Destino incierto -
Capítulo 49
Capítulo 49:
“Si Chatica, me encanta venir a este lugar, la comida no solo es exquisita, sino que es un regalo a la vista, este mundo de colores tan bien logrados en cada platillo, ¡Es una verdadera obra de arte!, yo vengo aquí con Amalia a almorzar o a cenar, con alguna frecuencia, lo disfrutamos mucho”.
“¡Buen provecho!”, dijo Alejandro.
“¡Buen provecho!”, respondieron los demás.
Una vez que se tomaron su tiempo para disfrutar del suculento almuerzo, en medio de una trivial, pero divertida charla; pidieron el postre y reanudaron la conversación que se había truncado en un punto bastante interesante.
“Continúa contándonos tu película de acción, porque nos tienes curiosos y absortos con el desenlace”, dijo Martín.
“Pues bueno, después de la balacera, a los lobos no les quedó otro recurso que entregarse, dado la superioridad de los contrincantes. Los reunieron a todos en la trastienda de Don Leo, les pusieron torniquete a los que estaban sangrando mucho y al otro lo vendaron”, siguió la mujer con el relato.
“Ahí los jefes los interrogaron y los obligaron a contactarse con los cabecillas de los lobos… Desde luego, ellos no querían porque habían perdido la misión y estaban como rehenes, era natural que estuvieran asustados por las represalias que pudieran tomar sus compañeros”, explicó entrecerrando los ojos.
“Sin embargo, les aseguro que, los métodos de persuasión de sus hombres son muy efectivos; después de más o menos una hora de convencimiento, cantaron como unos turpiales”
Martín, volteando a mirar a Alejandro, le comentó:
“Eso quiere decir que somos buenos como entrenadores, nuestros recursos positivos, y que el esfuerzo del trabajo no fue en balde”.
“¡Claro que no fue en balde!, yo les confieso que quedé asombrada del cambio tan radical en el comportamiento de los muchachos que ustedes entrenaron; sinceramente no parecen los mismos”
“Tienen una perspectiva muy diferente de la seriedad y de la responsabilidad. Maduraron mucho..”., dijo complacida.
“Se contactaron a los jefes de los lobos y se les citó a una reunión para poner las cartas sobre la mesa y aclarar los puntos de discordia entre los dos grupos, para finalmente llegar a un acuerdo”
“Aja, y qué respuesta obtuvieron”, preguntó Alejandro.
“En principio se negaron y comenzaron a amenazar con venir a matarnos si no les soltábamos los rehenes y no sé qué otras estupideces dijeron, pero pronto se dieron cuenta de que le estaban ladrando a la luna y accedieron a venir a la cita, ya que estaba en peligro la salud los heridos por una posible infección, un tétano o algún otro daño producido por la demora en la atención médica”, dijo.
“En la reunión se planteó la génesis del problema y llegaron a la conclusión de que todo se había gestado por un mal negocio de índole personal que no debería haber afectado la relación entre el grueso de los integrantes de las bandas”, explicó.
“Y que simplemente por la irresponsabilidad de dos individuos no se tenía porque afectar a todos, fomentando una guerra infructuosa, de la que todos saldrían perdiendo”
Había sido difícil al principio, pero al final lo habían conseguido.
“Se les dio dos opciones: la primera, que se retiraran de nuestro territorio para siempre y olvidáramos el asunto, y la segunda: Se les hizo la oferta, que se unieran a nosotros, para formar un solo grupo, bajo la tutela de la Familia Cruz, eliminando el nombre de los lobos”.
A la Chata esa idea le había parecido fabulosa.
“De esta forma agrandaríamos el campo de acción y de dominio, formando un nuevo territorio y acabando con la rivalidad entre los dos barrios”.
Los Cruz se miraron, ensanchando sus párpados, y entrecruzando, con movimiento de cabeza, un gesto de aprobación.
“¿Y qué decidieron los lobos?”, dijo Alejandro.
“Pues ellos en primer momento no quisieron inclinarse por ninguna de las opciones, porque dijeron que era un punto neurálgico para la banda y que deberían tomar la decisión por votación, estando presentes cada uno de los integrantes, para que nadie se sintiera excluido”.
