Divorcio en peligro, el CEO perdió la memoria -
Capítulo 32
Capítulo 32:
Los ojos de él se fijaron en ella y sonrió ligeramente. Elena se quedó quieta en el lugar con un escalofrío recorriendo toda su columna vertebral.
Aquella sonrisa era por mucho lo más peligroso que había visto en su vida y vaciló si seguir o no avanzando. No hizo falta. Markus lo hizo por sus propios medios acercándose a ella.
Su cuerpo se movía con elegancia bajo el traje. Para su edad se veía bastante bien y su rostro atractivo y varonil no pasaba desapercibido. Sin embargo, Elena no podía apreciar con lujo de detalle estos elementos.
Su corazón martilleaba en su pecho. Ese hombre, a pesar de lo hermoso y atrayente, era igual de peligroso. Markus se detuvo delante de la esposa de su hijo y la recorrió de arriba abajo. Era algo que ella había notado.
“Buenos días, Elena ¿De dónde vienes con ese look… tan casual?”, la saludó.
Ella tragó para mojar su ahora seca garganta.
“Salí a dar una vuelta”, respondió lo más neutral posible.
“Estás muy tensa cariño. Vine a ver si encontraba a mi hijo y verte a ti para saludarte, pero al parecer mi tiempo libre se acabó, pero al menos pude encontrarme contigo”, él inclinó la cabeza.
A Elena no le sonaban bien esas palabras. Ellos… no tenían tanta confianza y no se habían visto prácticamente nada para que existiera un lazo entre ellos.
“Quizás sea en otro momento…”, se sorprendió cuando su mejilla fue rozada por los dedos de su suegro. Ella se tensó aún más.
“Deberías ir más a la mansión principal para que compartas con la familia. Mi hijo te ha mantenido reclusa en este lugar por mucho tiempo. Estoy seguro que serías espectacular siguiendo nuestras tradiciones internas. De seguro te convertirías en una mejor esposa”, sus dedos se fueron desplazando hasta su cuello, dejando sus dedos encima de la vena que palpitaba desenfrenada.
Elena tragó en seco sin comprender sus palabras, pero por el brillo en los ojos de ese hombre no debía ser precisamente bueno. Dio un paso atrás para poner distancia y para su alivio el hombre no se negó.
“Hablaré con mi esposo para planificar algunas visitas”, responde ella.
“En ese caso te estaré esperando Elena, nos vemos entonces”, arrastró su nombre de forma extraña, se inclinó y depositó un beso en su mejilla que se demoró más de lo que ella quiso.
Markus se dio media vuelta en dirección a su auto y desapareció después de despedirse con un movimiento de la cabeza.
Elena se quedó en el lugar y después de los autos pasar por su lado saliendo de la residencia llevó su mano a la mejilla y limpió allí, donde la piel latía de forma incómoda y estaba ligeramente húmedo.
¿Qué demonios ocurría con esa familia? Primero sus hijos y ahora su padre. No, tenía que salir rápido de allí.
Dorian atendía la reunión, pero realmente no estaba prestando mucha atención. Respondía de forma automática o con un simple ‘Hmm’, aunque sabía que si se equivocaba perdería algunos millones en una mala firma, pero que eran unos cuantos millones para él… realmente nada.
Y mucho menos comparados con su preocupación. Aun a esa hora de la mañana y a pesar de su influencia no habían encontrado a su esposa por ningún lado.
Su celular estaba justo al lado de la mesa cuando vibró. Rápidamente hizo algo que no era costumbre. Interrumpió la reunión y atendió el mensaje.
Lo hacía por si Elena le escribía, y aunque se decepcionó porque no era ella, se emocionó al leer el contenido. Sus ojos brillaron y bajó su mano mirando a todos.
“León vuelve a la casa rápido. Y ustedes tienen 15 minutos para hacerme el resumen de todo antes de que me levante de esta silla y me vaya”, aquello era una exigencia que dejó sudando a todos los presentes.
Elena ni siquiera saludó cuando los empleados junto al mayordomo le dieron los buenos días. Al menos sabía que su esposo no estaba en la casa por lo que no le interrumpiría el camino, así que fue casi corriendo a su habitación y se encerró.
Solo cuando recostó la espalda se dio cuenta que estaba jadeando y sudaba. Un escalofrío la recorrió y g!mió.
No era una buena sensación. Después de despedirse de su suegro era como si su cuerpo repelara todo. Y Miedo. Si Miedo.
