Divorcio en peligro, el CEO perdió la memoria -
Capítulo 29
Capítulo 29:
“¿Qué haces aquí?”, le dijo a Klaus.
Al parecer a Klaus no le importaba mucho que hubiera más personas en la sala y que además su hermano estuviera por los alrededores. No parecía tener constancia de sus actos pues la forma en que recorría a Isabela de arriba abajo era bien atrevida.
“Solos somos nosotros aquí ahora. Debo decir que estás preciosa, ese color te queda realmente bien”, le dijo a modo de cumplido.
Elena respiró profundo. Si había algo incómodo era que alguien en quien no estabas interesado te hiciera insinuaciones.
“Señor Pickman…”.
“Klaus”, él insistió como no sabía que vez desde que se conocían más ella no prestó atención.
“Señor Pickman, buenas noches y gracias, pero ya casi me retiro, espero a mi esposo.
Lo escuchó chasquear la lengua.
“Te puedo asegurar que tu esposo está ahora mismo realmente ocupado. No creo que termine rápido”.
“En ese caso también debería hacerle compañía a él y compartir como hermanos”.
¿Acaso ese hombre no se daba cuenta del rechazo hacia su persona? Pues al parecer no
“Elena, no me sigas rechazando. Sé muy bien que es mejor para ti”, él dijo su nombre en un tono más meloso y se acercó un poco a ella. Elena quiso alejarse, pero su silla fue agarrada
“Quiere que arme un escándalo aquí mismo… por acoso”, ella frunció el ceño. Ya no aguantó más.
“Puedes hacerlo cariño, no seré yo el perjudicado sino mi hermano y tu imagen. Además, tengo una buena reputación de entro todos los hombres. No como el mujeriego de mi hermano”, Klaus no parecía inmutarse por ello.
El pecho de Elena palpitó, otra vez con eso.
“Me retiro”, ella le dijo parándose de la mesa. Ya no quería escuchar nada sobre aquello. Solo hacía que se confundiese aún más.
“Piensa lo que quieras preciosa pero no puedes huir de la verdad. Si no me crees puedes ir a ver que está ocurriendo precisamente con tu querido y fiel esposo ahora mismo. De seguro te encantará la escena”, la mano de Klaus pronto agarró la muñeca de ella y la apretó.
Elena tragó en seco cuando los dedos de Klaus la soltaron y se levantó.
“Recordarás mis palabras, te lo puedo asegurar”, y se dio media vuelta para irse de allí.
Elena se cubrió el rostro con la mano, sabiendo que debía estar pálida. Quería volver a casa y encerrarse, como mínimo el baño, porque ya ni en su cuarto tenia intimidad con su esposo entrando y saliendo.
Sin embargo, las palabras de Klaus, aun cuando las quería ignorar resonaban en su cabeza. No quería hacerles caso, no, no y no, pero se encontró caminando en dirección a uno de los balcones de la sala. Uno que daba exactamente al lado de la habitación donde debía estar su esposo.
Y con cada paso su corazón palpitaba tan fuerte dentro de ella que le estaba quitando el aliento. Acaso tenía miedo de saber la verdad. Se detuvo en la puerta cuando la brisa nocturna golpear su rostro.
Giró la cabeza a un lado con un poco de vacilación y no supo por qué, pero sintió alivio al no ver nadie similar a Dorian del otro lado. Quizás es porque ella no quería ver a detalle. Eso solo reforzaría su convicción de divorciarse que sentía que flaqueaba a cada momento.
“Mejor vuelvo al auto”, suspiró para sí misma y se fue a dar la vuelta cuando una voz familiar. Se detuvo en seco y miró por encima del hombro.
Sus ojos se abrieron reconociendo la espalda ancha y aquel cabello oscuro, recostado en la barandilla del otro balcón. Su aliento se detuvo en su garanta.
“¿Qué?”, exhaló temblando, sobre todo cuando unos brazos se envolvieron alrededor del cuello de ese hombre y… lo estaba besando.
Elena apretó los labios. Ese definitivamente era Dorian… y se estaba besando con otra mujer. No podía verles la cara, pero no era él. Reconocía su traje. Las lágrimas se arremolinaron en sus ojos y quiso salir de allí lo antes posible. A pesar de que no quería tenía que reconocerlo. Klaus no se había equivocado.
Sin volver a mirar atrás salió de aquel lugar caminando lo más rápido que los zapatos altos le permitieron y siguió a lo largo de la carretera.
