Divorcio en peligro, el CEO perdió la memoria -
Capítulo 11
Capítulo 11:
Dorian pasó de mirar a la mujer a enfocar sus ojos en el se%o caliente delante de él. Tierno, rosado, húmedo, virgen y pequeño, más de lo que se esperaba, pero dado el cuerpo de la mujer era de esperarse.
Se preguntó si realmente cabria dentro de ella sin desgarrarla. Normalmente las mujeres con las que había estado antes tenían algunos problemas para tomarlo completo si no estaban preparadas. Llevó sus dedos a la zona sensible palpando sintiendo el calor de la piel. Era exquisito el tacto.
Abrió los dos labios húmedos dejando a la vista el pequeño agujero que no había sido probado antes y tocó un poco más adentro. Elena se tapó la boca esta vez con las dos manos mientras soltaba un sonoro g$mido y se humedecía aún más.
Dorian sonrió ligeramente.
“Eres bastante sensible. Mira cómo estás y apenas te he tocado aquí”, comenta él.
Ella no sabía si se estaba burlando de ella o era un cumplido. No podía comprender a aquel hombre y menos en su estado.
Y Dorian tampoco le daría tiempo. Su miembro palpitaba dolorosamente dentro de la bata. Así que después de tocar un poco las paredes externas del se%o de la mujer sacó su dedo húmedo y lo llevó a sus labios para saborearlo. Su cuerpo se estremeció cuando el sabor tocó sus papilas gustativas y se dirigió directo a su p$ne.
En ese momento hubiera deseado que ella no hubiera sido virgen para poder enterrarse directamente en su interior, pero dada la situación debía tomarse su tiempo. Sin dejarla tomar un descanso se inclinó hasta que su rostro estuvo frente al se%o goteante.
La escuchó jadear de la impresión y removerse, pero agarró sus muslos con sus brazos para no dejarla escapar y abriendo nuevamente sus labios lamió desde el agujero hasta su cl!toris.
El cuerpo de la mujer se estremeció ante la potente sensación. Y aprovechando la sensibilidad y que ella perdía fuerza Dorian comenzó a lamer el pequeño cl!toris hinchado, de forma suave y lenta. Deleitándose con el sabor de ella.
La mujer soltaba g$midos ante la intensa sensación.
Su cuerpo temblaba y se humedecía aún más y aunque su mano se entrelazó con el cabello de él, Dorian no se detuvo, por el contrario, fue aún más insistente chupando ahora el pequeño botón y enterrando dos de sus dedos en la cavidad caliente con cuidado de no hacer demasiada presión.
“No, espera”, Elena sentía que la sensación caliente de antes en su vientre ahora era casi insoportable y mientras más su esposo torturaba su se%o con su boca y dedos más cerca estaba de perder el control.
“Dorian, un momento”, dice ella.
Ella g$mía intentando que él se detuviese, pero el hombre estaba aferrado a su se%o chupando y lamiendo como si estuviese sediento. Su piel sensible pronto comenzó a palpitar de forma alarmante y Elena no pudo llegar a otra conclusión que no fuera esa.
Estaba teniendo un org%smo.
“Dorian, Dorian”, ella le llamaba en advertencia, pero el hombre parecía aún más insistente.
Y ella no pudo contenerse más. Su espalda se arqueó en la cama soltando un agudo g$mido y su cuerpo se convulsionó al sentir como algo liquido salía de su cuerpo aun cuando su esposo seguía moviendo su boca sobre ella.
Elena apretó sus ojos con fuerza mientras miles de descargas eléctricas corrían por su cuerpo hasta que la tensión bajó y cayó completamente exhausta sobre la cama. Su boca soltaba jadeos y no podía moverse. Temblaba desde los pies a la cabeza.
Solo cuando ella soltó otro g$mido de molestia dado lo sensible que estaba por el org%smo Dorian alzó por fin la cabeza de entre sus muslos lamiendo sus labios húmedos por la reciente actividad.
Sacó sus dedos del interior de ella y los chupó como si fueran lo más delicioso que hubiera probado y se secó la barbilla con el dorso de la mano.
Miró a la mujer sobre la cama y podía afirmar que era una imagen tentadora. La noche aún era joven y lo que tenía entre sus muslos estaba duro y palpitante. Agarró el condón y el pomo de lubricante de al lado de él para prepararse.
