Capítulo 13:

En cambio, Elena tenía su entrepierna palpitando hasta cierto modo de forma dolorosa. No sabía si eso era bueno o malo.

Lo que si le impacto fue que cuando su esposo se giró se había quitado el condón usado siendo reemplazado por uno nuevo completamente transparente, dejando en evidencia las cuentas debajo de la piel.

Ella tragó en seco. Era increíble que hubiera podido contener eso en su interior a pesar de su tamaño. No mentía, sentirse llena había sido lo de menos.

Dorian se acercó a ella y se sentó a su lado para ayudarla a enderezarse un poco y ayudarla a tomar un poco de agua. Elena no hizo lentamente.

Sorbo a sorbo, aunque su garganta estaba seca por todos los g$midos y gritos que había dado. Cuando no quiso más negó con la cabeza y el la dejó de nuevo sobre la cama mientras él dejaba el vaso.

Rodeó la cama y se acostó de lado para atraerla hacia él. Elena se encontró con su cabeza sobre el grueso brazo y su rostro contra el pecho duro de su esposo. Intentó correrse hacia atrás pero apenas tenía fuerza.

Sintió las manos de Dorian bajando por su cadera para alzar su pierna. Él miraba en dirección a su se%o y su ceño estaba ligeramente fruncido.

“¿Ya terminó?”, preguntó ella en voz baja casi cerrando los ojos.

Estaba cansada, sumamente agotada y quería dormir, aun si fuera en esa posición. Dorian no le respondió y acomodó la pierna de ella sobre la otra dejando algo contra su se%o y esto estaba caliente.

Los ojos de Elena se abrieron y miraron hacia abajo encontrando que el p$ne del hombre ahora estaba entre sus muslos rozándose con su se%o.

“Espera”, espeta Elena.

“No”, Dorian acercó su rostro al de ella y mordió su labio inferior atrapando su boca de nuevo.

No pasó más de un minuto antes de que comenzara a mover sus caderas de adelante hacia atrás y la respiración de Elena se hizo más agitada ante la sobre estimulación. Casi sollozaba sintiéndose extraña, en una fina línea entre el dolor y el placer.

Su cl!toris hinchado era estimulado ante cada fricción de las cuentas superiores en el miembro masculino.

“Espera, espera”, ella bajó su mano y empujó el abdomen de él hacia atrás para que se detuviera.

No podía abrir las piernas dado que la de él estaba por encima de las suyas en un agarre férreo, transpiraba con su rostro casi sobre el pecho de Dorian. Sus jadeos calientes chocaban contra su piel.

“Me duele”, ella expresó.

“¿Estás segura que te duele?”, el bajó su mano y la pasó por encima de su miembro enseñándole después como entre sus dedos había hilos cristalinos entrelazados

“Estás sumamente húmeda”, comenta Dorian.

Elena negó.

“Aun así, no creo poder hacerlo de nuevo”, moriría del agotamiento. Apenas si su cuerpo podía moverse por sí mismo, siendo una gelatina contra él.

Dorian simplemente sonrió de lado y la volvió a besar retomando el movimiento entre sus muslos, haciendo que la fricción fuera más intensa. Las cuentas se frotaban contra la piel caliente, húmeda e hinchada. Una y otra vez hasta que ella g!mió contra su boca. Un hilo de saliva corría por la barbilla de ella.

Elena solo pudo limitarse a esconder su rostro rojo en el pecho de su esposo mientras él seguía con sus embestidas.

Y Dorian no tenía intenciones de hacer eso nada más. Su miembro palpitaba a punto de dolor como si no acabara de tener se%o. Y alzó la pierna de ella para tener más acceso.

La cabeza de su miembro encontró hábilmente el agujero aun dilatado de la actividad anterior y se enterró de un solo golpe. Elena gritó contra el pecho de él ante la repentina invasión. No tan profunda como antes, pero sí muy rápida.

Dorian se mantuvo quieto hasta que ella se relajó un poco y cambiando un poco la posición de la pierna de ella ahora poniéndola sola la cadera de él, para un mejor acceso, comenzó a penetrarla de nuevo.

Ante cada embestida Elena g$mía ahogada contra su pecho, con su cuerpo entero temblante. El miembro en su interior era nuevamente succionado por sus paredes como si ella misma quisiese más.

