Destino incierto
Capítulo 50

Capítulo 50:

Alejandro y Fabiana, subieron a hacer la siesta después de almorzar, papá.

Dentro de un rato bajarán, cuando sepan que ustedes llegaron.

Entrando a la casa se pusieron cómodos en los mullidos sillones de la sala de estar. Martin se dirigió al bar y sirvió un vaso de Whisky, para él y para su papá, a Amalia y a su madre solo les ofreció un pequeño vaso de vino.

Martín, mirando a su mujer con rostro de acontecimiento, le dijo:

“Perdóname amor, pero ahora te serviré solo vino y… en pequeñas cantidades…, y mamá te acompaña para que no te sientas discriminada”, le dijo guiñándole un ojo.

Valeria con gesto condescendiente afirmó con movimiento de cabeza, diciendo.

“Sí, hija, tenemos que empezar a cuidarte, tú nos disculparás..”.

“Sí, comprendo Valeria, pero que Martín no lleve las cosas al extremo; porque estoy embarazada, no enferma..”.

“Bueno… sí, es verdad, tampoco te vamos a fastidiar cariño. Esto es simplemente producto de la emoción y la inexperiencia. Sabes que te amo, pero mejor… disfrutemos el momento”.

Como es costumbre, en este tipo de reuniones, los dos varones se sumieron en una conversación referente a sus intereses y las dos damas hicieron lo propio.

“Amalia, cuéntame, ¿Ya compartiste la noticia de tu embarazo con tu familia?”

“Si, ayer hablé con mamá por teléfono, y se puso como tú…, muy contenta; aunque claro, ella ya tiene varios nietos. Pero se alegró por mí, porque siempre me decía que no tuviera los hijos, muy vieja, que es bueno disfrutarlos en la plenitud de la vida… bueno… tú sabes”, dijo Amalia.

“Es su criterio, es lo que ella piensa… Papá y mis hermanos también se alegraron; ellos no son muy efusivos, pero yo sé que están contentos”,

Luego le comentó a su suegra:

“Estoy un poquito preocupada por la salud de mamá, últimamente ha resultado con algunos achaques, dolores en los huesos y esas cosas de la tercera edad”.

“Pero tu mamá es una mujer aún muy joven..”.

“Tiene cincuenta y siete años”.

“A, es un poquito mayor que yo… pero se ve muy bien conservada”

“Sí, mami se cuida mucho, de un tiempo para acá es que ha dejado la rutina del gimnasio, pero a ella le gusta caminar y hacer ejercicio para cuidar la figura”, explicó.

“La semana que viene tengo planificado pasar por su casa para saludarla y charlar con ella un rato; a veces me entretengo tanto en mis cosas, que descuido ir a visitarla. Aunque sí nos hablamos por teléfono dos o tres veces por semana”

Cuando dijo eso, sintió un poquito de cargo de conciencia.

“También es que ella viaja mucho con papá, a él le gusta que lo acompañe a todas partes”

“Mmm. Así me pasa a mí, yo ahora soy que salgo para todas partes con Uriel. Porque ya quedamos nosotros dos solos; los hijos están grandes, se independizaron y bueno… ya no hay tanta responsabilidad ni compromiso y está uno un poco más libre. Tenemos el síndrome del nido vacío, como se acostumbra a decir”, dijo Valeria con pesar esas últimas palabras.

“Mira hija, en otro orden de ideas, no me vas a quitar el privilegio de comprarle la cunita al bebé. Cuando decidas que es tiempo de comprársela, la escoges a tu gusto y conveniencia y yo la cancelo, ¿Me lo prometes?”

“Sí, Valeria, claro que sí… mil gracias. Aunque me da pena que te molestes..”.

“¡No por favor, para mi, lejos de ser una molestia, como te dije, es un privilegio!”

Amalia, alzando un poco la voz, llamo la atención de su marido.

“Escucha Martín, ¡Tu mamá quiere que la primera cama que tenga el bebé sea un regalo suyo!”

“Ay mamá, no debes molestarte… ¡Pero quién se atreve a decirte que no!, cuando tú dices algo, no hay quien te persuada de lo contrario. ¡Muchas gracias mami!, pero no nos malacostumbres”

Bueno, mis hijos queridos, van a tener que acostumbrarse, porque si es por mí, a ese muchachito no le va a faltar nada material y si es por amor, lo va a tener de sobra.