Realmente habían formado una discusión, según ella recordaba.
“Si aceptaban sumarse a nuestra organización, era porque habían sopesado los pro y los contra, y principalmente que la mayoría estuviese de acuerdo”.
“Sí, está bien, eso hace notar que están organizados y se respetan entre sí”, comentó Martín.
“A los nuestros les pareció bien, entonces tranzaron con dejar ir a los rehenes, sobre todo por el bien de los que estaban heridos. Y quedaron en reunirse el fin de semana solo los jefes, para dar una respuesta”, ella dijo.
“Por otro lado, necesitamos el visto bueno de ustedes, que son los que tienen la última palabra”.
“A mí me parece bien la forma en que nuestros muchachos, sortearon el problema. Primero evitaron la muerte de muchas personas, segundo nos quitaron enemigos, tercero ganamos aliados y cuarto ensanchamos nuestro territorio”, comentó Alejandro.
“Sin embargo, voy a consultar con papá, para ponerlo al tanto y escuchar su opinión”
“Si, dijo Martín, es necesario consultar con papá, de esa manera estamos tranquilos. Como esta semana quedaron de ir a visitarnos, aprovechamos y le planteamos la solución que está tranzada”.
“Está bien Chata, dale las gracias a los muchachos de nuestra parte y diles que estamos satisfechos de la diligencia que hicieron. Nosotros te hacemos llegar nuestra opinión antes del fin de semana”.
“¿Trajiste las facturas?”
“Sí, Señor Alejandro, aquí están”
“Okay, así aprovechamos a poner al día estas cuentas”.
Una vez finiquitado el trabajo, se retiraron del lugar en el mismo orden como habían llegado.
A mediados de semana, después del mediodía, tal como lo habían prometido, los padres de Alejandro llegaron a la hacienda en plan de disfrutar la tarde en compañía de sus hijos y nueras.
Martín y Amalia salieron a recibirlos, en medio de risas y algarabía, querían darles la noticia de su embarazo personalmente y a su vez recibir de ellos los abrazos y las bendiciones.
“¡Hola papá!, ¿Mami, cómo estás?, bienvenidos, los estábamos esperando. ¿Ya almorzaron?”
“Sí, mijo, gracias, almorzamos en casa”.
“¡A bueno!, entonces voy a decirle a Julia que nos prepare una merienda para compartir, ahora más tarde”.
“¿Cómo te parece, mamá, la noticia de que te vamos a hacer abuela?”
“¡Ay mi amor, eso es una felicidad para mi!, que empiecen a llenar esta enorme casa de pequeños corriendo y alegrando el ambiente con sus juegos, sus gritos y sus risas; todo permanece muy arregladito, es hora de ver algo de desorden”.
“¡Hay mami, eres una cosa sería!, apenas vamos con el primero y tú ya te estás imaginando un jardín de infancia”.
“¡Pero bueno, por algo se empieza, y ustedes están muy jóvenes! Cómo dice la gente; ¡Tienen toda la vida por delante!”
“Pero vengan, denme un abrazote, que los quiero apretar contra mi corazón y ¡Tocar esa barriguita!”
“¡Ay abuela Valeria! Todavía no hay nada que tocar”, le dijo Amalia sonriente.
“¡Pero vamos, entremos a la casa”, dijo Uriel.
“O es que nos vamos a quedar saludándonos aquí en la puerta, toda la tarde..”.
“¡Ay Uriel, siempre tan aguafiestas! ¿Y es que tú no los vas a felicitar?”
“¡Claro que sí, mujer! Pero tú no dejas… ¡Eres muy absorbente!”
“Cuando paras el muchacho, la tendremos que amarrar, porque se pondrá loca..”.
“¡Ay Uriel…! ¡Porque tú no! No te hagas el duro que también te vas a derretir, ¡Ya te veré!”
“¡Vengan muchachos, un abrazo!, yo también estoy muy contento. Esperemos que todo llegue a feliz término. ¡Los niños son una bendición!”
“¿Y dónde están los demás habitantes de esta casa?”
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