Capítulo 4:

«Cosas que no soporto o me causan alergia: café con azúcar.»

“Está explicado por qué parece tan amargo,” dijo sonriendo.

La lista continuaba: cosas fuera de lugar, desorganización, masticar con la boca abierta, hablar en voz alta, no golpear antes de entrar, flores, perfumes fuertes o dulces, tés, comida picante, conversaciones paralelas durante el horario de trabajo, perros y gatos, empleados con ropa estampada, RETRASO hizo hincapié en escribir en letras mayúsculas, que me pregunten algo dos veces, alfombras peludas, mariscos y niños.

«Dios mío, ¿qué tipo de persona no le gustan los animales o los niños?» se preguntaba mientras leía todas esas tonterías. «¿En qué lío me metí?»

Pasaban de las ocho cuando Sofía salió del trabajo, exhausta y furiosa con su nuevo jefe. En apenas un día, logró estresarse para toda la semana. Al llegar a su apartamento, se encontró con su amiga Kate, lista y arreglada.

“¿A estas horas llegas?” le preguntó su amiga.

“No tienes idea de lo que me pasó. Me cambiaron de departamento y ahora soy la nueva secretaria del nuevo director,” respondió Sofía, visiblemente molesta.

“¿El guapo?” preguntó Kate, con emoción.

“Ese mismo, el diablo en persona. En mi primer día, ya me tuvo trabajando hasta ahora.”

“Es normal, amiga. Mañana hay una pequeña recepción para él en la empresa. Estoy ansiosa por verlo en persona. Algunas personas comentaron que es un verdadero bombón. ¿Qué dices tú?” Ellas trabajaban en la misma empresa, pero en otro departamento.

“No sé, no he visto su rostro,” confesó.

“¿Y eso?”

“¿Puedes creer que durante todo el día que estuve ahí, él me daba órdenes sin siquiera mirarme, sentado de espaldas en esa enorme silla?”

“No puedo creerlo, amiga, ¡¿cómo puede ser?!” Kate, siendo estadounidense, había aprendido varias expresiones de México gracias a Sofía. “¿Crees que está armando algún misterio para revelarse mañana?”

“No lo sé y, sinceramente, no me importa. Estoy agotada y solo quiero dormir.”

“¡Ni hablar! Ve a darte una ducha y a arreglarte, necesito que me acompañes a un lugar,” dijo Kate emocionada.

“No me vengas con inventos, ya te dije que odio salir entre semana.”

“Lo sé, pero conseguí una cita con un médico guapo. El problema es que estará de guardia todo el fin de semana, así que solo podemos encontrarnos hoy.”

“¿No podían esperar? Y, además, ¿por qué quieres que te acompañe a una cita?”

“Porque nos veremos en un bar y él va a llevar a un amigo.”

“Ay, no, hoy no tengo ánimos para conocer a nadie, mi humor está en el suelo,” se excusó Sofía.

“¿No eres tú quien dice que necesita un novio? Vamos, no me dejes sola. Tengo muchas ganas de conocer a este médico, pero solo iré si tú vienes conmigo.”

“Está bien, solo voy para darte apoyo moral,” concluyó Sofía.

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