Divorcio en peligro, el CEO perdió la memoria -
Capítulo 26
Capítulo 26:
“¿Estás segura que no tienes nada que decirme? Como por ejemplo que mi hermano vino hoy a la casa y habló contigo. ¿Dé que hablaron?”, cuestiona también.
Elena pestañeó. Puede que su esposo hubiera perdido la memoria, pero, aun así, el aura alrededor de él no había cambiado, y se reflejó al mencionar a Klaus.
“No tiene mucho interés, solo quería saber cómo estabas y lo vas llevando”, Elena lo que menos quería era una disputa entre hermanos y menos con ella en el medio.
Después como saldría del problema. Mientras menos se involucrara con la familia mejor podría irse. Los dedos de Dorian le agarraron la barbilla y mantuvieron su rostro en lo alto.
“León me ha estado poniendo al corriente con algunas cosas y si de algo estoy seguro es que no quería a mi hermano cerca de ti, no me engañes Elena. No deseo ser traicionado por mi esposa”, sus ojos claros se oscurecieron.
Los labios de Elena se tensaron mas no dijo lo que realmente pasó por su mente. Pero su rostro debió decir mucho. El ceño que estaba fruncido ahora era el de ella.
Míralo a él diciendo que no le pegara los tarros… cuando él… quizás lo había hecho primero. No tenía la certeza, después de todo, la información había venido de parte de su hermano que no estaba en buenos términos con él y estaba detrás de ella.
El pulgar de Dorian recorrió su labio inferior en una caricia para después acunar su mejilla.
“No frunzas el ceño preciosa. Vamos a cambiar de tema”, la expresión de Dorian se relajó como si no estuviesen teniendo esa conversación.
Desplazó su mano por su cuello, acariciando su clavícula con el borde de sus pulidas y bien recortadas uñas.
Elena asintió incómoda. La presencia de Klaus solo le estaba complicando más las cosas. Y a pesar de que ella tenía miles de preguntas que hacerle a su esposo, este había perdido la memoria, así que sería en vano, al menos de momento.
“Esta noche tenemos una fiesta que asistir”, la oración de él la sobresaltó.
“¿Fiesta?”, su boca escaba abierta.
“Si, fiesta, mi padre me avisó esta mañana pues es el aniversario de uno de sus inversores amigos y yo como ahora el Ceo no puedo faltar”, comenta él.
“¿Estarás bien con eso? Tu memoria…”, sugiere ella.
“En ese caso te tendré a mi lado para ayudarme, me puedes ayudar con los invitados”, él la agarró y tirando de ella la estrechó contra su cuerpo, sus brazos se envolvieron alrededor de su cintura.
“No puedo ayudarte con eso. No conozco a nadie de tu círculo social”, Elena negó.
La respuesta de ella hizo que la leve sonrisa en su rostro se desvaneciera y se quedara callado por largos segundos.
“Bueno, eso puede cambiar esta noche. Escoge un vestido hermoso”, se inclinó y le besó la mejilla.
“Tampoco tengo vestido para ese tipo de eventos”, otra vez Elena tuvo que decir.
La cena de Dorian se alzó.
“Hablas como si casi no saliéramos antes a fiestas y eventos”.
“Ni voy a responder a eso”, Elena intentó salir de su agarre, pero le fue inútil, los brazos de él se aferraron aún más a su estrecha cintura.
“Pues cámbiate por algo rápido. Me bañaré e iremos a una tienda a comprarte algo antes de asistir”, ordena él.
“¿Es obligatorio que asista?”, pregunta ella.
“Esta vez sí. Mi padre me especificó que fueras y no es un hombre al que se le pueda llevar la contrata tan fácilmente sin que haga un espectáculo, prometo recompensártelo en la noche”, Dorian la abrazó más contra él.
Las mejillas de Elena se sonrojaron sabiendo a que se refería, pero pronto sus nervios se desvanecieron al recordar aquella vocecita en su cabeza. En eso Dorian la soltó y se metió en el baño de ella para limpiar su cuerpo, dejándola sola en la habitación.
“Si mal no recuerdo el baño de él es más grande que el mío ¿Por qué se quedó aquí? Tendré canas al final de este mes”, protestó y se dejó caer de nuevo en la silla con el rostro nuevamente rojo y tan confusión que estaba acabando con su cabeza.
Varios minutos después Dorian salió con solo una toalla alrededor de su cintura con parte de su cuerpo aun húmedo. La imagen de su esposa poniéndose el sujetador lo tentó.
