Divorcio en peligro, el CEO perdió la memoria -
Capítulo 27
Capítulo 27:
Se relamió el labio inferior imaginando la escena y sintiendo como su miembro comenzaba a llenarse en sus pantalones, cuando sus pensamientos fueron interrumpidos. Las manos de Elena estaban sobre la prenda. Dorian tragó en seco y tuvo una palpitación en su sien. Fue tan rápido que apenas lo notó.
“Déjame ayudarte”, le dijo él aflojando el agarre y poniéndosela por encima.
La desplazó por el cuerpo delgado pero curvilíneo de su esposa disfrutando tocar la suave piel hasta donde podía acomodando el escote donde iba.
Le puso las manos sobre los hombros y la giró sobre ella para que estuviese de frente hacia el espejo. Desplazó sus dedos y fue apretando el cierre detrás de la espalda de ella hasta que todo el torso estuvo ajustado en su lugar.
Fue entonces que él se permitió apreciar todo el cuerpo de su esposa y en eso Dorian se petrifico por unos segundos y g!mió llevándose la mano a la cabeza.
Esta vez las pulsadas no eran nada suaves. Vinieron como un fuerte martilleo que lo hizo tambalearse. Elena lo notó y rápidamente se giró para envolver sus brazos alrededor de su cintura.
“¿Dorian, estás bien?”, sintió el peso de él recostarse sobre ella y soltar quejidos apenas audibles.
Él no le respondió. Apretaba los ojos como su cabeza se estuviese partiendo a la mitad. Elena se asustó y comenzó a gritar.
“¡Ayuda! ¡Ayúdenme!”, ver a un hombre duro como él desplomarse de esa forma era alarmante y más cuando ella sabía que él hacía poco había salido del hospital.
Rápidamente dos mujeres entraron al probador y la ayudaron a sacar a Dorian de allí y sentarlo sobre el sofá. Elena se sentó al lado de él y permitió que él se recostara poniendo su cabeza en sus muslos.
El dolor de Dorian pareció al cabo de los minutos disminuir de forma considerable pues poco a poco su respiración se reguló y la expresión de dolor desapareció dejando una de agotamiento. Elena le acarició la cabeza enredando sus dedos en sus cabellos y eso pareció ayudarlo.
“¿Te encuentras bien?”, estaba preocupada después de todo.
Dorian hizo un sonido con la garganta. Se cubría los ojos con el dorso de la mano.
“Será mejor que no asistas a la fiesta en tu estado, acabas de salir del hospital. Llamaré a León para que resuelva todo”, dice Elena.
“No, estoy bien. Solo un dolor de cabeza. En unos minutos estaré listo”, Dorian la miró levemente
Elena no estaba muy segura mas no insistió demasiado en el tema. Sospechó que aquello síntomas fueron debido a que la había visto con el vestido rojo.
“¿Recordaste algo?”, no pudo evitar preguntar. Dorian dejó caer su mano hacia atrás y suspiró.
“No, absolutamente nada, pero tal parece que deseas que lo haga”, el tono de él… era complicado.
Si, Elena quería que él recordara para divorciarse e irse, pero al parecer no sería tan pronto.
Dorian pagó el vestido una vez que estuvo más recompuesto y de vuelta a la casa cada uno se arregló para la fiesta.
León había preparado el auto que los esperaba en la entrada, aunque no asistiría con ellos. Dorian hablaba con él cuando escucharon el sonido de zapatos de tacón por parte de Elena que se acercaba a ello.
Se había puesto el traje rojo un poco mejor ajustado enmarcando su estrecha cintura. Los zapatos de igual color apenas eran visibles por la larga falda con una abertura en torno a una de sus piernas.
Su cabello lo había peinado de lado dejándolo en suaves ondas que acariciaban sus hombros y brazos, mientras su maquillaje sencillo en sus labios estaba resaltado por un labial rojo.
Era prácticamente la vivida imagen de cuando se había encontrado con Dorian aquella vez y dado que él había reaccionado y ella tenía que ayudar a que recordaba sus recuerdos, que mejor momento.
Otra vez Dorian se quedó mirándola fijamente con una leve sonrisa en sus labios, solo que esta vez no hubo presencia de dolor de cabeza, y se acercó. Su brazo rodeó la cintura de la mujer y la atrajo hacia él pegándola a su cuerpo de forma íntima.
