Capítulo 30:

“¿Estás seguro que soy solo yo la que la está forzando? O quieres que también de detalles”, la expresión de Klaus pasó de ser muy oscura a volver a sonreír.

Dorian le fue a responder cuando…

“¿Qué está ocurriendo aquí?”, la voz de Markus resonó y sus dos hijos miraron en su dirección. Que el hombre interviniera no era nada bueno.

Dorian soltó a su hermano dándole un empujón hacia atrás y se acomodó él su traje.

“No ocurrió nada padre. Solo un desacuerdo. Yo me retiro de la fiesta. Estoy algo indispuesto”, responde.

Markus lo vio darse la vuelta para irse y enfocó su mirada en Klaus después. Lo señaló con el dedo para que se acercara a él y el semblante de este palideció. Molestar a su padre no era una opción.

Dorian había encendido el autor y arrancado. Al no encontrar el bolso de mano de Elena sobre el asiento de copiloto supo que ella se había ido. Tenía que encontrarla. No debía estar muy lejos de allí.

Esperaba que se hubiera ido a pie y no pedido un auto. Había llamado a la casa y ella no estaba ahí y había dejado dicho que en caso que lo hiciera que le fuera comunicado. Pero en todo el trayecto su celular no vibró.

La intentó llamar, pero su celular estaba apagado.

“Elena, ¿Dónde estás? Por qué no me esperaste”, no entendía la razón por la cual ella se hubiera ido así.

A menos que su hermano le hubiera dicho algo. Se rozó la sien, allí donde su cabeza comenzó a palpitar de forma molesta y soltó un suspiro. Quizás lo más recomendable es que ellos se fueran por un tiempo de vacaciones a alguna isla mientras él se recuperaba.

Estar con su hermano dando vueltas y su padre con sus exigencias no era nada bueno para él. Y si a eso tenía que sumarle que debía conquistar a su esposa que parecía recia a sus avances sin razón…

“Ah”, soltó un suspiro cuando a lo lejos un color llamó su atención. Esa silueta, ese color de cabello.

La había encontrado. Elena no se giró al escuchar la bocina del auto detrás de ella. Ya sabía que era Dorian pero ella no tenía intenciones de encararlo en ese momento.

Para qué, para que le hiciera un cuento. Mejor no. Siguió caminando aun cuando sus pies dolían ya de caminar primero con los tacones y después sobre el asfalto.

Al parecer Dorian no tenía intenciones. El auto se puso a la par de ella y la ventanilla bajó.

“Elena entra”, escuchó desde adentro con exigencia.

Ella ni le prestó atención y siguió de largo. No le importaba si le decía que estaba actuando como una niña o de forma infantil. Ella estaba molesta y mucho realmente. Pero sobre todo dolida.

“Elena hablemos dentro del auto. Una mujer no debe caminar tan de noche sola. Vayamos a nuestra casa”, dice él.

“¿Nuestra casa?”, ella soltó un bufido con dolor.

“Mejora la broma”, dijo ella sin mediar sus palabras. Al final esa no era su casa y después del divorcio lo sería menos.

Dorian tampoco parecía tener mucha paciencia así que adelantó el auto y se detuvo atravesando el camino de ella. Y salió del vehículo. Elena se detuvo y lo miró con el ceño fruncido.

“Volvamos a la casa. No entiendo por qué estás tan molesta. Si fue algo que mi hermano te dijo”, él dio la vuelta y caminó hacia ella

“Ja, no necesito que tu hermano me diga las cosas Dorian”, ella soltó con ironía, había frustración en sus palabras.

Él soltó un suspiro con su cabeza taladrando por el dolor, pero debía ser fuerte. No era momento de él. Su esposa estaba molesta sin él saber por qué.

“Primero volvamos a casa y hablemos mejor. Hacerlo en plena calle a mitad de la noche no es bueno”, él insistió.

“¿Hablar? Si como no. Me darás una simple excusa y yo como buena esposa tendré que aceptarla y no hacer escándalo, porque no, las mujeres que vivimos en familias ricas tenemos que mantenernos callarnos aun si nuestros esposos se la pasan pegándonos los cuernos por todos lados. No gracias. Ya he sido lo suficientemente humillada, Ahora déjame pasar”, ordenó ella.

Dorian pestañeó confundido ante las palabras de ella y su semblante se relajó.

“Elena primero cálmate. No sé de qué estás hablando”, espeta él.