Era la sensación que podía definir atacaba su ser y no podía descifrar el por qué. Por alguna razón la imagen de su esposo vino a su mente y se sorprendió dándose cuenta que dejaba de temblar lentamente y su respiración se hacía estable.
Se llevó la mano al rostro. No, no quería aquello. No quería reaccionar así solo por un hombre y después de una forma completamente diferente por otro.
Había escuchado rumores que la familia Pickman tenía algo que había que las mujeres quisieran besarle los pies y nunca lo creyó, pero ahora se encontraba allí.
No, tenía que salir de aquel lugar a como diera lugar.
Se enderezó y caminó rápido en dirección a donde tenía los papeles de divorcio. Los firmaría y entregaría al abogado. No le interesaba repartición de bienes aun cuando por derecho le tocarían algunos buenos millones.
Eso la mantendría atada a su esposo. Lo mejor y más sensato era cortar el problema de raíz. Solo que no se esperó que al abrir la gaveta donde los tenía guardados la carpeta no se encontrara.
Frunció el ceño. No recordaba haberlos movido de lugar. Con intriga intentó recordar, pero no había forma que ella pusiese recordar haberlos movido de lugar.
“¿Dónde están?”, rebuscó de nuevo sin mucho éxito.
Apretó los labios y aunque no recordaba haberlos cambiado de sitio comenzó a rebuscar en otros lugares de la habitación… sin mucho éxito y eso… la alarmó. Hasta que escuchó una voz detrás de ella.
“No los va a encontrar”, responde.
Elena estaba tan centrada en su labor que no había escuchado cuando alguien había ingresado a la habitación y se sobresaltó. Al momento se levantó y lo encaró.
“¿Por qué no los voy a encontrar? León”, frunció el ceño en dirección a él.
“Yo me llevé los papeles del divorcio. Lo siento, pero no puedo permitir que usted se divorcie del Ceo. Al menos no por el momento”, el secretario tenía una expresión neutra.
Elena se tambaleó, pero no por sentirse débil sino de la rabia.
“¿Quién te dio derecho a llevarte lo que es mío? Esos papeles…”, gritó.
“No pueden ser firmados aún. Ya habíamos hablado de esto. Que usted esperaría a que pasara el plazo para que el Ceo pudiera recuperar su memoria”, León habló de forma recta.
Una mueca exasperada apareció en el rostro de la mujer.
“¿Esperar a que lo ayude? No creo que él tenga problemas con eso. Bien que puede ir con su amante o con quien quiera llevarse a la cama”, alzaba la voz en su estado.
Pensó que sería rápido, formaría los papeles, agarraría sus cosas y se iría a saber dónde pero no más debajo de ese techo. Pero no, siempre sus planes eran rotos por los demás. Como si todo estuviese en contra de que ella fuera feliz aun si era una sola vez en su vida.
“Disculpe, pero no sé de qué está hablando”.
“Ja, ahora yo soy la estúpida que me tengo que tragar a historia después de verla con mis propios ojos. Se nota que eres fiel a tu jefe”, atacó sin moderación, al final a ellos no le importaba ella y lo que deseaba.
“No sé qué pudo haber ocurrido, pero si hay algo que le puedo asegurar es que usted le importa mucho al Ceo, él se preocupa todos los días por usted”, León apretó los labios sin perder la compostura.
“¿Preocuparse? De qué me ves cara. Tres años y si me prestó atención más de tres días o tenía se%o conmigo para desahogarse, es mucho. No quieras endulzarme la misma historia que ya me sé y en primer plano. Yo no le importo a Dorian o a nadie de aquí”, se estaba alterando aún más.
“Señorita, no estoy mintiendo. No tengo el derecho de decir pues es un tema personal del Ceo, pero le puedo asegurar que solo debe esperar un poco más, él ha hecho todo y ha sido indiferente con usted por su propia seguridad. Tiene que creerme”.
“No le voy a creer al hombre que me robó lo que es mío y no deja que yo busque mi propia felicidad”, el rostro de Elena se contorsionó y sus ojos se entrecerraron acusadoramente.
León no puso responder contra eso, pero sabía que debía calmarla antes que Dorian regresara. En ese estado era difícil que se entendieran.
“Primero cálmese, para comprendernos. Sé que no actué bien, pero es por el futuro de ambos”.
“No quiero un futuro en esta familia, ¿No lo entiendes? Quiero salir de aquí lo antes posible”, ella casi se jalaba el cabello.
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