días una flor para su madre y se la llevaba y no se separaba de ella cuando estaba enferma. Amaba esos enormes ojos plateados. Son realmente lindos ¿Verdad?”, dice Irene.
Elena se dio cuenta que la mujer era realmente habladora y buscaba alabar todo de Dorian, sin saber lo que realmente había vivido ella todos estos años, y que hacían que no viera a su esposo con los mismos ojos.
Elena no supo si tuvo suerte al escuchar los pasos de su esposo minutos después bajando la escalera junto con Jaby, los dos parecían llevarse realmente bien, aunque al entrar en la cocina la atmósfera entre ellos dos parecía algo tensa.
Dorian caminó hacia ella y se sentó a su lado poniendo su mano sobre uno de sus muslos.
“Y bien ¿La pasaron bien si nosotros?”, Jaby bromeó.
“Ese té huele de maravilla”, el hombre se acercó a donde estaba la tetera. Irene le palmeó el brazo.
“Sal de la cocina, sabes que no me gusta que estés aquí adentro cuando estoy aquí”, dijo la mujer con una rabia fingida mientras posicionaba unas galletas en una bandeja.
“Como diga la reina, mi mujer me maltrata todo el tiempo”, él hombre salió y se sentó junto a la pareja.
“No es lo que yo veo”, Dorian le respondió.
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