“Realmente te queda bien el rojo. Creo que te compraré mucha ropa de ese color. Sobre todo la interior”, sus labios se acercaron al oído de ella.
Elena se sonrojó ligeramente ante sus palabras.
“Será mejor irnos o llegaremos tarde”, ella intentó desviar la atención.
“Te dejo a cargo de lo demás”, Dorian renuente la soltó y se giró hacia León.
El secretario afirmó con la cabeza y le dio una ojeada a Elena, su expresión era extraña.
La pareja entró en el autor y Dorian comenzó a manejar en dirección al destino. Y mientras más se acercaban más sombría se hacía su semblante.
Estaba claro que no estaba muy satisfecho con tener que asistir a aquella fiesta. Elena comenzó a revisar su celular por si tenía algún trabajo dándose cuenta que su correo no tenía nada nuevo.
Un latido de desilusión. Tendría que hacer más promoción. Mientras más trabajo mejor. Obtenía dinero y le ayudaba a no pensar. Una mano sobre su muslo peligrosamente arriba la hizo apartar su atención.
“¿Ocurre algo? Parece que no tienes buenas noticias”, pregunta.
“No es nada”, Elena no sabía bien qué hacer con la mano de su esposo en donde estaba. Después de todo… no es algo que hubieran hecho normalmente.
El auto se detuvo en un semáforo y aunque no se miraron la mano de Dorian subió un poco más. La respiración de Elena saltó.
“¿Nerviosa?”, por parte de él, parecía que se divertía.
“No, no lo estoy”, a quien engañaba. Estaban en plena calle, él casi llegando a sus partes íntimas. Tuvo que poner su mano sobre la de Dorian para detenerla.
“Aquí no”, respondió con la voz un poco temblorosa.
“¿Por qué no? Será entretenido y fuera de lo normal”, él alzó una ceja.
“Dorian”, Elena intentaba entrar en razón con él, pero se dio cuenta que fue en vano cuando al encender el auto en vez de seguir el camino, él dobló y avanzó hasta donde había menos iluminación.
“Solo será un momento”, diciendo esto, él la agarró de la muñeca y tiró de ella hasta sentarla a horcajadas sobre él.
Elena se quejó cuando el timón quedó contra su espalda aprisionándola, mas no tuvo tiempo de replicar. Su nuca fue jalada y un beso profundo asaltó sus labios. Dorian no escatimó con el beso.
Sus labios chuparon los de ella, mientras su lengua se colaba y jugaba con la de ella. Elena se removió encima de él, pero una de las manos de él apretó su cintura.
“No te muevas así porque lo menos que haremos será ira la fiesta”, jadeó él contra su boca cuando la soltó dejando un hilo brillante de saliva que los unió.
“Pero, hacer esto aquí…”, dice Elena.
“Somos marido y mujer, solo disfruta Elena, solo disfruta”, él besó su barbilla y volvió a apoderarse.
Un encuentro er%tico dentro del auto era algo realmente excitante, sobre todo para Dorian, con el peso de su esposa sobre sus muslos. La respiración de ambos aumentando, la piel erizada del cuerpo de la mujer que temblaba bajo su toque.
Definitivamente la idea de dejar todo de lado y echar el asiento hacia atrás y tener se%o desenfrenado, aun en la vía pública, era la que empezaba a tomar lugar con más fuerza en su cabeza… cuando su celular vibró en el soporte del auto.
Dorian soltó los labios de su esposa a regañadientes lamiendo el inferior antes de separarse por completo y miró la pantalla. Chaqueó la lengua cambiando su semblante y rodeando con fuerza la cintura de su esposa la mantuvo contra él, al sentir que ella quería levantarse de su regazo.
“¿Qué quieres?”, respondió serio al descolgar la llamada contra su oído.
“¿Dónde estás? Padre ya está preguntando por ti. Muchos invitados desean verte presentes. Sabes lo importante que es tu presencia ahora que eres el gran Ceo de las empresas”.
Dorian cerró los ojos y soltó un respiro. Había estado pensando en una excusa para salirse con la suya y no tener que asistir, pero por lo que le había comentado León era mejor no provocarlo.
Si decía que había tenido un accidente y estaba casi en coma en el hospital este era capaz de desertarlo como sea y llevarlo a la fiesta. Un sentimiento nostálgico se albergó en su pecho y respiró profundo para quitarlo de él.
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