Capítulo 43:

Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para pensar en eso cuando sintió la bulbosa cabeza del miembro de Dorian rozarse contra su se%o.

“No te tenses. No quiero que te hagas daño”, Dorian lamió su oreja y después de restregar su miembro para humedecerlo lo suficiente y esparcir el líquido por todo su falo lo posicionó contra el agujero palpitante de la mujer.

De una sola estocada se enterró en ella hasta la mitad. Un g$mido agudo salió de Elena que se cubrió rápido la boca para amortiguar. Su cuerpo sintió la invasión repentina.

Siempre le era más fácil tomar la primera mitad, la otra mitad… tomaba un tiempo y siempre la hacía sentir tan llena cuando la punta tocaba y presionaba su cuello uterino, como si quisiera romper esa barrera y llegar más allá.

Dorian dejó un beso en su nuca y aguantando su miembro y con su otra mano en la cadera de ella fue guiando y entrando lentamente su p$ne dentro de las paredes de la mujer que se iban tragando cada centímetro, cada cuenta que desaparecía de forma excitante.

La vista lo tenía cautivado y más cuando su pelvis tocó la cadera de ella. Elena aún estaba dilatada del día anterior por lo que no fue tan tediosa la tarea. Tocó el vientre plano de ella donde sintió un ligero bulto y sonrió.

“¿Estás bien?”, le preguntó jadeando y conteniéndose de no embestir con fuerza.

Ella asintió recostando su rostro contra una de las manos que tenía posicionada contra la ventana.

Estaba bien, se sentía llena, pero a su cuerpo le gustaba esa sensación. Dorian complacido por la expresión de ella comenzó a moverse sacando lentamente hasta la mitad su miembro y volviendo a introducirse con la misma lentitud.

Iban a ser rápidos en tener se%o, por lo que la mejor forma era hacerlo de forma lenta, de esa forma la sobre estimulación los haría correrse. Por lo que abrazó a la mujer y siguió moviéndose constantemente, pero de forma profunda y lenta.

Presionaba con cada embestida el cuello uterino de la mujer y cada vez intentaba que fuera más profundo.

Elena g$mía contra su mano ante la sensación que la atacaba. Las cuentas de Dorian rozaban en su interior cada una de las zonas más sensibles provocando espasmos que la estaban volviendo loca.

“Dorian, espera”, Jadeó cuando su vientre se agitó y esto en vez de detenerlo hizo que el hombre se moviese aún más rápido en su interior

“Do… rian”, g!mió ante el cambio repentino.

El la envolvió en sus brazos y pegó su frente contra la nuca de la mujer buscando también su propia liberación. Las paredes de ella lo apretaban y no faltó mucho para que diera una última embestida.

El mismo tuvo que tapar la boca de su esposa cuando ella se corrió apretándolo tan fuerte que él la siguió en su org%smo derramándose en su interior.

Ni siquiera había usado condón. La noche anterior tampoco… que importaba. Si ella salía embarazada de él, tomaría la responsabilidad completa tanto de ella como del niño, su hijo. Y ese pensamiento, junto con la deliciosa sensación que lo recorría le sacó una sonrisa en su rostro.

Dorian se encargó de limpiar a la mujer que después de eso cayó desfallecida y cansada. Las horas que faltaban de viaje las hizo con la cabeza recostada contra el hombro de él. Solo cuando bajaron del tren ella volvió a hablar.

“Dorian ¿Dónde estamos?”, pregunta ella.

El tren se había detenido en medio de una estación rodeada de mucho verdor. Solo a lo lejos había el inicio de un pueblo pequeño con casas de dos pisos de colores claros y techos rojos y con enormes jardines de flores.

“Este es un lugar al que no me atrevía a venir desde hacía muchos años”, él le dijo con una mirada nostálgica en el rostro.

“Acaso tus recuerdos…”, ella apretó los labios.

“No preciosa, apenas están volviendo algunos, pero sobre todo de cuando era niño”, la vio pestañear algo confundida. Él le pellizcó la mejilla

“Aquí es donde viví algunos años con mi madre, antes de que la responsabilidad de mi apellido cayera sobre mí. Este es el único lugar donde realmente me he sentido libre y feliz”, se acercó y le dio un beso en la frente.

