Capítulo 28:

“Estoy en camino, llegaré en algunos minutos”, le respondió con resignación.

No quería asistir y no solo por la mujer. Algo dentro de él le decía que debía hacerlo, pero no podía recordarlo. Las pulsadas en su cabeza volvieron a azotar y g!mió de dolor. Colgó sin más y dejó caer la mano cerrando los ojos. Pronto unos dedos presionaron su sien y fue un alivio.

“¿Te duele de nuevo?”, la voz de su esposa sonó preocupada.

Él hizo un sonido con la garganta.

“Duele un poco, pero no es algo que no pueda solucionar de momento. Toca ir a la fiesta sí o sí. Mi familia, el doctor, todos joden mis planes”, abrió los ojos lentamente enfocándola con sus orbes grises, había tono de protesta.

Elena asintió y después de terminar el pequeño masaje se deslizó para volver a su asiento ayudada de su esposo. Ya de nuevo en su sitio tuvo que comenzar a acomodarse la ropa y arreglar parte de su maquillaje. El labial por suerte no se había corrido.

Dorian encendió de nuevo el auto e hizo el recorrido hacia el punto de destino guiado por el mapa, hasta llegar a una mansión rodeada de grandes jardines.

Desde su ubicación podía ver las luces del interior y el movimiento. Parecía ser bastaste ajetreada a pesar de ser una fiesta algo seria.

Dorian detuvo el auto y alguien los atendió. Él giró alrededor del auto y le abrió la puerta a su esposa y la ayudó a salir. Elena agarró su mano que fue tomada con fuerza. Como si necesitara que ella se aferrara a él. Subieron la escalera principal hasta donde los recibieron en la sala central.

Había muchos invitados y ante la presencia de ellos dos las miradas se posaron rápidamente en ellos. Elena no quiso parecer nerviosa por lo que cuadró sus hombros y fingió una expresión neutral.

La tensión en su cuerpo era notoria. Dorian avanzó al interior con ella del brazo donde fueron interceptados por varios que deseaban saludarlos. Al momento todos recaían en la presencia de su acompañante.

“Así que ella es su esposa”, dijo una voz

“Es realmente hermosa”, comento otra voz.

“Es una sorpresa tenerla aquí”, decía alguien.

“No nos imaginamos que la traería”, escuchaba.

“Es la primera vez que la trae a este tipo de eventos”, decía otra voz.

“Mi esposa es tan hermosa que deseaba tenerla solo para mí”, Dorian simplemente tenía una leve sonrisa en su rostro y respondía cordialmente con la misma frase.

Pero Elena sabía muy bien en trasfondo de todo. Dorian nunca había salido con ella a eventos públicos. Esta era la primera vez. Por lo que no era una novedad para ella los comentarios.

Sin embargo, ser el centro de atención no era nada gratificante, sobre todo cuando su mirada se encontró no solo con la de Klaus a una esquina de la sala, sino con el hombre de rasgos familiares a su lado.

Elena respiró de alivio cuando por fin pudo sentarse en una mesa. Había sido presentada de un lado a otro como si ella fuera un trofeo, y aunque sabía que su esposo no lo había hecho con esa intención, ella se había sentido así.

Lo que más le preocupaba era que a pesar de que la mirada pesada sobre sus hombros tanto del hermano como del padre de Dorian, ellos no se habían acercado y precisamente Dorian los había ignorado.

“Tu hermano y padre están en la otra esquina ¿No los irás a saludar?”, tuvo que preguntar por la curiosidad más que nada.

“Ellos están bien donde están no les prestes atención”, Dorian le puso delante una copa de vino, parecía que él no deseaba que se reunieran.

“¿Es debido a tu hermano?”, ella tomó un sorbo de su bebida pero la mirada de Dorian le dijo que no preguntara más sobre el tema.

“Estaremos aquí un rato y después nos volvemos. Ya hicimos acto de presencia y cumplimos, tengo cosa más entretenidas que hacer en mi casa”, él tomó de la suya con el ceño fruncido.

Elena no quiso presionar y atendió a la ceremonia en conmemoración al cumpleañero, donde se dio un discurso y entrega de un regalo por parte de la empresa.

No era precisamente nada interesante, sin embargo, le recordó cuando ella asistía a ese tipo de eventos. Varios minutos después comenzó a sonar la música en la sala. Ella sabía que significaba. Pronto tuvo la mano de su esposo delante de ella.