En ese momento, se oyeron unos pasos acercándose, eran los jóvenes esposos Cruz.

“¡Hola mamá, papá, ¿Cómo están? ¡Discúlpenos, subimos a descansar un rato y se nos pegaron las cobijas!”

“No hay problema, hijo”, dijo Valeria.

“No hace mucho que llegamos, además estamos muy entretenidos con el tema del nuevo integrante de la familia”.

“Bueno… es que ese es el tema que está en tendencia esta semana en la Familia Cruz”

Fabiana, acercándose, saludo de beso a su suegra y saludando más protocolarmente a Uriel, añadió:

“Sí, lo certifico, la noticia del bebé fue la bomba esta semana; opacó cualquier otro motivo de conversación, por importante que este fuera”.

Amalia, haciendo caras, comentó:

“Sí, Fabiana, tienes que ayudarme, encarga tú también, porque de lo contrario, esta gente me va a abrumar”.

“Mi hijo, apenas es un embrión y ¡Ya Valeria quiere comprarle cuna!”

“¡Ah, eso quiere decir que tu hijo viene con algo más que un pan debajo del brazo!”, dijo riéndose Fabiana.

“¡Ay si… tan cómica!, el que ríe de último, ríe mejor ¡Deja que ya me llegara a mí el turno de la revancha!”, dijo riéndose a su vez y moviendo en forma afirmativa su cabeza y su dedo índice derecho.

Martín se paró de su silla y dirigiéndose a su mujer la tomó de la mano y poniéndola de pie la abrazo con ternura añadiendo:

“¡Ay mi amor, me siento el hombre más feliz, en este momento!, pero cuanto me alegrara que mi hermano también tuviera esa dicha… así que Fabi… ¡A ponerse las pilas!”

‘Ay, Odín, con tu boca levantaste un remolino de emociones en esta familia. Más vale que no te inviten, para que no hagas otro desastre inculcándoles ideas a estos hombres’ ,Pensó Fabiana.

“¡Bueno, familia, vamos a pasar a la mesa!, ya Julia me informó que la merienda está lista.

“¡Ahí, sí, qué rico, Alejandro! Vamos hijo”.

Ya en el proceso de disfrutar el sabroso compartir, Martín tomó la iniciativa y preguntó.

“¿A dónde vamos a ir, por fin, para celebrar nuestro embarazo?”

“Ah sí… ¡No podemos dejar pasar por alto esta celebración!”

“Si es verdad, mamá, sería imperdonable, dejar pasar esta hermosa oportunidad para compartir en familia”, opinó Alejandro.

“¿Qué dices papá, qué hacemos?”

“Bueno… que opine la futura mamá, ella es la agasajada, que diga a dónde quiere ir o qué quiere que hagamos”.

Todos los ojos se posaron sobre Amalia de manera interrogante. Martín añadió:

“Si, es verdad cariño, ¡Tú decides!”

Amalia, en forma de juego y muy sonriente; comenzó a señalar a cada uno de los presentes con el índice, diciéndoles:

“Mmm, mmm, mmmm. ¿Dónde iremos? ¡Mañana lo sabremos! ¡Ja, ja, ja!”

“¡Vamos, tremenda, dinos!”, dijo Martín.

“Bueno, ahora sí, en serio. Pienso que podemos tomarnos el fin de semana y salir de la ciudad a algún lugar turístico, de los tantos que ofrece nuestro país. Pasar un buen rato en la playa o ir a un hotel de montaña, eso sí lo deciden ustedes”

“¡Me gusta la propuesta!, ¿Qué dicen ustedes?”, preguntó Martín.

“A mí me parece bien, así nos despejamos un rato de la rutina; la verdad es que a todos nos hace falta olvidar un poco los problemas”.

“Estoy de acuerdo con Uriel”

Añadió Valeria.

“Bueno, pues no se diga más. ¿Qué les parece si vamos a los Nevados?, ese es un hermoso lugar, disfrutaremos de ese frío sabroso… que hace allá… y además cuenta con cabañas bien equipadas”, comentó Alejandro.

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