Cada vez que salía, corría su propio líquido entre sus muslos.

Una de las manos de Dorian agarró la nalga de ella y la apretó más contra él cuando sus embestidas se hicieron más duras, pero más cortas a la vez. Elena enterró sus uñas en el pecho de él y sus ojos estaban llenos de lágrimas. Su cabeza ya no podía definir nada.

Su interior era un desastre, las cuentas seguían maltratando su cl!toris e interior a partes iguales. Era demasiada estimulación y ya la misma sensación de antes volvía.

“Dorian, yo…”, jadeó avisándole.

“Córrete”, le gruñó él apretando más su nalga sintiendo como las paredes de él se pegaban a su miembro apenas dejándolo salir cuando ella comenzó a correrse.

Elena se tensó mientras el org%smo la atravesaba y abrió su boca enterrando sus dientes en la piel frente a ella sin darse cuenta.

A la vez el p$ne en su interior palpitaba aun moviéndose con duras embestidas hasta que dio una profunda y se quedó allí palpitando con más intensidad y algo caliente se vertía en la punta del condón.

Dorian gruñó contra ella mientras la apretaba contra sí. Cada músculo de su cuerpo tenía espasmo por el delicioso org%smo derramándose dentro de la mujer.

Poco después soltó un suspiro de alivio y satisfacción moviendo su cadera de forma muy lenta y pausada aumentando la sensación pos org%smo.

Una pulsada lo hizo mirar hacia abajo encontrando una marca de dientes en su pectoral, y la causante de esta con los ojos cerrados e inconsciente.

Acarició el rostro de la mujer sonrojado, aun procesando que ahora… era un hombre casado y aquella mujer con la que había tenido el se%o más delicioso de su vida, era su esposa.

Para cuando Elena pudo abrir los ojos ya había amanecido hacía mucho. Y levantarse de la cama, no era para nada algo que quisiese hacer, Su cuerpo dolía enormemente. Y si no fuera solo eso, se encontraba agotada, como si quedarse inconsciente después de tener se%o solo hubiera sido un sueño.

Sí, había tenido su primera vez. Increíble pero cierto. Y no había estado del todo mal, aunque había dolido en parte y además… intenso. Dorian no se había contenido del todo para hacerlo con ella.

Y habían tenido dos rondas. Con razón toda su zona inferior estaba adormecida e hinchada. Bueno, que más se podría esperar.

Se levantó lentamente de la cama para darse cuenta que estaba sola. No había rastro en la habitación de su esposo y menos en toda la casa cuando bajó a desayunar. La información de que él había salido de viaje no fue una sorpresa, él se lo había dicho.

Solo que… esto se convirtió con el paso del tiempo en una rutina.

Elena se centró en terminar su carrera dado que en la casa apenas podía hacer algo. Dorian viajaba con mucha frecuencia debido al trabajo y cuando estaba en la casa, pasaba la mayor parte del tiempo en su oficina.

Para Elena desayunar con la otra parte de la mesa completamente vacía se hizo algo normal.

Aunque a veces había sus excepciones, muy pocas, pero había, donde su esposo llegaba, tenían se%o y al no salir de viaje desayunaba con ella, o almorzaba dependiendo la hora en que ella pudiese bajar.

Si… él solía ser intenso en la noche, como si deseara devorarla cuando por el día apenas si intercambiaba alguna palabra con ella.

Acostumbrarse no le fue tan complicado, no era un patrón difícil de seguir. Dorian no solía llevarla a lugares, menos citas, a veces incluso parecían dos extraños en la casa. Elena se preguntó que había visto en ese hombre para sentirse ilusionada con él.

No mentía si dijera que su físico le gustaba y que cuando tenían se%o… había algo en el que hacía que su corazón latiese, pero además de eso, él no la trataba precisamente como su esposa.

Incluso él le había dejado una tarjeta para que ella pudiese comprar lo que deseara, pero ella no se atrevió a usarla.

Sin embargo, ese día ella no tenía intenciones de pensar en sus problemas personales mientras agarraba el ramo de flores y el diploma de haberse graduado. Si, el tiempo pasaba rápido. Había terminado su trabajo con excelencia y además se graduaba con honores.

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