Ella iba a responder, pero las palabras no salían de su boca. Ah, se lo imaginaba. Ni siquiera porque ella lo había visto. Al final sabía que por más que ella insistiera él lo negaría.

La desilusión se acumuló dentro del pecho de Elena y suspiró. Estaba teniendo esa conversación en vano. Perdiendo el tiempo. Definitivamente no tenía suerte con los hombres que la rodeaban. Comenzando con su padre y terminando en su esposo.

“Elena, sube al auto. Hablemos más cómodos en la casa”, escuchó a su esposo dar un paso en su dirección, pero ella retrocedió. Después lo escuchó chasquear la lengua.

Él se dio la vuelta con obstinación y le abrió la puerta. Se giró para asegurarse que ella caminaba en su dirección. Él le dio la vuelta al auto para entrar por el otro lado. No estaba tampoco de buen humor. No estaba habituado a lidiar con una mujer como ella y menos con la situación.

Elena avanzó lento hacia el auto, sin apenas ganas. Una vez que entrara volvería al mismo círculo vicioso.

Entonces una luz brilló frente a ella y sus ojos se abrieron con esperanza. Antes que Dorian pudiera reaccionar ella alzó el brazo en dirección al vehículo que venía en su dirección y este freno casi al lado de ella.

Fue cuestiones de milisegundos que los dos intercambiaron miradas, pero todo fue dicho entre ellos.

“Elena… no”, Dorian usó un tono de advertencia, sin embargo, fue demasiado tarde. La mujer ya había abierto la puerta del auto a toda velocidad y se montó a gran velocidad.

“Arranque rápido, ese hombre me está obligado a hacer algo que no quiero”, espeta ella.

El conductor ante la urgencia de la mujer se alarmó y encendió el motor y comenzó a avanzar solo dándole tiempo a que Dorian solo pudiera llegar a golpear levemente el cristal de la ventana. Elena aun temblaba en el asiento cuando lo dejó detrás, pero sabía que eso no sería suficiente.

“Por favor, el auto nos va a seguir. Piérdalo”, ordena Elena y el conductor asintió levemente y se encaminó en dirección a la carretera central donde sería más fácil hacer aquello dado el tráfico.

Dorian aún no se creía que Elena, que había sido tranquila en lo que recordaba, se hubiera esfumado de sus brazos huyendo de aquella forma.

Estaba jugando con él. Chasqueó la lengua e hizo lo más óptimo. Seguirla en su vehículo. Corrió de vuelta y se montó. Giró el auto con un sonido brusco y siguió al taxi.

No dejaría que Elena se fuera de esa forma. ¿A dónde iría? No importaba él la llevaría de regreso a la casa y hablaría con ella.

Aun recordaba las palabras que ella le había dicho y tenía que pedir explicaciones. Y también tendría unas palabras con su hermano. Él estaba entrando en terreno pantanoso y al parecer tendría que enseñarle su lugar.

Elena era su esposa.

Manejó vislumbrando las luces de detrás del taxi y se estaba acercando con facilidad, cuando este dobló al llegar a la carretera central. Eso no era bueno. A pesar de la hora el tráfico en aquella calle siempre era denso, y no fue diferente esa vez.

El taxi comenzó a mezclarse con los demás vehículos y aunque Dorian hizo todo lo posible para no perderlo de vista, no pudo evitar que un semáforo se interpusiese entre ellos en un cruce.

Su corazón palpitó con fuerza en su pecho al ver como este se alejaba y con él su esposa.

“Mi%rda”, exclamó golpeando el timón y sacó el celular.

“Dígame Ceo”, la voz de León se escuchó del otro lado un poco soñolienta.

“Mi esposa acaba de escapar de mí en un taxi. Rastrea su celular y sus tarjetas, Si se queda en algún hotel podremos encontrarla o simplemente por su ubicación”, ordena Dorian.

“Entendido, deme un momento”, responde.

Dorian avanzó cuando la luz se puso verde y aparcó un momento. Perdería el tiempo si solo daba vueltas en vano.

“Ceo, no tenemos la ubicación de ella. Su celular al parecer está apagado. Tendremos que esperar a que lo encienda o que use sus tarjetas”, León apareció de nuevo.

.

.

.

Consejo: Puedes usar las teclas de flecha izquierda y derecha del teclado para navegar entre capítulos.Toca el centro de la pantalla para mostrar las opciones de lectura.

Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.

Reportar