Era momento de consumar el matrimonio, Elena podía estar agotada, pero escuchó como su esposo desamarraba la bata y la corría de su cuerpo hasta esta caer en la cama. Los ojos de ella se abrieron ante la imagen.
No solo por el cuerpo fibroso de Dorian, que tenía unos hombros anchos, brazos amplios y duros, así como una estrecha cintura y abdomen trabajado, se notaba que solía hacer ejercicios con regularidad, el problema no radicaba en ese físico despampanante que poseía sino en lo que tenía entre sus muslos. Y si solo fuera el tamaño.
Elena tuvo que tragar en seco y alzarse sobre sus codos temblorosos para verlo mejor y darse cuenta que no estaba soñando.
“¿Es en serio?”, no puso evitar preguntar con su mirada puesta sobre el miembro de su esposo.
Dorian inclinó la cabeza a un lado.
“No veo que tenga algo fuera de lo común”, alzó los hombros con algo de despreocupación.
Elena tuvo el impulso de cerrar las piernas y escapar, porque eso no era normal.
“¿Acaso… eso son cuentas?”, pregunta Elena.
Dorian asintió llevando el paquete del condón a los labios y rasgándolo.
“Se sienten genial durante el se%o”, espetó él llevando el condón y desplazándolo por todo su miembro hasta la base pulcramente recortada.
“Pero son cuentas”, ella aún estaba asombrada.
Parecía algo sacado de una película y la vergüenza se cambió por terror.
El miembro de su esposo tenía tres cuentas en la zona superior de su p$ne dispuestas una detrás de la otra cerca del glande. Lo más común sería pensar que se verían horribles, pero increíblemente en el miembro de su esposo no parecían ni tan grandes ni tan repugnantes.
Aunque eso no quitaba que fuera algo intimidante. Ya con su tamaño sería complicado, además con cuentas.
“Solo dolerá al inicio porque eres virgen pero después se sentirá bien”, le dijo él abriendo el pomo de lubricante y dejando caer una buena cantidad sobre su miembro para esparcirlo masajeándolo.
Elena desvió la mirada con las mejillas encendidas al darse cuenta de lo fijo que lo había estado mirando.
“Gírate boca abajo y alza la cadera”, le dijo él una vez que estuvo conforme con su propia preparación.
Deseaba ya comenzar. Su cuerpo estaba perlado de gotas de sudor por la tensión de estarse conteniendo.
Elena tragó en seco dado que su garganta parecía una lija y al él correrse un poco hacia atrás, comenzó a girarse boca abajo pero no alzó la cabeza. Estar en esa posición sin saber que iba a ocurrir la aterraba. Sus manos apretaron tanto la almohada que sus nudillos se pusieron blancos.
Siempre el miedo de perder la virginidad y el dolor que esto provocaba era parte del proceso a asimilar. Y dado que apenas conocía a su esposo era claro que ella no supiese cómo lidiar bien con la situación.
Las manos calientes y húmedas de su esposo sobre su cadera para alzarla la hicieron soltar un quejido. Éste acomodó su parte inferior alzándola sobre sus rodillas quedando su torso aun pegado a la cama. Se sintió realmente vulnerable en esta posición.
Los dedos de él repasaron nuevamente su se%o abriéndolo con la punta de ellos.
“Eres realmente estrecha”, lo oyó decir y acto seguido sus dedos fueron reemplazados por alzo mucho más caliente que se detuvo en su entrada.
Elena miró por encima del hombro completamente tensa. Había llegado el momento.
Elena apretó sus labios cuando la invasión de aquel miembro que parecía imposible que cupiera dentro de ella comenzó a abrirse paso dentro de su agujero de forma lenta y tortuosa.
Ella comenzó a temblar ante la nueva sensación ligada con dolor dado que sus paredes se iban abriendo a algo tan grande. Incluso las cuentas no se sentían para nada placenteras, era como si la estuviesen raspando.
Aun así y ante los leves g$midos de dolor que ella soltaba contra la almohada donde tenía enterrado su rostro, Dorian no se detuvo manteniendo su avance y su agarre sobre la estrecha cintura de ella.
Sus dedos se enterraban tanto en la piel que dejarían marcas de seguro.
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