Destino incierto
Capítulo 67

Capítulo 67:

“Miren, estas esmeraldas son verdaderamente hermosas”

“Es necesario revisarlas con la lupa, pero la verdad no vinimos preparados para negociar hoy. Creimos que solo íbamos a conocernos y hablar sobre el posible negocio; por eso no trajimos ninguna herramienta”.

“No hay cuidado, yo vengo preparado con todo. Poseo una lupa 10x, excelente para este trabajo y unas pinzas de titanio que me vendió un amigo gemólogo y que me han venido muy bien para mi trabajo; están disponibles, Señor Uriel”

“Obsérvalas tú, Alejandro, que tienes conocimiento y buen ojo”.

“Me dejas una responsabilidad grande papá, tú eres mejor gemólogo que yo por tus años de experiencia”

“De acuerdo obsérvalas primero, y luego yo les doy un segundo vistazo”.

Después de tomarse su tiempo, observándolas cuidadosamente; Alejandro declaró:

“Sí, Señor Ramón, no puedo negarlo, son piedras muy hermosas; en cuanto a la calidad no nos queda la menor duda, vamos a ver si llegamos a un acuerdo con el precio”

“No nos apresuremos… déjeme mostrarles las gemas que traigo en el segundo maletín, van a quedar encantados”.

Ramón abrió el maletín, acondicionado en la misma forma.

Allí, les exhibió piedras como rúbís, aguamarinas, zafiros, topacios, entre otras muchas variedades.

Ah, también unos pequeños diamantes.

“¿Qué les ha parecido la mercancía, señores?”

Alejandro, moviendo la cabeza afirmativamente, acotó:

“Nos ha dejado usted ampliamente satisfechos, nos gusta la mercancía”.

“Papá, en esta segunda revisada, irá poniendo aparte las piedras en las que estamos interesados y si llegamos a un buen acuerdo, cerraremos el trato”

“Perfecto, tienen toda la libertad de escoger a su gusto”

“Propongo que cerremos los maletines un momento, para llamar al mesonero y ordenar, porque esto se va para largo, y ya casi es medio día”, Aconsejo Martín.

Los hombres hicieron un consenso con la mirada y estuvieron de acuerdo con la propuesta. Uriel salió un momento para pedir el servicio de un empleado, para que se abocara a recibir las órdenes del almuerzo.

Una vez el empleado hizo su trabajo, le ordenaron que solo cuando lo volvieran a llamar podía servir la orden.

Uriel se puso, de inmediato, a la tarea de seleccionar las piedras que le interesaban para su negocio y según su criterio iba apartando por tamaño color y calidad.

“Hmm, miren muchachos que les parece esta esmeralda, y está más pequeña y aquella..”.

Así fue mostrando a sus hijos las gemas que iba apartando, para que ellos también dieran el visto bueno, y aportaran sus opiniones. Ya seleccionado el lote previsto, vino la parte más difícil que era, ponerse de acuerdo en el precio de cada una de las gemas.

Como se presumía que esta parte llevaba un tiempo extra; decidieron mandar a servir el almuerzo, tiempo que aprovecharon para conocerse un poco mejor y sondear en la vida del proveedor y viceversa; hasta donde fuera posible.

“Y cuénteme, Señor Ramón, ¿Desde cuándo conoce usted al Señor Pedro?”

“Uff, desde hace varios años, él también trabajó con este tipo de mercancía por un tiempo, nos conocimos en Colombia en uno de nuestros viajes”, comentó.

“Pero luego de un accidente de moto que tuvo, donde se fracturó una pierna, y casi pierde su ojo izquierdo de ahí nació su apodo; se retiró de este negocio, por la incomodidad de los viajes, y se dedicó por entero a la venta y comercialización de motocicletas que ha sido su pasión, desde muy joven”.

“Ah, fíjese que no conocía esa parte de la historia del Señor Pedro, él es cliente nuestro de unos años para acá, pero solo tratamos con él temas comerciales y nada más”.

“Y su residencia, ¿La tiene ubicada aquí, o vive en otro lugar?”

“Pues Señor Uriel, yo soy una persona que viajo mucho, puedo decir con propiedad, que soy de aquí y soy de allá; porque el tipo de negocio que tengo, me obliga y no me deja estabilizar en un solo lugar”

“Cuento con una nutrida cartera de clientes tanto aquí, cómo en el exterior, esto, por un lado; y por otro, debo viajar, también, a los países exportadores de las gemas, para poder surtirme de la mercancía”, dijo.