“Madre”, un niño de apenas 5 años, con el cabello oscuro corría en dirección a la mujer que cortaba vegetales en el huerto.

Esta con una sonrisa cansada y con marcadas líneas de expresión en su rostro realmente joven se enderezó y abrió sus ojos para recibirlo.

“Madre, mira”, el niño abrió la mano en donde una mariposa revoloteaba después de salir de su confinamiento. A esta le costó estirar las alas para volver a volar.

La sonrisa en el rostro de la mujer se desvaneció, siendo reemplazada por una de dolor y angustia.

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras estos estaban fijos en la pequeña mariposa. Se dejó caer de rodillas sujetando la mano de su hijo donde estaba el pequeño ser y esperó a que esta pudiera volar torpemente para alejarse.

“¿Mamá? ¿Por qué lloras?”, el niño no entendía.

Le había traído la pequeña mariposa para alegrarla, pero por el contrario su madre parecía realmente triste

“No atrapes a los que son más pequeños y débiles que tú, no les hagas daño, no les quites la felicidad. No dañes sus alas como esta mariposa y más si esa la persona que amas”.

‘¿Cómo me ocurrió a mí?”, esto último lo pensó con pesar mientas lágrimas corrían por sus ojos y se desplazaban por sus mejillas.

El niño apretó los labios, era muy pequeño para comprender las palabras de la mujer en todo el sentido, pero si le quedaron grabadas en su mente junto con la escena tanto que se repetían una que otra vez. Al final asintió levemente apretando sus manitas en el borde de su camisa.

“Buen niño. Buen niño… mi Dorian… Dorian… Dorian… Dorian”, la mujer le besó la mejilla

El sonido de una voz diferente a la de su madre resonó en su cabeza y salió de su momento de letargo. Eso… había sido un recuerdo, Sacudió la cabeza con un poco de dolor. Elena a su lado lo sostuvo pensando que estaba mareado.

“¿Estás bien?”, lo notó un poco pálido.

Él le sonrió levemente. Estiró la mano y le acarició la mejilla.

“Estoy bien, mi mariposa”, ese cumplido hizo que las mejillas se Elena se sonrojaran y se alejara un poco al no estar familiarizada con la forma de ser de él así tan melosa. Dorian sonrió recomponiéndose y le besó el lugar que antes había acariciado.

Si, Elena era una mariposa, pequeña, sensible, rodeada de un mundo que solo la opacaba, y él… no quería cortar sus alas y se había encargado de eso… incluso después de casarse.

“Vamos, estaremos pronto en nuestro destino”, le dijo agarrando nuevamente la mano de la mujer.

Elena se dejó llevar por él atravesando un pequeño sendero de piedras en dirección al pueblo. Las calles de aquel lugar estaban hechas se adoquines rojos, que hasta cierto punto era sorprendente y Elena se encontró caminando como si estuviese en un rompecabezas donde sus pies coincidieran con cada uno de ellos. Lo hacía inconscientemente.

Dorian que caminaba solo un paso por delante se percató de este hecho cuando ella comenzó a retrasarse y sonrió. La mujer realmente parecía una niña haciendo eso, con su cabeza hacia abajo y su atención puesta completamente en lo que hacía.

Se imaginó que ella no había tenido una infancia donde pudiera haber hecho ese tipo de cosas, así que le gustó cantidad que ella pudiera comportarse así a su lado.

Por lo que no se molestó en pasar el resto del camino con ella caminando de esa forma. Ajustó su paso para que no fuera tan rápido. Solo lamentaba que ella no viera el resto del pueblo. Bueno, estarían unos días, así que podría aprovechar ese tiempo para que ella conociera el lugar.

Después de caminar unos minutos se detuvieron delante de una casa que tenía las ventanas abiertas, pero parecía estar desocupada.

Era de dos plantas al igual que las demás de los alrededores y un pequeño jardín delante donde no había flores, solo césped. La pintura parecía algo desgastada, como si no hubiera sido usada en largo tiempo.

“Esta…”, dice Elena.

“Es mi casa”, la oración de Dorian la sorprendió y lo miró impresionada.

“¿Viviste aquí?”, Elena aun procesaba que alguien como Dorian, que era dueño ahora de un enorme imperio y que siempre había estado rodeado de millones de dólares hubiera vivido tan alejado de todo y en un lugar, hermoso pero humilde.

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