Y como antes estaba tan sumida en sus pensamientos que no lo escuchó, tampoco era que él soliera hacer mucho ruido. Se preguntaba que estaba en los pensamientos de su esposa que últimamente le tenía la cabeza en las nubes.
Se acercó por detrás con el mayor sigilo hacia ella y se detuvo. Elena se sobresaltó al sentir dos manos grandes posarse sobre sus senos por debajo del sujetador a penas poner. Miró por encima de su hombro para encontrar el rostro de su esposo y un brillo tentador en sus ornes plateados.
Las manos masajearon sus dos montículos hundiéndolos ligeramente dado que la piel no estaba del todo seca. El olor de su gel invadió sus fosas nasales y olía diferente en su esposo.
“Si el maldito de mi viejo no me hubiera llamado para asistir esta noche lo más seguro es que estuviese haciendo algo más entretenido contigo”, Dorian le susurró contra su oído. Elena esta vez no pudo contenerse.
“¿Estás seguro que conmigo?”, después de eso quiso morderse la lengua y retiró las manos de su esposo de sus pechos para poner distancia entre ellos
“Olvida lo que te dije”.
Dorian vio como Elena lo rodeaba y se alejaba de él para terminarse de vestir rápido mientras repetía las palabras de ella. Si, con ella. Con quien más. Al menos eso era lo que podía decir de momento.
Entusiasmada no era la mejor descripción para el estado de ánimo de Elena, más bien, era todo lo contrario. Sentada en la tienda mientras su esposo revisaba los vestidos por ella, simplemente se resignaba a asistir esa noche.
Dorian tampoco había estado de tan buen humor después que ella le había comentado aquello. Él mismo había manejado el auto hasta aquella tienda mas no había dicho una sola palabra en todo el trayecto.
Realmente le había afectado que lo hubiera acosado de infiel, o solo eran ideas de ella. No lo sabría, tampoco… debía importarle mucho. Sintió a Dorian detenerse en uno de los percheros y sacar una prenda que el color le pareció familiar.
Rojo, era de color rojo. Los ojos de Elena se abrieron. En toda la tienda había vestidos de diversos colores, el rojo no era el predominante ni de lejos, apenas algunas prendas, pero él escogió un vestido de ese color. Y no uno cualquiera.
Ese vestido era similar al que ella había usado la noche en que se habían encontrado y besado. Apretó sus labios mientras lo veía acercarse a ella con el vestido en uno de sus brazos.
“Ven, vamos a probártelo a ver cómo te queda”, él extendió una mano en dirección a ella.
Con vacilación Elena la tomó y se dejó arrastrar por él. No sabía si eran imaginaciones suyas, pero desde que lo había visto tomar el vestido su semblante era mucho más relajado.
“Espera. Yo soy la que voy a cambiarme”, Elena se mantuvo quieta dentro del vestidor lo suficientemente grande para al menos 4 personas, cuando Dorian entró y cerró la puerta detrás de él.
“Y yo te voy a ayudar. La parte de atrás es tipo corsé, necesitaras ayuda”, respondió con tanta naturalizad que la sorprendió. ¿Quién demonios era ese hombre? Oh sí, el mismo que había visto esa noche, no con quien había estado casada tres años.
“Dorian, ¿Estás seguro que no tienes un hermano gemelo?”, no pudo evitar preguntar. El hombre soltó un pequeño bufido.
“Si lo tengo no lo recuerdo, y si existe haría lo que fuera para que no suplantara mi lugar ni mi posición, preciosa. Quítate la ropa, quiero verte con esto puesto”, se acercó a ella con el vestido en brazos.
Los ojos de él la recorrieron de arriba abajo de una forma que la hicieron sentir desnuda a pesar de la ropa.
Con este hombre su cuerpo respondía de una forma completamente diferente. Era capaz de pasar las barreras de la confusión en su cerebro y llegar al de placer. Y lentamente, como si fuera mecánico comenzó a retirarse la ropa.
Dorian siguió cada uno de sus pasos mientras la tela se desplazaba por el cuerpo de su esposa y estuvo tentado a ayudarla a quitársela, pero se contuvo. Sentía que ella estaba tensa y al menos quería disfrutar del momento.
Cuando el cuerpo de la mujer se quedó solo en ropa interior de color negro los ojos de él brillaron. Si solo no fuera por la restricción del doctor y que estaban apretados con el tiempo de seguro podría experimentar tener se%o público allí.
Verlas contener sus g$midos realmente sería excitante.
.
.
.
Si encuentras algún error (contenido no estándar, redirecciones de anuncios, enlaces rotos, etc.), por favor avísanos para que podamos solucionarlo lo antes posible.
Reportar