“Bailemos un poco y después de esto nos vamos”, al menos él había notado la incomodidad de ella y las pocas ganas que tenía de estar ahí.

Así que no vaciló en aceptar su mano dado que él había prometido después irse de aquel lugar.

Después de la escena del hermano de su cuñado en la casa, temía que algo pudiera pasar y formar un escándalo. Además, se sentía inquieta por algo más. Su espalda se estremecía a cada momento.

Dorian la llevó al medio de la sala donde varias parejas comenzaban a aglomerarse para bailar. Él se detuvo y la puso delante de él. Pasó su brazo alrededor de su cintura y la pegó a él mientras la otra mano tomaba la de ella.

Con el ritmo de la música comenzó un movimiento suave guiándola en cada paso. Fue entonces que ella cayó que nunca había bailado de esa forma con él y no se sintió para nada mal.

La forma en que la llevaba al son de la música. La fuerza de su brazo, la justa para mantener su espalda recta pero cómoda. Como se sentía el pecho duro de él contra el de ella.

Parecía como si encajaran a la perfección, pero lo que más resaltaba era como él la estaba mirando. Con un brillo en sus plateados ojos que haría caer a cualquier mujer de seguro. Incluso ella sentía que podría flaquear en su decisión.

La única forma de no caer en la tentación era pensar que aquello solo era temporal. Sin embargo, la confusión se hacía paso cada vez dentro de ella y eso la aterraba.

“Estás tensa Elena, aquí nadie te hará nada. Céntrate en mi”, escuchó la voz de él contra su oído al él inclinarse de forma intima.

Las luces en la sala habían disminuido tenuemente dando un aspecto mucho más exótico al ambiente, le dio un beso en el lóbulo de la oreja. Era fácil decirlo, pero él era en parte la causa de su tensión.

“Solo estoy cansada”, respondió ella.

“Aguanta un poco más”, bajó un poco más la cabeza y le dio un beso en el cuello.

El tono de la música cambió a uno más lento, así mismo como diminuto la velocidad en los pasos de Dorian.

Ahora las dos manos de él se posicionaron sobre la cadera de ella y la pegó a su cuerpo. Elena recostó su cabeza sobre su pecho y cerró los ojos dejándose llevar por la agradable sensación.

Hubiera sido sensacional sentirse así desde el inicio. Ser tratada con tanto afecto y atención, no con la frialdad de todos los días. Entonces abrió los ojos de golpe al percibir las manos de Dorian descender un poco más deteniéndose cada una sobre cada una de sus nalgas.

“Dorian”, miró hacia arriba a modo de reclamo y él simplemente sonrió de lado.

“¿Qué? Todos están así”, bajó su cabeza hasta casi estar junto a la de ella

Efectivamente no se equivocaba. A su alrededor las parejas estaban bailando de forma muy junta y melosa. Elena tragó en seco. Sería un baile, pero se estaba poniendo peligroso.

“No crees que es mejor irnos”, una gota de sudor corrió por la sien de ella.

“¿Por qué? Si estamos en el mejor momento”, Dorian entrecerró los ojos con tono divertido.

Elena pensó en su cabeza hasta que escucharon una voz a su lado que los hizo girar su atención. Un hombre con traje estaba junto a ellos. El semblante de Dorian que se había relajado antes, ahora estaba de nuevo tenso.

“¿Qué?”, apretó a Elena más fuerte contra él.

“Se solicita su presencia en la otra sala. Por favor vaya conmigo. Debe saludar a su padre como es debido”.

Dorian chasqueó la lengua y se enfocó en Elena.

“Vuelve a la mesa y espérame ahí. En cuanto regrese nos vamos”, y la soltó siguiendo al hombre y perdiéndose entre la multitud.

Elena para no quedar varada volvió a su puesto en silencio y esperó. Ojalá Dorian no se demorara tanto pues no estaba nada cómoda en ese lugar. Tomó la copa más cercana en sus manos y tomó el último sorbo que quedaba. Y para su sorpresa cuando la bajó su copa fue nuevamente llenada.

“Has estado indiferente toda la noche. ¿Es porque viniste con mi hermano?”, la voz del recién llegado que se sentó al lado de ella no fue precisamente la que esperaba.

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