Rabia, dolor, frustración y el pecho apretado. Lo poco que quedaba de esperanza se desmoronó dentro de ella.
Dorian había cambiado tanto después del accidente que parecía otra persona. Pero solo era una ilusión. Con razón no la necesitó en esos tres años. Tenía con quien desahogarse.
Los pies de Elena dolían, dolían mucho, pero aun así no era capaz de sentirlos. Su corazón era el que reamente se sentía oprimido.
Sus esperanzas siendo rotas, porque si, era tan estúpida de tener esperanzas por un hombre que nunca le había mostrado ni una pizca de atención, más de la necesaria. Y ella… se quería golpear tantas veces por desperdiciar así su vida.
Ahora no tenía ni ahorros, apenas su trabajo donde tenía que trabajar mucho para poder salir adelante por sí misma, y ni siquiera un techo que pudiese decirle hogar.
Era increíble dado que supuestamente ella había nacido en una familia rica. Pero no es como dicen. El dinero no da toda la felicidad, puede ser también tu peor enemigo.
“Ugh”, g!mió cuando su pie derecho no aguantó más y encontró algunas magulladuras debajo de las tiras de este. El izquierdo tampoco está en mejor estado.
Miró por encima del hombro las luces de la mansión se había desvanecido solo dejando las de la ancha calle. No sabía cuánto había caminado, pero debía haber sido mucho. Su mente ya se había enfriado y realmente debía estar loca para caminar por una calle desierta en plena noche,
Lo último que le faltaba era que fuera violada para rematar. Alzó la cabeza y suspiró agotada. Deseaba bañarse, cerrar los ojos sobre una cama y olvidar todo.
Se inclinó e hizo lo más sabio, se quitó ambos zapatos quedándose descalza. Al menos así no dañaría sus pies más de lo que estaba. Los sostuvo en su mano para seguir caminando donde más adelante comenzaban a verse luces del inicio del área comercial y menos vegetación.
Podría llegar ahí a tomar un taxi y volver… no sabía a dónde. Verle la cara a Dorian en ese momento no era una opción. O quizás si cuando escuchó el sonido de un autor viniendo detrás de ella, sin embargo, no se giró.
Dorian había salido de la habitación después de despedirse tanto de los invitados, de aquella persona como de su padre para volver a su mesa.
Estaba agotado después de tener que intentar acordarse de cada uno de ellos gracias a un panfleto que le había entregado antes León para que no fallara o se humillara en la fiesta.
Además del rostro de su padre que era de las pocas cosas que había recordado durante los pocos días después de salir del hospital, el rostro de aquella persona le había hecho iluminarse mostrando una sonrisa en su rostro.
Y poder abrazarla había sido lo mejor. Le había hecho despertar tantos recuerdos donde su mente se despejaba de las lagunas amnésicas. Con mucho mejor ánimo que cuando había decidido llegar a aquel lugar se dirigió a donde le había dicho a su esposa que lo esperara.
Para su sorpresa no la encontró ahí. Lo primero que optó que buscarla en la sala y preguntar a los dependientes si la habían visto. El vestido rojo de ella resaltaba por encima de los demás. No tuvo respuestas positivas.
Hasta que su hermano se detuvo delante de él con una sonrisa y Dorian sabía que él debía estar involucrado con algo. Su instinto no fallaba.
“Wow, Wow, Wow hermanito. Cálmate, está montando tremendo espectáculo”, Klaus levantaba las manos en son de paz mientras la de Dorian agarraban con fuerza el cuello de su traje..
“Será peor si no me respondes”, amenaza Dorian.
Dorian había perdido los estribos. La forma en que lo miraba casi burlándose de él hizo que la rabia subiera por sus venas de una forma ilógica y solo no había golpeado su rostro desvaneciendo su sonrisa por la simple razón de no llamar más la atención.
Algo que no estaba logrando.
“¿Qué tengo que responderte?”, pregunta y Klaus era bueno para provocarlo sobre todo con aquella sonrisa que no se desvanecía del rostro. Dorian alzó una ceja.
“¿Acaso tengo que dar detalles como quieres coquetear con mi esposa aun cuando ella no lo desea? Ni pienses que vas a arruinar mi reputación y la de ella con tus avances, Elena no necesita de un hombre que la quiere forzar en contra de sus deseos”, habló en un tono medio, pero para que viarios lo escucharan y comenzaran a rumorear.
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