“En resumen, se me dificulta tener una residencia fija. Cuando vengo a esta ciudad, me hospedo en casa de Pedro, debido a la confianza y los años de amistad que tenemos”.

“Entonces, a usted, es un poco difícil localizarlo..”.

“No, Señor Martín, para nada, con la tecnología con la que contamos hoy en día, me encuentran a la distancia de una llamada telefónica, de un mensaje de voz o de un email”, explicó.

“Yo les dejo todos esos datos en mi tarjeta de presentación. Cualquier otra duda, Pedro es mi segunda tarjeta de presentación, no hay problema”.

“Tiene usted razón, Señor Ramón, en esta aldea global, ya nadie se pierde; cada vez más nuestros datos personales los encuentra uno en cualquier registro gubernamental o por internet, donde hayamos registrado esos datos, por cualquier trámite que hayamos realizado”.

“Es totalmente cierto, amigo, permitame llamarle así, cada vez es más difícil esconderse”, comentó Ramón en forma de broma.

“Y ustedes, ¿Llevan mucho tiempo en este negocio?”

“SÍ, Señor Ramón, cuando yo nací, papá ya tenía la joyería; en aquel tiempo era un pequeño negocio, pero nos fuimos expandiendo y, en este momento, somos reconocidos y tenemos dos sucursales y con miras en abrir un nuevo local, en algún punto estratégico, de esta enorme y populosa ciudad”

“Excelente Señor Alejandro, hablamos el mismo idioma, me gusta la gente emprendedora y visionaria; presiento que nos vamos a llevar muy bien”.

“Disculpe la curiosidad, ¿Por qué cambiaron de proveedor?, me imaginó que alguien les surtió la mercancía en tantos años de trabajo con este rubro”.

“Si claro, por supuesto, por muchos años contamos con un buen proveedor, pero tuvimos una diferencia de criterio, que nos distanció; es de hacer notar que nosotros, exigimos trabajar con gente seria; él no nos cumplió… y por supuesto dimos por terminadas nuestras relaciones comerciales, por lo cual, él tomó la decisión marcharse”.

“Entiendo señores. Bueno, esperemos que este sea un buen comienzo, y que seamos capaces de establecer vinculos comerciales fuertes y duraderos”

“Ese es también nuestro deseo. En este tipo de negocio es muy conveniente afianzar lazos, el tiempo lo dirá, ese es el mejor juez y consejero”

“Usted tiene razón, Señor Uriel, Ahí nos vamos conociendo; y el tiempo dará su veredicto”

“En otro orden de ideas, el almuerzo estuvo excelente y el lugar ideal para nuestro propósito. Quedé complacido de veras, pero ahora los invito a que continuemos con lo nuestro, para terminar temprano”

De nuevo, los guarda espaldas de Ramón Alarcón, tomaron sus lugares iniciales, y los negociantes volvieron a lo suyo.

Ramón, en este momento, sacó, solamente, el lote de piedras que habían sido seleccionadas, con ojo clínico, por los Cruz.

La puja se prolongó por más de tres horas.

Y una vez pudieron llegar a un acuerdo, los compradores y el vendedor; y satisfechas todas las demandas de parte y parte, se dio por terminada la reunión.

Dado que el monto de la transacción era significativo, Martín, con antelación, se había retirado un momento dela reunión, so pretexto de ir al baño, tiempo que aprovecho para hacer una llamada a sus guardaespaldas y también los de Uriel; para que se apersonaran al lugar y los esperaran a prudente distancia.

Una vez terminado el protocolo de despedida, Ramón y sus hombres se retiraron del lugar. Y Jos Cruz hicieron lo mismo, unos diez minutos después.

Ya en el auto, Uriel comentó:

“Este hombre, me sorprendió, no esperaba que el día de hoy trajera de una vez la mercancía. A todas luces se nota que es un hombre recorrido y experimentado; de alguna manera olfateo nuestra necesidad y no perdió tiempo andándose por las ramas”

“Tienes razón, papá, yo pensé lo mismo, que este primer contacto sería de sondeo y reconocimiento, pero nos ganó por una cabeza”, comentó Alejandro.

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