Capítulo 104:

“Supongo que esa debe ser una de las cosas desagradables del embarazo”, dijo Sofía.

“¿Tienes hijos, Sofía?”

“Aún no”.

“Oh, qué indelicadeza de mi parte. Debí haber mirado tus manos. No hay anillo en tu dedo, aún no estás casada, ¿verdad?”

“Sí, aún no.”

“No pude dejar de notar cómo el señor Smith te miraba. Parece que le gustas mucho.”

“¿Cómo así?”, preguntó confundida Sofía. “Mientras cenábamos, él siempre te miraba de manera discreta. ¿Siente algo por ti?”

“Ah, no creo que sea lo que estás pensando. Ethan ya tiene novia, pronto se comprometerá.”

“¿En serio?” La expresión en el rostro de Ayumi se volvió confusa, como si acabara de darse cuenta de que había dicho algo que no debería haber dicho. “Oh, lo siento mucho por eso, debe haber sido realmente una observación errónea de mi parte.”

Sintiéndose avergonzada, Ayumi se acercó al espejo del lavabo, sacó un lápiz labial de su bolso y se lo aplicó en los labios.

“No necesitas disculparte”, respondió Sofía, lavándose las manos.

“Pensé que el señor Smith no tenía compromiso con nadie, porque no trajo a su prometida”.

“Él no la trajo porque este viaje es por trabajo.”

“Pero solo estamos socializando, nuestras ideas de trabajo y colaboración solo se expondrán el próximo año. No había ningún problema en traer a la prometida en su lugar.”

Esas palabras la dejaron avergonzada. Ya sentía que su presencia no era necesaria, pero escuchar eso solo empeoró las cosas. Ethan había decidido llevarla, y ahora sentía que estaba ocupando el lugar de Eva.

“No sé por qué Ethan decidió eso”, respondió avergonzada.

“No te preocupes por eso, tal vez me equivoqué. Estaba ocupada con cosas más importantes. Como tú misma dijiste, están a punto de oficializar el compromiso, queramos o no, la mayor responsabilidad siempre recae sobre la novia.”

“Tienes razón”, sonrió.

Era evidente que esa no era la verdadera situación. Eva no entendía por qué Ethan no la quería allí, ni siquiera después de haber llorado y suplicado ser llevada.

Ambas volvieron a la mesa y se quedaron allí, observando a los hombres conversar.

Dos horas más tarde, estaban despidiéndose. Ethan parecía completamente ebrio, ya que mientras caminaba hacia la puerta del restaurante, esperando el auto, tambaleaba.

“¿Quieres que te ayude a caminar?”, preguntó Sofía, acercándose y dejándole apoyar su brazo en su hombro.

“No te hagas la niñera”, gruñó él.

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